La naturaleza debería ser el manantial para nuestro encanto
Si las estrellas aparecieran una sola vez al año en el firmamento, esperaríamos con ansia su fecha de aparición, y quedaríamos deslumbrados en un cielo oscuro tachonado de azules vislumbres. La naturaleza es inexplicable y siempre lo será, por más beneficios que podamos obtener de su exhuberancia. Los aparentes vacíos de la naturaleza no existen: lo que no se nos muestra como materia, existe como misterio.
La naturaleza no admite el vacío, ni gusta de dar saltos. Un hilo conductor de materia y vida explica la evolución, y lo que no logramos entender, infatigable lo sigue construyendo. ?Jamás la ciencia habla de manera diferente de la naturaleza?, lo dijo poéticamente JUVENAL; y ?Todo lo que secunda las leyes naturales debe considerarse bueno?, como bien lo dijo CICERÓN. Si obedeciéramos las leyes de la naturaleza, nuestro planeta alimentaría en abundancia a todos los seres humanos; pero al entrar la codicia, éste vicio desvía las leyes naturales. Mucha razón tenía SÉNECA: ?Si vives de acuerdo con la naturaleza, nunca serás pobre; si vives según los caprichos nunca serás rico?.
La naturaleza no conoce la bajeza; que el hombre la deprede y la destruya es algo muy distinto. Muy probablemente, al sentirse el hombre incapaz de comprender los secretos de la naturaleza y poder aprovecharla conforme a sus propias leyes, por ello la destruye. ¡Qué importa destruir selvas enteras, si algunos cuantos pueden enriquecerse de una manera salvaje y miserable, adornando casas y edificios con maderas preciosas! ¡Qué importa el Amazonas, el pulmón más importante del planeta, un órgano vivo cada vez más enfermo, si toda una banda de asesinos de la vida se enriquece!
Seguramente, los seres humanos que habitamos el planeta nos hemos hecho insensibles ante su criminal destrucción, debido a que hemos perdido la curiosidad por sus millones de secretos que encierra; y si una bóveda celeste tachonada de estrellas no suscita en nosotros el menor asombro, ¿por qué razón las miles de variedades de plantas y los millones de especies de animales y de insectos, deberían de asombrarnos?
Y lo que aún añade gravedad al problema: no nos importa lo que dañemos al aire, agua, plantas y tierra, aún cuando en este globo terráqueo estén los secretos para una vida más saludable y abundante para todos.
Parte del problema consiste en que la naturaleza no nos impone ninguna reverencia. Primero, perdimos la reverencia por su exuberante riqueza de plantas, aguas, animales y tierra; segundo, dejamos que muriera nuestra curiosidad por la grandeza de los seres vivos; y tercero, perdimos la capacidad de asombro es algo que ya ni siquiera sabemos en qué consiste. Y si queremos saber lo que significaba la reverencia, la curiosidad, el respeto y el asombro por la Naturaleza, tenemos que apreciar las expresiones de tribus de todo el mundo en los grabados que dejaron en las cuevas.
Lo peor de todo, es que la Naturaleza se ha convertido en nuestro juguete; esto es similar, como si en un salón atestado de niños jugáramos con pistolas cargadas y se las dejáramos a los niños para que jugaran con ellas.
Critilo está convencido que si la Naturaleza no llega pronto a constituir la fuente de la mejor poesía, el material que nos despierte la más profunda curiosidad, el manantial para nuestro encanto, sublimidad y asombro, los humanos poco podremos hacer ya no sólo para salvar nuestro planeta sino que poco a poco, iremos también destruyendo los encantos de nuestra alma y terminaremos por no saber distinguir lo horrendo de lo hermoso, en nuestra vida diaria.
Terminaremos por creer que un hacha es un hacha, sin la menor posibilidad de pensar que antes fue un árbol lleno de vida, como terminaremos creyendo que una rosa es un objeto que en ocasiones se regala, sin saber que esa flor es uno de los rostros más bellos del planeta.
Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx
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