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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Sabiduría de la Antigua Grecia

MENANDRO, un escritor de la Antigua Grecia y considerado uno de los grandes sabios de la humanidad, escribió una serie de pensamientos válidos para todos los tiempos; des estas reflexiones haremos algunos comentarios.

“La sensatez es siempre el mejor bien” (MENANDRO)

La sensatez es igual a la prudencia, al buen juicio y a la cordura. Para GOETHE, la fuente de la felicidad residía en dos cosas: En gozar de una buena fama y en saber distinguir bien las cosas. Solamente podemos “distinguir bien las cosas” cuando analicemos algún hecho o idea a la luz de nuestra inteligencia bien aplicada. Y solamente podremos aplicar bien nuestra inteligencia cuando actuemos con prudencia y cordura. Todo arrebatamiento, toda precipitación y toda ligereza en el pensar, son los más grandes enemigos de la sensatez. Para MENANDRO la “sensatez” es el mayor bien, porque nuestro recto pensar y prudencia no solamente nos evitan graves males, sino que además, son la fuente para la tranquilidad de nuestra alma y para la consecución de todo tipo de bienes.

La sensatez y la cordura son lo mismo. La cordura tiene su raíz latina en la idea de corazón, porque el corazón, es decir, a la sangre, atribuyeron la antigüedad, la potencia espiritual de pensar y de querer. Lo contrario a la cordura es la locura, la falta de juicio. La sensatez es una virtud del entendimiento y de la conciencia. PETRONIO ARBITER, refiriéndose a la insensatez, la describió con un ejemplo: “Antes guardarán los mortales fuego en su boca que un secreto”

“No castigues a nadie sin investigación” (MENANDRO)

Una vez, cuando a ALEJANDRO MAGNO le contaban algo que de él había dicho alguna persona, se tapaba con un dedo un oído. Y al preguntarle el que estaba acusando a esa persona, de por qué se tapaba un oído, Alejandro contestaba: para dejar ese oído sin escuchar y reservarlo a la persona que acusas y así poder tener la versión del acusado.

Una de las deficiencias más comunes de la naturaleza humana consiste en la manera tan rápida y fácil de creer lo que se nos viene a decir de alguien que dijo o hizo algo en nuestra contra. Como somos tan sensibles a la menor injuria o daño en nuestro perjuicio, tendemos a creer fuertemente en ello y parece, que entre más grave es la acusación, más fácilmente la creemos.

Las acusaciones falsas, los rumores, las conjeturas, siempre han ido la causa de todo tipo de desgracias. Ya sabemos, que lo más difícil para el ser humano es contener su lengua. Y es que existe un tipo de morbosidad y de complacencia en decir todo tipo de ligerezas en contra de las personas. Recordemos, que se acusa a una persona que es culpable, pero también se acusa a personas que son inocentes.

La causa de las acusaciones falsas son, la envidia, el resentimiento y la venganza. Pero la gran mayoría de las acusaciones tiene como causa la ligereza de espíritu, la imprudencia, la insensatez y una poderosa tendencia a soltar la lengua. Lo mejor que podemos hacer cuando se acusa a alguien, es investigar objetivamente los hechos. Lo primero que tenemos que hacer es parar en seco todas las especulaciones y solamente atenernos a los hechos objetivos, y además, investigarlos de primera mano, pues si otros los investigan, nos presentarán los hechos ya coloreados por su percepción muy personal, que puede estar dañada por falsas apreciaciones y prejuicios.

“El hombre malvado es desgraciado aunque sea afortunado” (MENANDRO)

MENANDRO se refiere a que un hombre puede ser afortunado en el sentido de que pueda gozar de salud, riquezas o poder, pero que si es malvado, será desgraciado, es decir, desdichado e infeliz.

Una persona es malvada cuando es perversa y malo sentimental y moralmente. La persona malvada lo es por carácter y se descubre a sí mismo. El malvado carece de conciencia y de sensibilidad moral. Daña y casi siempre, no experimenta el menor sentimiento de culpabilidad. Todo malvado lo es por temperamento y siempre es muy peligroso. Prácticamente, el malvado no puede dejar de serlo, pues el mal lo tiene impreso y forma parte de su naturaleza perversa.

Todo malvado es un perverso y un inmoral. No le importa dañar y puede dañar u ofender a sangre fría. Para el malvado lo más importante es satisfacer sus poderosas tendencias a la destrucción de otros. El malvado jamás podrá tener un sano concepto de la amistad de la justicia y del bien. Como el malvado sufre de graves perversiones morales y de serios desajustes emocionales, nunca podrá ser feliz por más riquezas o poder que tenga, CRITILO nos deja estas reflexiones: “al hombre cruel las lágrimas le incitan y no le conmueven”, (PUBLILIO SIRO). “Los malvados caen en sus propios lazos” (EL REY SALOMÓN). “Quien viene a hacer el mal, viene con premeditación”, (PUBLILIO SIRO).

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