Quien cuenta una mentira nota raramente la carga que se hecha encima
Si le preguntáramos a un buen número de personas, si en nuestra vida diaria tendemos a mentir frecuentemente, no sabrían qué contestarnos, pues todos nosotros hemos mentido muchas veces. Pero aún habiendo mentido, la realidad es que la gran mayoría de las personas se conduce casi siempre con la verdad, siendo la mentira lo menos frecuente.
Lo que sucede, es que en nuestras relaciones personales tendemos a minimizar o a exagerar las cosas o simplemente a mantenernos reservados en ciertas cuestiones, pero éstas modalidades no son mentiras, sino distintas coloraciones con que pintamos nuestras conversaciones.
Hay personas, que mantienen permanentemente una actitud de desconfianza, una actitud de alerta, pensando que los demás le van a ocultar la verdad o a mentirle abiertamente. Las personas desconfiadas muestran el extremo de las personas crédulas de manera incondicional. De hecho, estos dos tipos de personas son malos conocedores del ser humano.
El filósofo alemán NIETZSCHE, reflexionó profundamente sobre este particular, conteniendo sus reflexiones una sabiduría tal, que debemos tenerla muy presente en nuestra vida, pues viene a darnos una gran riqueza sobre el reconocimiento de la condición humana y máxima que es NIETZSCHE una de las inteligencias más deslumbrantes y geniales de la humanidad. Este filósofo escribió:
“¿Por qué, en la vida cotidiana, casi todo el mundo dice la verdad? No, ciertamente, porque un dios haya prohibido mentir. Sino, en primer lugar, porque decir la verdad resulta más cómodo, ya que la mentira requiere inventiva, disimulo y memoria. (Por lo cual dice SWIFT: quien cuenta una mentira nota raramente la carga que se hecha encima: tiene, en efecto, para sostener una mentira, que inventar otras veinte). En segundo lugar: porque en circunstancias sencillas resulta ventajoso decir directamente: yo quiero esto, yo he hecho esto y cosas semejante; esto es, porque la vía de la coacción y de la autoridad es más segura que la astucia.
Pero si un niño ha sido educado en circunstancias domésticas complicadas, manejará la mentira con igual naturalidad y dirá involuntariamente siempre aquello que responda a su interés; le serán completamente extraños e inaccesibles un sentido de la verdad y una aversión por la mentira en sí y de ese modo mentirá con toda inocencia”.
La anterior reflexión es de un valor incalculable para nuestra vida, siempre y cuando seamos conscientes que decir la verdad, comúnmente es lo virtuoso, pero a veces, decir la verdad de una manera inútil y desconsiderada, hace más mal que bien. Recordemos lo que sobre esta idea dijo el filósofo griego PITÁGORAS: “Sé amigo de la verdad hasta el martirio, pero no seas su apóstol hasta la intolerancia”.
Es cierto, que la verdad es muy poderosa y que siempre prevalecerá; pero decir la verdad sin ningún sentido, puede causar graves daños. Por esto, mucha razón tuvo el francés BERNARD LE BOUVIER, cuando escribió: “Si tuviere mi mano cerrada llena de verdades, me guardaría bien de abrirla”.
Critilo sugiere que tomemos muy en cuenta lo siguiente: que nada más sano para nuestro espíritu, que ser veraces con nosotros mismos, como lo sentenció SHAKESPEARE. Jamás decir verdades a medias, pues es una de las conductas más perversas cuando lo hacemos con mala intención. Y finalmente, no insultar a las personas en aras de la verdad, cuando, por ejemplo, le decimos a una persona que es tonta o fea cuando en verdad lo es. La verdad mal usada y con mala intención y de manera innecesaria, revela una conducta perversa.
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