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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Coronémonos de rosas antes de que se marchiten

Uno de los temas en que mayor confusión ha habido en los últimos tres mil años, desde los registros de la manera de vivir de los Egipcios en la época de los Faraones, y después en la Grecia de HOMERO, es el tema relativo al Placer. Se han dado sectas, religiones, filosofías, que han atacado al Placer como uno de los más grandes daños para el ser humano y también han existido corrientes del pensamiento que lo han defendido, como es el caso del pensador Griego EPICURO.

El genial inventor del Sicoanálisis, FREUD, siempre mantuvo la tesis de que el hombre a toda costa trata de evitar todo tipo de dolor emocional y físico y de obtener el mayor Placer. En los mamíferos, aves y aún especies sin un buen desarrollo cerebral, tratan de evitar el dolor y obtener el mayor Placer.

El Placer consiste en un contento del ánimo, es una sensación agradable. Los seres humanos disfrutamos el Placer en una amplia gama de sensaciones corporales y exaltaciones del ánimo. Experimentamos placeres físicos como el agrado de ciertos alimentos, tocamiento de la piel, etcétera. Y también experimentamos el Placer de agradables sonidos, olores, la contemplación de la naturaleza, del arte, etcétera. Para EPICURO el Placer es el principio y culminación de la vida feliz. En una carta que este filósofo le escribe a MENECEO, le dice lo siguiente: “Al placer, en efecto, reconocemos como el bien primero, a nosotros connatural, precisamente por ello no elegimos todos los placeres, sino que hay ocasiones en que soslayamos muchos, cuando de ellos se sigue para nosotros una molestia mayor. También muchos dolores estimamos preferibles a los placeres cuando tras largo tiempo de sufrirlos, nos acompaña un mayor placer. Ciertamente todo placer es un bien por su conformidad con la naturaleza y sin embargo, no todo placer es elegible; así como también todo dolor es un mal, pero no todo dolor siempre ha de evitarse”.

En los países de Occidente, el Placer está sumamente desacreditado. Las corrientes moralistas y una pérdida progresiva de nuestra relación con la naturaleza nos han conducido a una percepción distorsionada de lo que es el Placer. De hecho, en la actual sociedad de consumo los placeres auténticos, al contrario de lo que pudiera pensarse, han ido desapareciendo y en su lugar lo han estado ocupando la comida excesiva, el alcohol, las compras compulsivas, etcétera.

La Biblia nos dice: “Coronémonos de rosas antes de que se marchiten”. Es decir, gocemos de los placeres cuando aún podemos hacerlo. Ya el poeta Romano HORACIO nos aconsejaba: “Mientras puedas disfruta de la vida rodeado de placeres, vive sin perder de vista que la vida es breve”.

Si realmente rechazamos los falsos moralismos y le diéramos al Placer la enorme importancia que tiene en nuestras vidas, seríamos personas más equilibradas y con una moral más sólida. El ser humano tiene un hambre permanente por disfrutar de las bellezas de la naturaleza, tiene sed de escuchar el canto de las aves y el susurro del viento, de gustar alimentos sencillos y variados, de que su piel sea acariciada por el agua, de acariciar y de ser acariciado. Así como el hombre aspira a la verdad y a lo bello, siempre desea también experimentar sensaciones agradables que deleiten sus sentidos y que den contentamiento a su ánimo.

El alcohol, el cigarro, las drogas, la adicción al dinero y al éxito, las compras compulsivas, los lujos, son sustitutos muy peligrosos de loas verdaderos placeres, que al final de cuentas no son placeres reales y siempre conducen al dolor, al sufrimiento y muchas veces a la muerte.

¡No tengamos miedo a disfrutar de múltiples placeres que la vida nos ofrece! Bien dijo DUBAY: “Los placeres son como los alimentos: los más simples son los que menos cansan”. Si cada día, nos dice CRITILO, disfrutamos de placeres físicos y estéticos, nuestros cuerpos y nuestras emociones trabajarán en un mayor equilibrio; abandonaríamos tantos esfuerzos inútiles por el éxito y el dinero; eliminaríamos muchas de las peligrosas adicciones a las que estamos esclavizados por falta de placeres reales y normales. El placer bien entendido, es uno de los regalos más preciados que nos ofrece la naturaleza y la vida.

Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx

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