Cuanto más alto coloque el hombre su meta, tanto más crecerá
Así como un trabajador del campo que ayuda en las tareas de una gran plantación, no conoce con exactitud el plan de conjunto de ese sembradío o si lo conoce, no siempre lo tiene presente en su conciencia. De la misma manera nos sucede a cada uno de nosotros en relación al curso de nuestra existencia. Por supuesto que entre más elevadas y nobles sean las metas en nuestras vidas, más necesidad tenemos de un plan general, pero teniendo siempre muy claro que jamás podremos saber cómo van a irse deshojando los días y años de nuestro futuro.
Ese plan general no debe consistir más que en conocer cuales actividades, actitudes y métodos serán los más relevantes para nuestra individual felicidad. Si nuestro plan general no contiene las actividades y objetivos fundamentales, de nada servirá un plan de puros métodos. Muy acertadamente NIETZSCHE dijo que cuando conocíamos “el qué”, ya encontraríamos “el cómo”. Esto significa, que “el qué” son los objetivos fundamentales, mientras que “el cómo” consiste en los medios para alcanzar nuestros objetivos.
No todos nuestros objetivos tienen el mismo valor ante nosotros mismos, por lo que es necesario darles una jerarquía: este es el primero, aquel es el segundo y así, ir señalando su importancia. Y esta jerarquía está esencialmente relacionada con nuestras vocaciones, nuestras aptitudes y la relación que tengamos con el mundo. En general, nuestras metas deben apuntar a lo mas alto, pero siempre en relación a nuestras verdaderas aptitudes y midiendo las fuerzas para esas tareas. El dramaturgo alemán SCHILER, escribió: “Cuanto más alto coloque el hombre su meta, tanto mas crecerá”.
Alcanzar metas valiosas y nobles depende en gran parte de que surjan de nuestro interior voliciones poderosas y de que estemos dispuestos a emplear grandes esfuerzos sostenidos y perseverantes. Y así lo pensó el moralista francés MONTAIGE al haber escrito: “Mil rutas se apartan del fin elegido, pero hay una que llega a él”. Nada grande se logra sin esfuerzo por ello, nada mas falso que el solo pensamiento positivo nos pueda poner en el mejor camino. Los resultados van a depender de aquellos factores que están dentro de nosotros y que es lo único que poseemos como verdaderamente nuestros: nuestra voluntad, fuerzas y energías.
Nuestro plan general de vida nos resulta indispensable, pues es nada menos que nuestra brújula y nuestro timón. Pero esto de nada nos sirve sin la caldera del barco y el carbón que produce calor y vapor. La brújula es indispensable, como lo afirmó el escritor Estadounidense LAURENCE J PETER, como escribió: “Si no sabes a dónde vas, acabarás en otra parte”.
Un plan general de nuestra vida si contiene metas rebosantes de nobleza y dignidad, serán el mejor acicate para nuestro ánimo y para lanzarnos a la acción. La acción productiva y eficaz sólo puede engendrarse cuando tenemos una visión clara de lo que deseamos y cuando esa visión está iluminada por la nobleza de sus propósitos. Un plan de vida así nos mantendrá en el rumbo correcto, pero muy fundamentalmente será el estímulo para emprender con paciencia y constancia las tareas para lograr nuestras valiosas metas. No habrá jamás un ánimo elevado que el trabajar con un plan de vida como el que hemos escrito.
Los objetivos podrán ser diferentes para muchas personas, pero siempre serán los adecuados si estos objetivos responden a la verdadera vocación, aptitudes y gustos. Y si las metas son elevadas (aun en las tareas más humildes y sencillas) en dignidad y nobleza, el ánimo siempre será elevado y permanentemente estaremos altamente estimulados.
CRITILO nos quiere dar esta brillante reflexión del filósofo Alemán SHOPENHAUER, y que está relacionada con el tema que estamos tratando. Nos dice SHOPENHAUER: “Así como el caminante no divisa y conoce en conjunto el camino recorrido con todas sus vueltas y recodos hasta que llega a un punto elevado, sólo al final de un periodo de nuestra vida o de la totalidad de la misma, conocemos la verdadera conexión de nuestros actos, producciones y obras, su exacta consecuencia y encadenamiento y hasta su valor. Pues mientras estamos inmersos en ellas siempre obramos conforme a las cualidades estables de nuestro carácter, bajo el influjo de los motivos y en la medida de nuestras capacidades, es decir siempre con necesidad haciendo a cada momento lo que precisamente nos parece lo justo y adecuado”.
¡Esforcémonos ahora, en el presente, pues la importancia de este presente bien trabajado y aprovechado no lo conoceremos inmediatamente en toda su magnitud, sino meses o años después! Un presente activo y productivo nuestro, son las fuertes raíces y sólidos cimientos de un brillante y satisfactorio futuro.