Soy yo, yo quien lo ha hecho
A todos nosotros, a través del transcurso de nuestra vida, se nos va presentando una serie de problemas. Éstos van desde los más simples hasta los más graves, siendo éstos los que llegan a causarnos grandes preocupaciones y sufrimientos emocionales. Ninguno de nosotros puede escapar de un buen número de graves dificultades, pues éstas surgen por múltiples factores. Pero al final de cuentas, podemos elegir entre dos opciones: abandonarnos ante las dificultades, argumentando que nosotros no somos responsables de ellas; o bien, asumir la responsabilidad y tratar de solucionarlas.
Cuando se presenta en nuestras vidas un problema, la única manera de resolverlo es, precisamente, resolviéndolo. Esta afirmación pudiera parecer muy simplista, obvia y ser una mera repetición del mismo pensamiento; pero no es así.
Recordemos lo que escribió NICOLÁS MAQUIAVELO: “En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartase los obstáculos sin que de ellos surjan otros”. La primera actitud que resulta realista y sana es la de aceptar que las dificultades estarán siempre en nuestra existencia. Pero el primer gran obstáculo que se nos presenta, es que a muchas personas les es casi imposible comprender y aceptar que la única manera de resolver un problema, es, resolviéndolo.
Otra cuestión que pudiera parecer muy obvia, pero que no lo es en lo absoluto, consiste en que es imposible para una persona resolver un problema si no acepta su responsabilidad a fin de poder solucionarlo. Hay un buen número de personas, que están siendo afectadas por dificultades, pero su actitud es la siguiente: “No es mi problema”; para estas personas, el problema que les afecta es por culpa de la mala educación que le dieron sus padres o bien, es culpa de su jefe, de su cónyuge, de la sociedad, de su signo zodiacal, pero jamás es su responsabilidad.
Este tipo de personas no acepta la responsabilidad que tienen para solucionar sus dificultades y al no aceptarlas, otras personas son las responsables y obligadas para resolverles sus problemas: sus padres, el amigo, el cónyuge, el Gobierno o Dios, pero no ellos. El poeta VIRGILIO, sentenció: “Soy yo, yo quien lo ha hecho”; el escritor inglés, LEWIS CARROLL, escribió: “Si cada cual se ocupara de lo suyo, el mundo daría vueltas más aprisa”. El no aceptar que somos responsables para la solución de un problema, impide en forma absoluta, que podamos resolverlo. Pero en el momento en que cada uno de nosotros nos encontremos ante un problema nuestro y digamos: “este es mi problema, de mí depende solucionarlo”; desde ese momento, estaremos en posibilidades reales de resolverlo.
Esta toma de responsabilidad sitúa a la persona en el centro de la dificultad y lo capacita para enfrentarse a él con todas sus fuerzas y capacidades. Aceptar la responsabilidad de solucionarlo, es dejar de esperar en que el problema se resuelva solo, como ingenuamente muchos piensan. Aceptar que a él le corresponde resolverlo, es abandonar la falsa ilusión de que otros se lo resolverán o que Dios acudirá en su ayuda. Y aquí se aplica el refrán católico: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
CRITILO nos dice, que nada nos impide pedir ayuda a otros para solucionar nuestros problemas, pero siempre y cuando asumamos de antemano la totalidad de la responsabilidad, por parte nuestra.
El escritor británico JOESPH CONRAD, acuñó una importante sentencia que dice: “Enfrentarse, siempre enfrentarse, es el modo de resolver el problema. ¡Enfrentarse a él!”. Aceptemos de una vez por todas lo siguiente: primero, que mientras estemos vivos, tendremos problemas de todo tipo, pues ningún ser humano podrá escapar de un buen número de ellos; segundo, que la base fundamental para la solución de un problema consiste en aceptar nuestra responsabilidad por entero y tercero, que aún ante los problemas más difíciles, mientras no los enfrentemos con toda valentía y decisión, no sabremos de las variadas y enormes fuerzas que tenemos para solucionar la gran mayoría de nuestras dificultades.
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