Hacer el trabajo bien y descansar merecidamente
¡Trabajemos en aquello que más nos guste o lo que hacemos hagámoslo, con entusiasmo y nuestras vidas serán mucho más dichosas!
El pensador chino LIN YUTANG publicó en 1937 un libro que cautivó a millones de lectores de Occidente. Su libro, ?La importancia de vivir?, nos transmite bellas perlas de la filosofía de Oriente. En otro de sus libros, ?Sobre la Sabiduría de América?, afirma:
?Me parece a mí que tanta desdicha se debe a los nervios y los nervios enfermos son el resultado de no tener nada que hacer o de hacer algo mal, sin éxito o en forma incompetente. De todas las personas desdichadas del mundo, las más infelices son aquellas que no han encontrado lo que quieren hacer. La proporción de personas que ingresa a los sanatorios para enfermos mentales es la medida de la gente que se preocupa y que no trabaja, no de las personas que trabajan y no se preocupan. Nadie muere como resultado de un trabajo duro y exitoso; se muere uno a causa de un trabajo que no logra dominar, de una tarea sin propósito, de una labor del tipo que ahoga los nervios de la persona en la misma forma en que el mar puede ahogar su cuerpo?. Los norteamericanos no se mueren por trabajar duro, en el sentido en que yo entiendo la palabra; muchos de ellos se mueren por participar con su sistema nervioso en una carrera de maratón para ver quién elimina a quién?. La verdadera felicidad desciende sobre quién hace su trabajo bien y lo corona con un período de descanso refrescante y vivificador. La verdadera felicidad surge de la dosis adecuada de trabajo realizado durante el día?.
Las obligaciones de la vida nos imponen trabajos que no son todo lo deseable que quisiéramos. Pero todos podemos encontrar, nos indica Critilo, espacios libres para realizar algún tipo de actividad que nos guste y nos apasione; inclusive, aprovechar esos espacios para no hacer nada: dedicarlos a contemplar, a observar, a deleitarnos con el hermoso sonido del silencio interior y de ese recogimiento, surgirán ideas y sentimientos que serenaran nuestras vidas, dándole nuevo vigor y brío.
?El silencio es, después de la palabra, la segunda potencia en este mundo? (LACORDAIRE)
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