Las ilusiones perdidas son hojas desprendidas del corazón
Nos desilusionamos de algo, cuando hemos perdido la ilusión que abrigábamos; y ésta pérdida es dolorosa, pues toda ilusión constituye para nuestra alma una esperanza acariciada y aún cuando no tiene un fundamento racional, por ello es más dolorosa, ya que toda ilusión anidada en nuestro corazón está cobijada y alentada por motivaciones que nada tienen que ver con nuestros razonamientos.
Lo que sucede, es que no somos conscientes que lo más sublime de nuestro espíritu nada tiene que ver con nuestra inteligencia ni con nuestros razonamientos: el amor a nuestros seres queridos, la piedad, la generosidad, la mansedumbre, el sacrificio, la amistad, todos estos bienes y expresiones surgen del alma, y no del cálculo de nuestra fría inteligencia.
¡Hay que tener mucho cuidado con aquello que ilusionamos con mucha fuerza!
Las ilusiones son más frágiles que el cristal más delgado.
Para el escritor español JOSÉ DE ESPRONCEDA, ?Las ilusiones perdidas/ son hojas, ay, desprendidas/ del árbol del corazón?. Cuando un corazón ha sufrido reiteradas desilusiones, puede caer en lo contrario del inicio de su ilusión: en un corazón endurecido y frío ante los más frágiles sentimientos de los demás.
Ya el sabio EPICTETO, nacido en el año 50 de nuestra Era, nos había advertido que no forjáramos ilusiones ante bienes futuros que no dependen de nosotros, sino de los demás. La riqueza, la reputación, una vida sin problemas; su único dueño en muchos sentidos, lo es la veleidosa y cruel fortuna. Mucho podemos hacer por nosotros: nuestra responsabilidad, constancia, esfuerzos, y sanas ambiciones, en igualdad de circunstancias, juegan a nuestro favor. La fortuna a veces simpatiza con estos afanes del hombre; pero no descartemos el hecho de que nada tenemos asegurado, a no ser los verdaderos bienes que ninguna cruel ni caprichosa fortuna nos puede arrebatar: nuestros juicios acertados, contentarnos con una dorada medianía, combatir nuestras perniciosas tendencias, etc. Todo esto sí es nuestro, y el azar, por más que nos desprecie, podrá estrellarse contra nosotros, pero ninguno de estos bienes se llevará consigo.
EPICTETO nos aconseja que cuando deseemos algún bien o posición social, seamos muy cuidadosos, a fin de que en la persecución de esos bienes o nuevas posiciones, no descuidemos las virtudes fundamentales que son las únicas que nos pueden asegurar la felicidad, como lo es la libertad, uno de nuestros supremos bienes que más descuidamos.
Para EPICTETO, desear algo con muchísima ilusión, presenta éste riesgo: que lo que tanto ilusionamos, las circunstancias no nos la den, y quedemos severamente frustrados. Recordemos lo que dijo SÓFOCLES: ?Que la fuerza de las circunstancias es más poderosa que todos los poderes de los dioses?.
Pero lo que en el fondo le preocupa a EPICTETO, es que luchar con todas nuestras fuerzas por nuestras ilusiones, siempre implica el riesgo de perder grandes trozos de nuestra libertad. El supeditarnos a la voluntad de otros, el renunciar a bienes ciertos por inciertos bienes futuros, el enloquecer de ilusiones y planes, nos roban grandes cantidades de energía. Las aspiraciones y planes de progreso es algo sano en lo que siempre debemos estar trabajando. Pero hacer a un lado todo, por entregarnos de lleno a nuestras ilusiones es una especie de locura.
Critilo nos pide que sí ?Enganchemos nuestro carruaje a una estrella?, como nos lo pedía EMERSON. Pero enganchándolo con eslabones de cordura, conscientes de que la frívola fortuna lo puede soltar; pero jamás permitirnos que nuestras ilusiones estén alimentadas con la ?Maldita sed de riquezas?, a que se refería VIRGILIO. Nuestro corazón se complace con ilusiones nobles, pero no con ilusiones que nos esclavicen y que asfixien a nuestro corazón.
Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx
Ya está a la venta el libro ?Palabras de Poder?, con la recopilación de las primeras 195 Columnas. Informes: Tel. 712-35-89.
