La ingratitud es hija de la soberbia
La Gratitud es el sentimiento que mueve a estimar el beneficio recibido y a corresponder de alguna manera. Y por el contrario la Ingratitud es el desagradecimiento y el olvido de los favores recibidos. Es tan importante la Gratitud, que FEDERICO EL GRANDE escribió: “¿Acaso no debemos a los que nos han dado los medios de instrucción la misma gratitud que debemos a lo que nos han dado la vida?”.
Cuando hemos sido ofendidos o se han cometido injusticias contra nosotros, los grabamos en nuestros corazones, pero los beneficios recibidos los escribimos en la arena. Reconocer con gratitud los beneficios que nos han dado, constituye uno de los rasgos más nobles de nuestro carácter. Pero con frecuencia, en cuanto hemos recibido un bien, nos apresuramos en devolver el favor, sin darnos cuenta que esa prisa no revela más que una encubierta Ingratitud, pues lo que en el fondo queremos, es no estar obligados con quien nos favoreció. FRIEDERICH VON SCHILLER en su obra, Don Carlos III, dice: “¿Qué se olvida más fácilmente que la gratitud?”.
Sin darnos cuenta, la realidad es que constantemente estamos recibiendo bienes y favores de muchas personas y nos parece tan normal, que no les damos “las gracias”. Y es que en el fondo de muchas personas, dar las gracias y mostrarse agradecidos es recordar que son y que quedan como deudores y esa carga no la pueden soportar, por lo que prefieren quedar callados y no agradecer los beneficios. Esto lo observó muy bien el genial SHAKESPEARE en su obra cumbre, Hamlet, al haber escrito: “Mendigo como soy, pobre soy también en dar las gracias”.
La vida diaria nos demuestra que la persona que otorga beneficios a otros, generalmente termina queriéndolo, mientras que en la mayoría de los casos, quien recibe los beneficios no termina sintiendo el mismo afecto. Y se nos escapa, que las personas que nos benefician tendrán la tendencia de seguir ayudándonos. Por ello, una de las muestras de mayor agradecimiento que podemos tener con quien nos ha ayudado, es pedirle un nuevo favor.
NIETZSCHE, en su obra, Humano, Demasiado Humano, escribió: “A un alma dedicada le agobia el saber que alguien está obligado a gratitud con ella; a un alma grosera, el saber que ella está obligada a gratitud con alguien”. Todo espíritu noble rechaza imponer su yugo sobre otros. La nobleza de alma siente aversión a cualquier lazo de servidumbre. El espíritu noble es tan delicado, que cuando da, no espera nada a cambio y jamás quiere ver en el beneficiado a un cautivo obligado.
En cambio, todo espíritu carente de nobleza, recibe los beneficios, pero a la vez, se siente ofendido, inferior y sujeto a servidumbre. Y es que la falta de nobleza revela un alma egoísta, envidiosa y muy temerosa a ser considerada sujeta a cualquier obligación. Por esto, la Ingratitud es una perversión humana, pues está dispuesto a recibir beneficios y al mismo tiempo desprecia a su benefactor. Para CERVANTES “La ingratitud es hija de la soberbia”.
SILVIO PELLICO reflexionó profundamente sobre este tema: “Solamente es bueno quien sea agradecido a todos los beneficios (incluso a los mínimos). La gratitud es el alma de la religión, del amor filial, del amor a quienes nos aman, del amor a la humanidad, de la cual proceden tantos beneficios y tantas dulzuras”.
CRITILO piensa que debemos ampliar nuestra conciencia a fin de darnos cuenta de la gran cantidad de servicios, favores y ayudas que constantemente recibimos. ¡Nos quedaríamos sorprendidos de dos cuestiones!: primera, que en múltiples formas, permanentemente estamos recibiendo beneficios de muchas personas y segunda, que casi nunca les damos las gracias, pues consideramos como algo muy natural, que se nos ayude. Si constantemente agradecemos tanto favor recibido, nuestra alma crecerá en nobleza y al aumentar nuestra capacidad de agradecimiento, paulatinamente nos iremos convirtiendo en benefactores, con la resultante final, que tan sabiamente observó GOEHTE: que solamente podrá ser feliz el que da.
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