Nacional Claudia Sheinbaum Seguridad Narcotráfico Generación Z Pensión Bienestar

Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Amamos siempre a quienes nos admiran, pero no amamos siempre a aquellos a quienes admiramos

ROBERT DARWIN, en su obra, La Expresión de las Emociones, escribió: “la admiración parece consistir en una mezcla de sorpresa, de placer y de aprobación”. Por su parte, el moralista Francés LA RECHEFOUCAULD, SENTENCIÓ: “Amamos siempre a quienes nos admiran, pero no amamos siempre a aquellos a quienes admiramos”.

Admiramos a alguna persona, por que le otorgamos una gran estima a alguna de sus cualidades, que por lo general, se trata de una cualidad rara, poco común, entre las personas. Despertar la admiración es mucho más fácil que mantenerla. Lo contrario de admirar a una persona es, despreciarla. Despreciamos a alguien, cuando lo desestimamos y lo tenemos en poco. Todo desprecio es un menosprecio, un desaire y un desdén.

Aunque nos parezca increíble, porque no se trata de una idea y de un sentimiento consciente, pero todas las personas tenemos una altísima idea del alma del hombre; y a tal grado sucede así, que cuando somos menospreciados sufrimos lo indecible. ¡Claro, que no abrigamos la pretensión de ser admirados por todos! Pero cuando cualquier persona nos menosprecia, nos sentimos ofendidos. Y si quien nos menosprecia es algún ser muy querido por nosotros, nuestro sufrimiento desgarra nuestro corazón. Y a tal grado sucede así, que basta leer periódicos para darnos cuenta de tantas personas que se privan de la vida porque fueron menospreciadas por sus padres o parejas sentimentales.

No hay nada que más aprecie un hombre que a su propia alma y de nada tiene mayor necesidad y gusto, que ser apreciado por alguna alma humana. Pudiera ser, que toda la felicidad de las personas consista en ello: en ser apreciados y aceptados incondicionalmente por ciertas personas.

JUAN MARÍN, en sus máximas escribió: “Un hombre se estima más que a su vecino; sin embrago, hace más caso de la estimación de su vecino que de la que siente él mismo por su persona”. Aún los más perversos criminales sienten un hambre aguda de ser admirados y estimado por alguien. ¿Cuántos criminales al ser aprendidos, lo primero que piden al día siguiente, no es los periódicos donde ellos aparecen?

¿Cuántas veces no comentamos, que por que razón esas personas tan poderosas en lo económico, en lo social, en lo político, siguen afanándose por más dinero o por más poder, si lo tienen de sobra para toda la vida? Como malos conocedores que somos del corazón humano, pensamos que es por codicia o por tratarse de personas trastornadas por el poder. Pero no es por estas causas, sino por el hecho de que sienten una inmensa necesidad de gloria, de reconocimiento, admiración, respetabilidad, etc., éstas son las palancas que mueven a todas estas personas. Y es que alguien podrá tener todo el dinero del mundo y la salud más perfecta, pero si no siente que es admirado y reconocido, no puede ser feliz. Así como la búsqueda de gloria nos habla de una ambición, la realidad es que las almas más excelsas son quienes la buscan.

Todas las personas para estar conformes y con un grado aceptable de felicidad, sentimos la necesidad de ser superiores a los demás en algún sentido. Sabemos, que no somos los más inteligentes, bellos, poderosos, etc., peor eso no nos importa mientras tengamos la seguridad de que algunas personas respetan nuestra alma y que alguna de nuestras cualidades es admirada.

El científico y filósofo francés, BLAS PASCAL nos dice: “Y los que más desprecian a los hombres y los que les igualan a las bestias, muestran no obstante gran interés en ser admirados y creídos, con lo que contradicen su propia opinión; su naturaleza que es mas fuerte que todo, les convence de la grandeza del hombre más fuertemente de lo que su razón puedes convencerles de la bajeza humana”.

CRITILO nos invita a esta reflexión: la enorme importancia para nuestras vidas, de llegar a ser admirados y estimados por alguna persona, nos resulta más vital que el aire y el agua. Si esto es así, ¿por qué razón no nos empeñamos en ganarnos el cariño y la consideración de algunas personas que son para nosotros tan significativas en nuestras vidas? Y además, si para cada persona, su alma y el alma del prójimo es lo más noble y excelso, ¿por qué razón nos empeñamos a veces en denigrar, ofender y rechazar el alma de nuestros hijos, cónyuge, amigos, y colaboradores? ¿Qué no sabemos que con nuestro desprecio los podemos dañar para siempre?

Y aún con las personas desconocidas y con las que tratamos ocasionalmente, ¿no es una imprudencia tratarlas con desdén, cuando nuestra cortesía y delicadeza podría fortalecerles su alma? ¡Está en nosotros cambiar de actitud y de conducta!

El jesuita Español BALTAZAR GRACIÁN decía, que parece que en este mundo todo se reduce a tener buenos o malos modos y que un buen modo obra milagros, mientras que un mal modo produce monstruosidades.

Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx

Leer más de Nacional

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nacional

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 294389

elsiglo.mx