No temer a los problemas
Una de nuestras creencias emocionales que más nos perturba emocionalmente, consiste en nuestra ilógica convicción de que nuestra vida tiene que ser fácil. No acabamos de ver con toda claridad, que la vida de todas las personas es difícil y para muchas de ellas, la vida es muy difícil. En realidad, la vida de cada uno de nosotros es una serie interminable de problemas; la mayoría de esos problemas tiene solución, pero algunos, jamás tendrán ningún tipo de solución: la muerte de un ser querido, las enfermedades crónicas, etcétera.
Para el doctor SCOTT PECK nuestra vida llegaría a ser mucho más fácil, desde el momento en que percibiéramos la real dificultad de la vida y de nuestra aceptación emocional de esta realidad. Así, dejaríamos de estarnos lamentando de nuestros problemas y nos esforzaríamos para tratar de resolverlos. Esta aceptación es difícil, pues implica que veamos la realidad tal cuál es y que la enfrentemos con valentía. De hecho, las personas más sanas emocionalmente son aquellas que no evaden la realidad con autoengaños y falsas esperanzas. Ven la vida de frente y se dedican a resolver aquello que esté en sus manos resolver.
Para el doctor SCOTT PECK, el instrumento básico que necesitamos para resolver los problemas de nuestra vida, es la disciplina. Por disciplina debemos entender el cumplimiento puntual de una serie de compromisos, actividades y actitudes, tendientes a la solución de nuestros problemas personales. En este sentido, si no estamos dispuestos a autodisciplinarnos, a cumplir una serie de estrategias, careceremos del elemento fundamental para la solución de nuestros conflictos. Conflictos de cualquier clase: emocionales, económicos, de trabajo, etcétera; así como de problemas físicos que podemos remediar en algún sentido. La disciplina depende solamente de nosotros y en la medida en que estemos dispuestos a autodisciplinarnos, en esa medida aumenta nuestra capacidad para resolver nuestros problemas.
A nuestros conflictos emocionales los llamamos también problemas en virtud de que perturban nuestro ánimo y llegan a causarnos un verdadero dolor. A veces, nos invade la ansiedad, la angustia, la culpabilidad, la desilusión o bien, nos llenamos de cólera, de miedo, de desesperación. Todos estos sentimientos pueden llegar a avasallarnos, a sumirnos en la depresión y en la más completa infelicidad. Como todos estos sentimientos nos resultan muy dolorosos, por lo general optamos por alguno de estos dos caminos: esperar que ese sentimiento pase sólo a través del tiempo o bien, afrontarlo y tratar de resolverlo, de extinguirlo. El primer camino, por lo general constituye un error y el segundo, se convierte en un proceso doloroso, pues implica de nuestra parte una serie de cambios en nuestra forma de pensar y un cambio drástico en nuestras conductas y actitudes. Todo proceso dirigido a resolver nuestros problemas (emocionales, económicos, físicos, etc.) tiene que partir necesariamente de una rápida y estricta autodisciplina. Si nuestra disciplina es mínima, mínimos serán los problemas que podremos resolver. Si nuestra disciplina es estricta y firme, podremos resolver ?casi? todos nuestros problemas de la vida. No los resolveremos ?todos?, porque algunos no podrán tener ningún tipo de solución, a no ser la gran solución de la aceptación incondicional de que ese problema jamás podrá resolverse; aceptación que nos lleva al consuelo, a la resignación y a la aceptación de una vida en ésas condiciones.
Nuestra vida no es fácil ni puede serlo. Al nacer, ninguna promesa humana ni Divina nos prometió una vida sin problemas. La Biblia nos dice que la vida es ?milicia en la tierra? y nos advierte de las grandes dificultades que tendremos a lo largo de nuestra existencia. Pero una vida difícil no significa, necesariamente, que nuestra vida será infeliz y desdichada.
?Sin embargo (para el siquiatra SCOTT PECK), la vida cobra su sentido precisamente en este proceso de afrontar y resolver problemas. Los problemas hacen que distingamos agudamente entre éxito y fracaso. Los problemas fomentan nuestro coraje y nuestra sabiduría; más aún, crean nuestro coraje y nuestra sabiduría. Sólo a causa de los problemas crecemos mental y espiritualmente, Cuando deseamos alentar el desarrollo y el crecimiento del espíritu humano, lanzamos un desafío a la capacidad del hombre para resolver problemas, así como en la escuela deliberadamente proponemos problemas a los niños para que los resuelvan. Por el dolor, que supone afrontar y resolver problemas, aprendemos.
Como dijo BENJAMÍN FRANKLIN: ?Aquellas cosas que lastiman, instruyen?. Por eso, las personas sabias aprenden a no temer los problemas, sino por el contrario, los acogen de buen grado así como aceptan los dolores inherentes a los problemas?.
Todos los seres humanos, sin excepción, hacemos lo imposible por evitar toda clase de esfuerzo y dolor innecesarios y a la vez, todos tratamos de obtener el mayor placer sin daño y sin castigo. En esta constante tensión entre hacer el menos esfuerzo, obtener los mayores placeres y a la vez, evitar el dolor, todas las personas tendemos a autoengañarnos constantemente.
Creemos, que si eludimos los problemas, solos desaparecerán; que si dejamos de pensar en nuestros problemas, dejarán de existir o se solucionaran. Otras veces, diferimos nuestros conflictos, les damos largas, con la esperanza de que algo o alguien vengan a solucionarlos. Y es que, verdaderamente, todos los seres humanos tenemos una poderosa tendencia a eludir todo tipo de problemas, pues su sólo recuerdo nos causa un gran dolor emocional.
La ciencia ha avanzado muchísimo gracias al ?ensayo y error?. A través de este ensayo y error, se han logrado el descubrimiento de valiosísimas leyes de física, de la biología, etcétera.
Los miles y miles de fracasos han hecho posible en las ciencias su espectacular avance y desarrollo. Pues exactamente sucede lo mismo con nosotros. Cuando nos decidimos a enfrentar nuestros problemas, inmediatamente acuden a nosotros fuerzas que jamás imaginábamos tener; nos aumenta el coraje, la valentía, la creatividad. Las más finas espadas se forjan en el yunque; los atletas se fortalecen en los grandes esfuerzos físicos; el ánimo se acrecienta enormemente en la lucha frontal contra los problemas. Los caballos se alertan ante el ruido de la trompeta que anuncia la carrera. Es imposible que se dé la sabiduría sin la suma de nuestros fracasos y éxitos.
Critilo nos recuerda que solamente cuando enfrentamos los problemas es cuando verdaderamente estamos plantados en la realidad; esta realidad nos arroja a la cara nuestros fracasos y éxitos, pero sólo así podremos solucionar nuestros problemas. La verdadera lucha ante la vida es una lucha con la realidad, que es la única que nos puede dar sabiduría. Ya GOETHE lo había dicho magistralmente: ?La sabiduría reside sólo en la verdad?.
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