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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Para el que teme todo se agita

Tercera y última parte

El Miedo ya invadió al joven y al adulto. El niño miedoso es ahora un joven o un adulto también miedoso. Si los padres de estos jóvenes y adultos experimentaran con frecuencia una serie de temores, sus hijos, de manera inconsciente, los fueron introyectando, se fueron contagiando de ellos, al igual que una persona no vacunada se contagia de cierta enfermedad, por la cercanía con esos microbios. Al igual que el que no ha sido vacunado contra ciertas enfermedades y por consiguiente, carece de los anticuerpos necesarios, el niño que no cuenta con los anticuerpos del amor y la confianza, es proclive a contagiarse de todo tipo de miedos que le arruinan su existencia.

El adulto y el joven que han venido alimentando y multiplicando sus miedos (casi todos, totalmente irracionales e infundados), muestran frontalmente algunas actitudes y conductas como las siguientes: ven a las demás personas como contrarios, desconfían de sus propias fuerzas, no pueden soportar la verdad, exageran y magnifican los problemas, son incapaces de establecer relaciones rápidas con los demás, sienten un permanente desamparo, etcétera. Ante todas estas turbulencias emocionales, el adulto y el joven sienten una angustia expectante, esperando con temor los duros golpes de la vida que sienten intensamente que van a recibir de manera inesperada. Y cuando algún problema complejo se les presenta, el primer sentimiento que los abate es el del “desamparo”. Se sienten desamparados, impotentes y en consecuencia, los problemas que la vida les plantean, les parecen insuperables. Al sentir su incapacidad para resolver sus problemas, inician el círculo vicioso de su falsa verdad: que realmente sus miedos están justificados, pues si no los estuvieran, podrían deshacerse de ellos. Y el hecho de que no resuelvan sus problemas, intensifica sus miedos y éstos, a su vez, lo imposibilitan para resolver sus dificultades; éste es su círculo vicioso, simplemente infernal. Este círculo vicioso, los puede mantener a lo largo de sus vidas en un estado permanente de angustia o de ansiedad, temiendo siempre que en cualquier momento todas sus desgracias imaginadas les lleguen.

De este círculo vicioso no se podrá escapar a no ser que quienes padezcan de este infierno, empiecen de inmediato a entender que su curación está en sus relaciones con los demás. Cuando inicien una intensa y variada relación con los otros, empezarán a comprender que no son sus contrarios ni son lo peligrosos que creían. Quien se acerca al prójimo, los otros serán su espejo, pero también será la fuente de un conocimiento de la condición humana que jamás pensaron que existiera. Los otros no serán ya más, sus enemigos, sino sus aliados, sus compañeros de alegrías y sufrimientos, sus fuentes de una comprensión del corazón y de los afectos.

El Miedo se nos presenta en múltiples formas; es como un monstruo con muchas cabezas, que cuando le cortamos una, le nace otra y es que por lo general, atacamos al miedo luchando contra sus efectos, sin aniquilar las causas. Hay quienes muestran sus miedos desde una posición de debilidad y desamparo; son quienes se confiesan miedosos y a todas horas muestran sus temores sin inhibición alguna. Otros, en cambio, disfrazan sus profundos temores haciendo el papel de pequeños tiranos domésticos; se trata de la madre o el padre que a menudo estallan en explosiones histéricas, a fin de imponerse ante sus hijos a base del terror. Se sienten tan miedosos en lo interior estos padres, que necesitan mostrarse poderosos en lo externo, pero su poderío externo es un simple disfraz, una farsa, aunque por desgracia para esos tiranos, sus explosiones de ira incontrolable sí lo sienten en toda su magnitud.

A base de estos espectáculos de ira, de estos tiranos domésticos y estos dictadorcitos en su papel de jefes en actividades laborales, se agazapan en sus miedos, pero ante los demás aparecen como los jefes de familia y directivos de empresa, llenos de poderío y de firmeza. Sus miedos de palomas los encubren con pieles de lobos. CRITILO nos ejemplifica lo anterior, en un pensamiento del escritor Español LOPE DE VEGA, que dijo: “¡Qué de sombras finge el miedo!”.

El miedo y sus diferentes formas, achican nuestras vidas. Pero la verdad, es que podemos aniquilar nuestro miedo primigenio y las variadas maneras de temor.

¡Salgamos al mundo, abrámonos con los demás, establezcamos relaciones con nuestro prójimo, confiemos en nosotros mismos y nuestros miedos quedarán sepultados para siempre!

Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx

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