Por más fino que sea el espejo, no podrá reflejar más que lo que somos
Parte I
La máxima griega, ?Conócete a ti mismo?, parece haber sido dicha no por un sabio, sino por alguien que tratara de burlarse de los hombres, o por alguien que les demostrara su total incapacidad.
Divorcios, crímenes, delitos de todo tipo, enfermedades físicas y psicológicas, guerras a través de la historia, han tenido como causa fundamental, esa real incapacidad que tenemos la mayoría de las personas para ?conocernos a nosotros mismos?. GOETHE, una vez escribió: ?El hombre se conoce a sí mismo, en tanto conoce el mundo y conoce éste en tanto se conoce a sí?.
Por lo general, casi todos nosotros conocemos a personas de las que decimos que son sabias, prudentes, comprensivas y buenas consejeras. En todos los casos, se trata de personas que admiten que se equivocan con gran frecuencia en las opiniones que tienen sobre los demás. La flexibilidad de estas personas y su reconocimiento de lo difícil que es ?conocer a los demás?, las hace ser, precisamente muy buenos conocedores de los demás,
Las personas que tienen un buen conocimiento de ellas mismas, lo tienen también sobre los demás; y son, por lo general, muy comprensivas y tolerantes. Se dice, que ?cada cabeza es un mundo?, como queriendo decir que cada quién ve el mundo de una manera diferente. La realidad es que esto no es así; si así fuera, la Tierra sería una Torre de Babel, donde cada persona no podría entenderse con los demás, al hablar un lenguaje diferente.
Los seres humanos tenemos muchísimos rasgos psicológicos en común y muy similares. Si esto no fuera así, la raza humana ya se hubiera extinguido hace cientos de miles de años. Cuando las personas platicamos sobre cuestiones objetivas o que no importan directamente a nuestros intereses, solemos ser bastantes acordes. Pero cuando entran en juego nuestros sentimientos e intereses, empiezan los problemas, pues cada uno siente la necesidad de protegerse del otro, aún cuando el otro no tenga la menor mala intención.
Nuestro primer gran problema para tener un buen conocimiento de nosotros mismos y de los demás, es que tendemos a ?suprimir? una serie de tendencias nacidas desde la infancia y que nos enseñaron a que eran malas ?moralmente?. Se nos dijo que nuestras emociones sexuales eran reprobables y que además, no deberíamos ser tan expansivos, sino más controlados. Ya en la adolescencia y en la juventud se petrifica en nuestra conciencia la creencia de que la emoción sexual, la expansión del ánimo, nuestros impulsos de ira, etcétera, son algo malo, vergonzoso y que atenta contra la moral y la religión.
Cuando aparecen ante nuestra conciencia estos deseos, de inmediato tendemos a reprimirlos, a suprimirlos y además, creemos que algo mal hay dentro de nosotros, si no, no se darían esas nuevas emociones, impulsos y deseos. Toda supresión nos perturba, confunde y nos roba cantidades enormes de energía. Poco a poco, vamos labrando una imagen falsa y distorsionada de nosotros mismos, que nos conduce a un espacio de oscuridad, en donde la inteligencia no ilumina y donde no sabemos por dónde caminar.
Critilo opina que todas nuestras supresiones van apagando las personas que en realidad somos y a la vez, va surgiendo la persona falsa que en realidad no somos. Estas graves distorsiones del mundo interior nuestro y del mundo de los demás, termina por convertirnos en pésimos conocedores de nosotros mismos y de los demás.
Como el tema no puede terminar en esta Columna, en la siguiente, haremos reflexiones adicionales, a fin de que podamos ver el mundo interior y el mundo exterior, con un enfoque correcto y no de la manera distorsionada y equivocada como ahora lo vemos.
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