El amor no nos hace ciegos, sino videntes
El Amor embriagador; el Amor devastador; el Amor que hace que una persona se sienta fundida con el universo; el Amor que lleva a una persona al suicidio; el Amor erótico es una pasión que atrae un sexo hacia el otro. Es a esta clase de Amor a la que nos vamos a referir en estas reflexiones.
Seguramente, no hay un tema que haya sido más comentado en todo el abanico de las pasiones humanas y de los sentimientos, que el Amor. Desde los tiempos inmemorables, en pinturas en las cavernas, estatuillas, poemas, pinturas en lienzos y objetos, etc., este tema ha sido una constante en el género humano. Ya en la Iliada de HOMERO, el rapto de Helena de Troya por Paris, inicia una sangrienta guerra. Los grandes dramas de ESQUILO, SÓFOCLES Y EURÍPIDES, revelan magistralmente las grandes tragedias causadas por la pasión amorosa. Los poetas de todos los países del mundo de la Antigüedad, guerras causadas por rivalidades de amor en los reinados a través de la historia; dramas como Romeo y Julieta y Othelo de SHAKESPEARE, canciones de todas las latitudes de la tierra, novelas, películas, etc., ha sido el Amor su centro, su principio y su fin.
Sobre el Amor ya todo está dicho. Y si quisiéramos captar lo más sublime y lo más abyecto de la pasión amorosa, nada mejor que recurrir a los grandes poetas, dramaturgos y novelistas de la historia. Son ellos los verdaderos videntes de esta inmensa pasión que todo da, todo lo quiere conservar, todo lo devora, todo lo construye y todo lo destruye. Una sentencia de la antigua Roma decía: “Le amo más que a mí mismo”, expresando el máximo sentimiento de amor hacia una persona. La muerte (por amor) de ROMEO Y JULIETA descrita por SHAKESPEARE nos estremece no por que se trate de un acontecimiento poco común, sino por el magistral arte de este inmenso genio. Muertes por amor se dan con una gran frecuencia en todas las ciudades del mundo. La lectura de los periódicos nos relata la gran cantidad de estas tragedias debidas a esta pasión, la más ardorosa, sublime y devastadora, de todas las pasiones, junto a la del odio.
Nada más ingenuo de nuestra parte que tratar de añadir una sola letra a los millones de letra empleadas para describir esta pasión. Pero en cambio, sí podemos hacer algunas reflexiones en relación a un tema muy poco tratado: el miedo ante el Amor. Comúnmente se piensa que todas las personas desean el Amor, que vamos en su búsqueda, que ponemos lo mejor de nuestra parte para lograrlo y que una vez conquistada una persona, las cosas no deben resultar difíciles.
Así como parece normal que digamos que hay personas que sienten miedo al fracaso, nos resulta difícil creer, que también hay muchas personas que sienten miedo al éxito. Lo mismo sucede con el Amor: un buen porcentaje siente miedo y con frecuencia, mucho miedo ante el Amor. Una persona puede fantasear o luchar verdaderamente por conquistar el Amor de otra persona, aún cuando le parezca muy improbable obtenerlo. Y en un determinado momento, la persona anhelada le ofrece su Amor, le corresponde a su pasión. Y ante este hecho, la persona que tanto lo ha buscado, simplemente lo rechaza. Los amigos y familiares de estas personas y aún ellas mismas, no se explican la razón de su rechazo y a lo más, terminan pensando, que en realidad no estaban enamorados. ¡Por supuesto, que a veces se debe a este motivo!, pero en la mayoría de las veces, se debe a un profundo miedo ante el Amor.
Probablemente, la razón de este problema se encuentra en una tendencia genética de todos los seres humanos. La especie humana, ya como Homo Sapiens, hace unos cuatrocientos mil años, debemos nuestra supervivencia (entre otros factores), a nuestro sentido de cooperación. Pero también nuestra especie humana ha sobrevivido gracias a nuestro poderoso instinto de independencia. Y como el Amor nos hace en muchos sentidos dependientes del ser que amamos, se produce un miedo biológico a perder esa independencia. Esta tendencia es esencialmente biológica y muchas personas no se dan cuenta en el campo del espíritu, que si bien es cierto que los amantes pierden independencia, también reciben una serie de bienes y compensaciones muy superiores a lo que pierden.
Las personas miedosas sienten que pierden algo muy valioso, aunque no saben qué, si se entregan al otro. La persona que no ha sido capaz de vencer sus miedos, le da más valor a la tendencia genética de la autoconservación y de la independencia que heredamos de nuestros primeros ancestros hace aproximadamente tres millones de años, que al Amor.
CRITILO nos dice, que cuando un matrimonio se encuentra riñendo frecuentemente, la mayoría de las veces es por simples bagatelas, aún cuando la pareja sienta que están discutiendo por graves desavenencias, en realidad, los cónyuges no están peleando como las personas que son, sino como la persona que cada uno cree del otro y que no corresponde a la realidad. Lucha un fantasma contra el otro, sin darse cuenta, que en el fondo, hay un problema de profundo miedo ante el Amor. Si la pareja se da plena cuenta que uno no va a ser devorado ni anulado por el otro, ambos empezarán a ver claro por vez primera. Es como si se tratara de un acto de magia, pues al comprender que lo que domina a uno o ambos cónyuges, no son graves dificultades, sino sólo miedo al compromiso y a la entrega.
Cuando este rayo de luz ilumina sus conciencias, de pronto, aquella pareja que siempre reñía, se convierte en una pareja con humor, alegría y entrega mutua. Recordemos siempre, que el Amor no nos hace ciegos, sino videntes, que el Amor no nos devora, sino que nos completa.