Un solo momento puede cambiarlo todo
Por más que estemos viviendo una existencia dolorosa y frustrante, no nos atreveremos a emprender nuevas conductas y actitudes, pues tenemos miedo a lo que podría depararnos el futuro con los nuevos cambios. Por más triste y limitada que sea nuestra actual forma de vida, nos aferramos a ella como un náufrago a su tabla, pues lo actual nos resulta conocido y lo nuevo nos aterroriza. Entre nuestro actual jardín lleno de maleza y de espinas o el probable nuevo prado pletórico de flores, nos quedamos con las espinas.
Esta es una de las más duras realidades del ser humano: no queremos dejar de sufrir, pues al fin y al cabo así hemos estado viviendo y por el contrario, atrevernos a cambiar, pensamos falsamente que nuestro sufrimiento pudiera aumentar. Y además, ¿para qué cambiar nuestros sufrimientos si nos acarrean ganancias secundarias?; ganancias como representar el papel de víctima, ser consolados, advertirles a todos que deben tratarnos con cuidado, pues somos débiles, etc., la realidad, es que le tenemos un verdadero pavor al cambio y no sabemos lo que sí sabía el poeta OVIDIO: “Todo se transforma, nada perece” ¡Qué razón tuvo MATTHIAS BOURBOU cuando escribió: “Todas las cosas cambian, y nosotros con ellas”.
Y lo más triste de todo, es que cuando estamos inmersos en una vida que permanece en la frustración y el sufrimiento, nos aferramos a esa existencia creyendo que las cosas, las circunstancias y nosotros, no sufren cambios. Lo triste, es que esas circunstancias y personas siempre están cambiando para bien o para mal. Y al no darnos cuenta de esto, todo cambia, menos nuestras actitudes y conductas, que las repetimos en circunstancias diferentes. Y aquí se da el gran problema, pues a nuevas circunstancias debemos actuar de manera diferente. Tenemos que dejar de empecinarnos tercamente en que las circunstancias se adapten a nuestras repetitivas conductas y actitudes, para dar un giro de 180 grados y que seamos nosotros los que nos adaptemos a las nuevas circunstancias. Si repetimos lo mismo obtendremos de lo mismo. Si no queremos cambiar de pensamientos, estrategias y conductas, nuestras vidas frustradas y tristes permanecerán igual, aun cuando todo lo demás haya cambiado. Si en nuestras relaciones sentimentales, económicas, con nuestra salud, trabajo, etc., estamos fracasando, es obvio que tendremos que hacer cambios drásticos en nosotros y tomar nuevas decisiones, pues si no es así, seguiremos obteniendo de lo mismo.
Toda elección, implica una renuncia. No podemos quedarnos con todo y además, sería dañino. No nos podemos quedar con la tristeza que nos acompaña y con los nuevos regalos que la vida nos ofrece al cambiar de actitudes y conductas. No nos podemos quedar con nuestro actual infortunio y a la vez, experimentar cambios en nuestra forma de sentir, pensar y actuar. No podemos guardar en nuestro corazón nuestra actual vida sufriente y a la vez, hacer correr por nuestro corazón una nueva sangre de triunfos, osadía, cambios de vida y nuevos sentimientos de alegría. No podemos mantener nuestra alma marchita, y a la vez, fortalecerla con ánimo y una actitud diferente ante la vida.
CRITILO nos dice que ¡No podemos hacer todo y quedarnos con todo! y que toda elección implica una renuncia. Y a lo que vamos a renunciar es a una vida de melancolía y frustración y la vamos a abandonar, porque hemos elegido una nueva vida de plenas realizaciones. Pero esto será imposible sin cambios fundamentales en nuestras decisiones, sentimientos, actitudes y conductas. Bien lo dijo el crítico literario inglés SAMUEL JOHNSON: “No hay cambio sin inconvenientes, ni aun aquel que significa el paso de lo peor a lo mejor”. Recordemos lo que una vez escribió CHRISTOPH MARTIN WIELAND: “Un solo momento puede cambiarlo todo”. Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx
