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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Bien sabido es que la ambición tanto puede volar como arrastrarse

“Maldita sed de riquezas”, sentenció el poeta VIRGILIO, refiriéndose al apetito emocional desordenado de todo ambicioso. La Ambición, es todo deseo apasionado de ciertas cosas como riquezas, poder, honores o fama. Toda ambición es prima de la codicia, avaricia, de los sueños dorados. Al ambicioso se le compara con el arribista, el trepador y al que siente un ansia por sus desmedidas pretensiones.

Lo que sucede con el ambicioso, es que con frecuencia es capaz de permitirse lastimar su dignidad y dejar que otros la mancillen impunemente. El pensador francés EDMUND BURKE lo advirtió muy bien en su ensayo Cartas sobre una paz regicida: “Bien sabido es que la ambición tanto puede volar como arrastrarse”. Uno de los más graves problemas que le suceden a todo ambicioso, consiste en que la ambición es una pasión tan poderosa que no deja al corazón con un espacio libre donde pueda florecer el amor. Por ello, COLLEY CIBER, atinadamente sentenció: “La ambición es la única potencia que combate el amor”.

THEODULE ARMAND RIBOT en su Ensayo sobre las pasiones, escribió: “La ambición es un deseo violento y continuo de elevarse por encima de los demás”. Si la ambición es una potencia tan poderosa que es capaz de combatir y destruir al amor, y capaz de elevarse por encima de los demás, entonces, tenemos que tener mucho cuidado con toda persona ambiciosa, ya que su ansia desmedida de dominio no respetará nuestros intereses y valores, al menos que calcule, que al no respetarlos podría sufrir un daño a sus pretensiones.

NIETZSCHE, el último filósofo genio que ha dado la humanidad y que nació en Alemania en 1844, escribió en su obra, Más allá del bien y del mal, una profunda reflexión sicológica sobre el tema que estamos tratando. Esta es la reflexión: “Alguien que aspire a cosas grandes considera a todo aquel con quien se encuentra en su vida o bien como un medio o bien como una rémora y obstáculo o bien como un lecho pasajero para reposar”.

Aspirar “a cosas grandes”, sólo puede ser capaz el ambicioso. Al ser una pasión la ambición, no le es posible al que la padece, poder frenarla o contenerla, a no ser por miedo de sufrir un mal mayor. Pero en situaciones normales, las personas que no son ambiciosas están expuestas a ser utilizadas, a ser consideradas un obstáculo, o a significar un simple descanso para el ambicioso. Esto significa, que de todo ambicioso jamás podremos en el fondo esperar un auténtico amor o una genuina consideración. El amor, la cordura, la ayuda desinteresada, la solidaridad auténtica solamente puede provenir de los corazones que no estén dañados por la ambición.

Es cierto, como dijo MONTAIGNE, que “La vida simple es más agradable, más inocente y más buena”. Y es cierto también como dijo MONTESQUIEU en sus Cuadernos, que “Ordinariamente los que tienen un gran espíritu, lo tienen ingenuo”.

Y para Critilo, aquí radica el gran problema: Que la gran mayoría de las personas ambiciosas tratará de aplastar a los demás y las que gocen de un gran espíritu, su ingenuidad será un atractivo para todo ambicioso.

Entonces, ¿Cuál sería la solución para no dejarse aplastar y ser utilizado por toda persona ambiciosa? El único remedio es tomar una profunda conciencia de que toda persona no ambiciosa estará siempre en desventaja cuando sus intereses choquen con los de una persona ambiciosa. Ser conscientes, de que la ambición no respeta valores, personas o afectos, pues todo esto lo supedita su fuerte pasión por elevarse por encima de los demás.

Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx

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