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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

La mirada no científica que resbala sobre una rosa, se posa en la suavidad de los pétalos y se maravilla en la magnificencia de su colorido.

Todos nuestros actos voluntarios son el resultado de una previa decisión y por lo tanto, se dan de manera consciente. En cambio, la totalidad de nuestras intuiciones emergen de nuestro inconsciente, de ese fondo de nuestra alma que percibe con una límpida nitidez, una idea o verdad, sin el proceso del razonamiento. Nuestras intuiciones son percepciones por las cuales entendemos clara e instantáneamente algo.

La ciencia, que todo lo pasa por el Ensayo y el Error y declara la verdad de una cosa después de su plena comprobación, es el resultado del frío razonamiento que se apoya en la lógica, las matemáticas y la física. La ciencia trabaja en el mundo de lo cuantitativo, y sólo cree en lo que puede comprobar de una manera absoluta. Se trata de un mundo de conocimientos en el que sólo es verdadero lo que se ha comprobado. Su universo es lo cuantitativo, lo medible, lo consciente y lo racional.

Como podemos observar, jamás podrá ser materia de la ciencia, la belleza, la piedad, la poesía, la sensibilidad moral, ni la intuición. Un científico que observe una flor, tendrá que entrar de manera directa al código genético de la semilla. Los pétalos, el pistilo y la corola de una flor, son el resultado del contenido potencial de la semilla. En cambio, la mirada no científica que resbala sobre una rosa, se posa en la suavidad de los pétalos y se maravilla en la magnificencia de su colorido.

Nuestros ensueños, presentimientos, corazonadas, intuiciones, emergen de pronto y sin previo aviso, del fondo de nuestra alma y nos indican lo falso o verdadero de algo y nos señalan lo que debemos hacer. La abrumante fuerza de la ciencia nos ha hecho creer que sólo lo verificable es verdadero y poco a poco esa visión científica ha estado matando en nuestros corazones las intuiciones más certeras, pues la ciencia nos ha hecho desconfiar de todo lo que previamente no haya estado sujeto al método de Ensayo y Error y a lo comprobable cuantitativamente.

¿Dónde está el laboratorio científico más avanzado del mundo en el que podamos verificar nuestras más instantáneas y claras intuiciones? ¿Podrá la ciencia en verdad decirnos que la naturaleza es algo totalmente distinta a nosotros? ¿No será más certera la intuición que nos indica que la naturaleza forma parte de nosotros y nosotros de ella y que por lo tanto a la naturaleza no debemos destruirla ni tratar de modificarla, sino cooperar con ella para que a su vez, nos ayude a nosotros?

Nuestras intuiciones se originan muy probablemente en el inconsciente colectivo a que aludía CARL JUNJ. Se trata de ese mundo de ideas que son transmitidas genéticamente, como también de ese conjunto de sentimientos e ideas que hemos venido acumulando a través de nuestra vida.

¿Qué no nos hemos dado cuenta, que las cuestiones más trascendentales de la vida las hemos realizado por instantáneas intuiciones y poderosas corazonadas? ¿Qué acaso, nuestros romances, vocación, creaciones en nuestro trabajo, amistades profundas, amor por nuestro hijo, han surgido como actos conscientemente voluntarios y sujetos al método de Ensayo y Error de la ciencia?, o más bien, ¿no se ha dado todo esto gracias a nuestros sentimientos y profundas intuiciones?

CRITILO nos dice, que hoy más que nunca, por estar pasando por una época de información desconectada de la totalidad, por una época científica, y por costumbres donde la sensibilidad moral está cada vez más ausente, es por lo que debemos dejar que surja lo más valioso de nuestra alma: el sentimiento por lo sagrado y lo sublime, nuestras intuiciones y corazonadas, la mirada maravillada ante la naturaleza y el asombro. Todo esto es producto de un corazón y de una mente que se inclina por lo cualitativo y no por lo cuantitativo, que prefiere la comprensión holística de la naturaleza y de nuestra vida, a las mediciones científicas de lo físico y a las abstracciones de las matemáticas.

Quedémonos con lo que de la intuición dijo el poeta alemán GOETHE, en otras palabras: “Lo peor es que para pensar no sirve de nada el pensar. Hay que acertar por naturaleza, de modo que las ocurrencias afortunadas se nos aparecen y nos gritan como libres criaturas de Dios: ¡Aquí estamos nosotras!”

Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx

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