Pasma ver a dónde puede llegar la arrogancia del corazón humano estimulada por el menor éxito
La Soberbia es el orgullo y apetito desordenado de ser preferido a otros. Es la excesiva estimación de las propias cualidades con menosprecio de los demás. Al soberbio le atrae enormemente la magnificencia y la suntuosidad y además es proclive a la demostración de su ira y enojo. La persona puede gozar de paz, aún padeciendo de pecados Capitales como la gula, la pereza o aún la lujuria, pero jamás podrá tener tranquilidad cuando padece de soberbia. Esto lo vio muy bien el gran humanista LUIS VIVES, cuando escribió: ?En toda clase de vicios, excepto en el orgullo, pueden coexistir la paz y la concordia?.
El historiador Romano PLINIO una vez escribió: ?Pasma ver a dónde pude llegar la arrogancia del corazón humano estimulada por el menor éxito?. Y es que la arrogancia nos ciega, no nos permite jamás ver las buenas cualidades de los demás. Y no las podemos ver, porque la arrogancia nos convence que gozamos de la excelencia, mientras que los demás jamás podrán aspirar a ella.
El Soberbio es un ser descentrado: le gusta humillar a los que considera como inferiores; y en cambio, ante los poderosos, aún creyéndolos inferiores se inclina ante ellos; y es que todo Soberbio es débil en el núcleo de su carácter, pues al despreciar al ser humano, algo en su conciencia le dice que está solo. Y también todo Soberbio padece lo que atinadamente advirtió NICOLÁS MAQUIAVELO, cuando escribió: ?La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad?. Y es que todo Soberbio es un cobarde ante la vida. Jamás conoce la valentía y mucho menos la inmensa virtud de la entereza.
Por supuesto que la soberbia nos impide en lo absoluto poder vivir en la paz y en la concordia. La concordia nos permite la conformidad de pareceres y propósitos. Pero el soberbio no conoce la concordia porque simplemente él es el que tiene la razón, se siente superior y desprecia a los demás. En cambio, la concordia conecta a los corazones y nos hace sentir que los seres humanos somos hermanos en el dolor, y que al final, la muerte no respeta a los moradores de una choza ni tampoco a quienes viven en palacios y posiciones privilegiadas.
Los seres humanos gozamos y padecemos de los mismos placeres y dolores: gozamos de las bellezas de la vida, nos enamoramos, luchamos por sacar adelante a nuestros hijos. Y también, le tememos a los fracasos, a las enfermedades y a la muerte. Esta semejanza en el trayecto de la vida de la humanidad, es común en lo esencial para todos. Nadie escapa de recibir dones y regalos de la vida, pero tampoco nadie se escapará de la muerte.
Ser conscientes de que todas las personas caminamos por una vida azarosa, algunas veces en praderas verdes y llenas de flores, y en otras ocasiones, caminando entre espinas, hace que nos sintamos iguales en lo esencial, y nos permite estrechar vínculos de afecto y poderosos lazos de solidaridad. Pero el soberbio esto no lo entiende. Le sucede lo que JEREMÍAS dijo en la Biblia: ?Tu arrogancia te engañó?.
Critilo piensa que la esencia pecaminosa del Soberbio consiste en su desprecio a las personas como individuos, y a la humanidad como idea de la marcha del hombre por el mundo. El soberbio no cree en el inmenso valor humano de cada persona, y por ello rechaza la concordia y la solidaridad. Esta negación significa que el soberbio en su corazón desprecia al hombre y a la humanidad. Su falsa creencia en su excelencia lo hunde y lo degrada, y ello por el hecho, de que él, siendo parte de la humanidad, ya previamente la había denigrado. El soberbio no sabe que su salvación está en reconocer la dignidad de cada persona, y de que es, como todos, parte de una humanidad esperanzada y doliente.
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