LA FANTASÍA AISLADA DE LA RAZÓN, SÓLO PRODUCE MONSTRUOS IMPOSIBLES
SCHOPENHAUER nos advierte: “En todas las cosas que afectan nuestro bienestar y malestar, nuestras esperanzas y temores, hay que poner riendas a la fantasía. Si nos pintamos en la fantasía posibles sucesos felices y sus consecuencias, sólo nos hacemos la realidad aún más insoportable, construimos castillos en el aire y después los pagamos caro con la decepción. Pero el pintarse posibles infortunios puede tener consecuencias aún peores: puede convertir a la fantasía, como dice GRACIAN, “en nuestro verdugo casero”.
El poeta español FRANCISCO DE GOYA, escribió: “La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles. Unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos”. Para GOYA, la fantasía desvinculada de la razón, del entendimiento, consiste en imaginarnos cosas que no tienen ningún fundamento real. Y ya sabemos, que cuando decimos que tal persona es fantasiosa, queremos decir que se trata de un individuo presuntuoso y proclive a contar o imaginarse cosas sin fundamento en la realidad.
No hay mayor problema cuando usamos nuestra fantasía para representarnos próximos sucesos felices; de hecho, muchas veces conviene hacerlo, pues puede darnos mayor optimismo y fuerza para llegar al fin que anhelamos. Y lo peor que nos puede pasar, es que nuestra fantasía nos lleve a una decepción, como lo dijo el novelista francés FRANCOIS MURIAC: “Qué poco cuesta construirse castillos en el aire y qué cara es su destrucción”. Aunque existe el gran riesgo en personas muy sensibles que sean proclives a fantasear de costumbre, a que dichas personas lleguen a endurecer su corazón a causa de tantas desilusiones.
Y en este sentido, tendría mucha razón el religioso ingles WILLAM RALPH INGE, cuando escribió: “La experiencia demuestra que nadie es tan cruel como el sentimental desilusionado”. Pero el riesgo serio es cuando ponemos a trabajar a nuestra fantasía en la construcción de posibles infortunios. En ese momento, nuestra fantasía se convierte en “la loca de la casa”, como alguien la llamó. Por esto, cuando estamos pasando por algún transe difícil o adverso, es el momento de frenar por completo a nuestra fantasía, pues una vez que ha empezado a divagar y construir espantos y terrores, ya no la podremos parar y entonces sí, como dijo SCHOPENHAUER, se convertiría “en nuestro verdugo casero”.
Cuando empezamos a imaginarnos posibles sucesos negativos, nada mejor que atender al consejo del poeta latino HORACIO, quien en su obra Odas, escribió: “Acuérdate de conservar una alma igual en la difícil adversidad”.
A todos nos puede golpear el infortunio, pero como dijo HORACIO: “Si ahora nos sucede el mal, no será así siempre”. Y muchas veces, ante los sucesos adversos, nada mejor que combatirlos, tal y como lo expresó el poeta VIRGILIO: “No cedas a los males, ve a su encuentro con mayor audacia”.
Pero la realidad, es que con gran frecuencia nos atormentamos sin motivo alguno. Y es que le damos alas a nuestra fantasía, que una vez que ha empezado a presagiar males, ya no puede detenerse; está desbocada y en su prisa ciega, arrasa contra todo lo bueno que se opone a su desentrenado paso.
CITILO cree, que cuando somos presa de una fantasía anunciadora de males, las tinieblas de terror se empiezan a apoderar de nosotros. Y una vez que esto ha sucedido, el miedo y el horror nos conduce a la tristeza, como si ya hubiéramos perdido vienes valiosos y también nos conduce a la depresión paralizando nuestras virtudes de la valentía y la entereza.
¡Si a la fantasía la acompañamos de la razón, estaremos en condiciones de ser creativos, originales y audaces; pero si a la fantasía la dejamos actuar sola, nos conducirá al despeñadero. De nosotros depende que la fantasía negativa no habite en nuestro espíritu!
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