¡Hombre! Tú oscilas entre una sonrisa y una lágrima
Todos conocemos de la extraordinaria fuerza física de SANSÓN y de sus destacadas proezas, que también describe la Biblia. Pero también sabemos, que podía perder su fuerza si se le cortaba su cabellera, tal como le sucedió al habérselo cortado DALILA.
Y también sabemos del enorme héroe AQUILES, pintado magistralmente en la inmortal obra, La Iliada, de HOMERO. AQUILES tenía un solo punto vulnerable: su talón.
SANSÓN y AQUILES nos muestran lo que es todo ser humano: fuerza y debilidad. “¡Hombre! Tú oscilas entre una sonrisa y una lágrima”, escribió LORD BYRON. Cuánta razón tuvo el Francés DENIS DIDEROT cuando escribió: “Decir que el hombre es una mezcla de fuerza y debilidad, de pequeñez y de grandeza, no es hacer su proceso: es definirlo”.
Si tuviéramos conciencia de nuestra grandeza, pero también de nuestras debilidades y serias limitaciones, no caeríamos en el autoensalzamiento ni en la autodegradación. Toda persona que se siente inferior, no se da cuenta de sus buenas cualidades y dominada por ese agudo dolor que le provoca su sentimiento de inferioridad, trata de mostrarse superior ante los demás. Pero no lo hace sólo como una pose sino que sus actitudes y conductas son de desprecio a los otros, aún cuando se someta a ellos. Trata de rebajar a los que siente que son superiores a él, achica los méritos de los demás; tiene fuertes tendencias a pisar, sojuzgar y humillar a cuanta persona le parezca digna de mérito.
Toda persona que se siente inferior, no se consume en su inferioridad, sino que se empeña en sobresalir a toda costa. Y si la persona que se siente inferior es muy inteligente y con sobresalientes capacidades naturales, tenderá a la soberbia al despotismo y hasta a la violencia sentimental y física.
Para el mundialmente famoso sicólogo ALFRED ADLER, estas personas pueden curarse y llegar a ser normales y felices, solamente si logran adquirir el “sentimiento de comunidad”. Es decir, si logran acercarse a su prójimo, dándose cuenta, que en última instancia, toda persona por más bien dotada que esté, padece de debilidades y defectos y de que todo ser humano por más inferior que se sienta, goza, aunque no lo sepa, de muchas cualidades.
El “sentimiento de comunidad” es la única cura para nuestros dolorosos sentimientos de inferioridad. Saber, que sólo podemos prosperar como personas y prosperar en nuestro trabajo, en la medida en que abandonemos nuestras exigencias de grandeza y nuestras tendencias a superar a los otros.
El “sentimiento de comunidad” es la puerta de acceso a participar a favor de otras personas, a descubrir el milagro de la cooperación con los demás. Cuando nos comprometemos a establecer relaciones de cooperación y de cordialidad, ya no nos sentiremos amenazados; nos daremos cuenta que nuestro miedo a los otros ha desaparecido y empezaremos a encontrar buenas cualidades en los demás y nos alegraremos de ello, así como empezaremos a ver que también nosotros tenemos buenas cualidades.
CRITILO nos recuerda, que como seres humanos, gozamos de excelentes cualidades, pero que también padecemos de debilidades. Cuando aceptemos este hecho, estaremos preparados para tener la certeza de que nuestra vida sólo podrá florecer en el encuentro cálido con los demás, en la cooperación, en la ayuda mutua, en desterrar nuestro egoísmo y en luchar por nuestras metas sin la necesidad de aplastar a nadie. Al cooperar y ayudar a otros, nuestro mundo se ilumina y resplandece.
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