Donde está el sacrificio suele estar la virtud
En la Divina Comedia, la obra cumbre de la literatura latina y probablemente la obra con mayor perfección jamás escrita, en el canto II BEATRIZ (de quien en realidad Dante se enamoró cuando ella era una niña) le dice a DANTE: “puesto que tanto quieres saber, te diré brevemente, respondiome, por qué no temo venir a este abismo (recordemos que DANTE estaba en su viaje al infierno). Sólo deben temerse las cosas que pueden redundar en perjuicio de otros, pero no aquellas que nos inspiren este temor”.
Los poetas geniales como DANTE penetran en la esencia de las cosas, sólo ellos ven lo que los demás no podemos. Nosotros, nos podemos pasar toda nuestra vida nadando en la superficie del agua, mientras que los poetas geniales se sumergen en las más hondas profundidades. DANTE distinguió una de las esencias de la vida que a nosotros comúnmente nos pasa desapercibido: el no temer mas que aquellas cosas “que pueden redundar en perjuicio de otras, pero no aquellas que nos inspiren ese temor”.
Probablemente, si fuéramos capaces de tomar conciencia de esta idea deslumbrante de DANTE, esto sólo bastaría para dejar de temer para siempre la gran mayoría de nuestros espantos. Por lo general sólo tememos lo que a nosotros en lo individual nos puede dañar y ese temor lo extendemos a unos cuantos de nuestros seres más queridos, pero no a más. Esta poderosa tendencia responde en su raíz a un sano egoísmo, pero cuando no somos capaces de trascender el personal egoísmo y transitar hacia el Altruismo, somos personas mutiladas. Seremos personas con una grave invalidez de nuestra alma, al igual que un ave tiene una de sus alas quebradas.
Despojarnos a veces de nuestro natural egoísmo significa que las potencias más bellas de nuestro espíritu han vencido a los instintos más primarios de nuestra biología. El Altruismo no puede darse en una alma vil ni en una vida canija, es decir, débil y enfermiza, sino solamente en un corazón generoso y solidario. El Altruismo es un sentimiento o norma de conducta que nos mueve a realizar el bien de otros, aun a costa del propio bien. El Altruismo es hermano del sacrificio, en cuanto es un acto de abnegación inspirado por la vehemencia del cariño. Pero en el sentido en que estamos tratando estas ideas, el temor de lo que puede perjudicar a otros, ese Altruismo y sacrificio se hermanan con la responsabilidad y la conciencia moral, pues no podríamos querer al que podemos perjudicar y no obstante esta carencia de amor, nos cuidaremos y temeremos de no dañar a otros, como DANTE genialmente lo observara ALFRED VÍCTOR en su obra Diario de un Poeta: “El sacrificio es lo más bello del mundo”. Y DELESSERT, escribió: “Donde está el sacrificio suele estar la virtud”.
¿Cuántas veces, por satisfacer nuestros placeres, intereses, explosiones de cólera, resentimientos, no tememos en lo más mínimo el daño que podemos casar a otros?
¿Cuántos de nosotros temblamos de terror ante un posible fracaso económico, pero en cambio, durante años, hemos maltratado a nuestros hijos o cónyuge con explosiones de ira?
Este maltrato psicológico y físico que hemos inflingido a seres queridos nuestros, seguramente han dañado para siempre la vida de nuestros hijos y a veces, un interés malsano se anida codiciosamente en las cavernas de nuestro corazón, sin temer en lo más mínimo el daño que a otros les podamos causar en su economía, prestigio, salud, honra, etc.,
¿Qué muchas veces no hemos antepuesto sin ningún recato ni conciencia moral, nuestros intereses a costa de destruir a otros?, lo dulce de una irresponsable victoria se convierte en destructivo ácido para el otro. Es muy grave, pero es absolutamente cierto, que la sociedad de occidente ha perdido sensibilidad moral. No debe bastarnos la conciencia moral por más indispensable que sea, sino que resulta absolutamente necesario despertar e incrementar nuestra sensibilidad moral. La primera, es una operación de la inteligencia y pertenece al mundo de la ética, pero la sensibilidad moral reside en lo más puro de nuestro espíritu.
CRITILO nos pide que reflexionemos en la inmensa sabiduría de DANTE, para quien “Sólo debe temerse las cosas que pueden redundar en perjuicio de otros, pero no aquellas que nos inspiren este temor”. Seguramente, si esta idea y este rayo de sensibilidad moral tocan nuestra alma, podría darse el fenómeno en el que aún no ha penetrado la psicología: que de una vez por todas, abandonaríamos nuestra marcha temerosa en nuestras existencias y un nuevo ropaje de bravura y valentía alimentaría nuestro espíritu en nuestras vidas; valentía y bravura nacidas de no temer lo que a nosotros nos pueda suceder, sino temer sólo cuando nuestras acciones puedan redundar en perjuicio de otros. Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx