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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

El atrevimiento tiene genio, poder y magia

Para algunas personas, la manera de funcionar en el mundo es creer que todo tipo de bienes se encuentra en el exterior, fuera de ellos. Si desean algo, como amor, bienes materiales, seguridad, esperan de una manera receptiva recibirlos de fuera. Por ejemplo: estas personas desean vehementemente ser amados, y no tanto amar. Ser amados es una cuestión de otros y no de nosotros. En cambio, amar implica una orientación activa hacia el mundo y no receptiva.

Quienes pretenden ser amados y no amar, caen fácilmente ante cualquier señal que ellos equivocadamente identifican con su deseo. Y como ser amados es algo que depende enteramente del “otro”, la persona receptiva puede plagarse a cualquier exigencia o capricho de su supuesto amante. Esta actitud receptiva presenta problemas muy serios. Por ejemplo: si verdaderamente es amado, su exigencia de serlo está basada en una aguda sensibilidad. Cualquier descuido o desaire de la persona que lo ama o la ama, lo hunde en un abatimiento y en un mar de dudas.

Y si no es amado, fácilmente confunde el verdadero amor del falso amor. Y al confundirlo, se agarra como a un clavo ardiendo esperando que en verdad sea amado; y al pensar así, puede ser presa de todo tipo de violencia física y emocional.

Aún en el caso de personas muy inteligentes, pero que todo lo esperan de los demás, son poco aptos para conversar, aunque son extraordinarios escuchas. No se atreven a hablar ni a exponer sus ideas por miedo a molestar a los que le hablan.

Estas personas con una orientación a esperarlo “todo” del mundo exterior, sufren intensamente por no atreverse a lo que otros sí se atreven. Si tienen una vocación determinada o una necesidad de determinados conocimientos, como su orientación vocacional, es receptiva. No se atreven a investigar por sí mismos, por lo que acuden a la ayuda externa. Buscan a las personas que les puedan proporcionar la información que necesitan, y preguntan cuál debe ser la orientación de su vocación. En cambio, las personas que no esperan de lo exterior lo que quieren, buscan por sí mismos la información que necesitan.

La persona receptiva se bloquea muy fácilmente y ante cualquier obstáculo se paraliza y normalmente es improductiva. Y además, es una persona sin creatividad, pues el más importante factor para la creatividad es la valentía, el arrojo y el atrevimiento.

El carácter de estas personas tiene como resultado la improductividad. “Su vínculo de relación (dice el psicoanalista FROMM) para con otras personas e instituciones es prácticamente del mismo tipo: están siempre en busca de un auxiliar mágico. Muestran una clase particular de lealtad, en cuya base se encuentran la gratitud por la mano que les alimenta y el temor de llegar a perderla. Como necesitan de muchas manos para sentirse seguros, deben ser leales a numerosas personas. Le resultaría fácil decir “no”, les place decir “sí” a todo y a todo el mundo y la parálisis de sus facultades críticas resultante aumenta constantemente su grado de dependencia de otras”.

A estas personas se aplica el pensamiento del sabio Griego EPÍCTETO, quien dijo “¡Cuán ciego e injusto eres! En ti está no depender de un millar de cosas que te son ajenas y que te alejan todas del verdadero bien”.

Estas personas que “Todo lo esperan de otras, creen firmemente que si los demás no las ayudan para lograr sus fines, ellas no podrían conseguirlas por sí mismas. Esta falsa e irracional creencia las lleva a asumir conductas de sumisión ante las autoridades públicas y ante cualquier persona que crean que puedan protegerlas. Por lo general, no hace caso de sus intuiciones y de su experiencia, sino que buscan el consejo de otros. Tratan de escaparse de las responsabilidades y de toda tarea que dependa de sus propias decisiones.

Critilo nos dice que el carácter de estas personas se presenta tanto en hombre como en mujeres, y en todas las edades, sin respetar el estado social o económico de estos seres que se sienten desamparados. El desamparo y la necesidad de subordinarse son las dos características más relevantes de su carácter. Como podemos ver, las personas con esta orientación receptiva e improductiva sufren muchísimo aunque calladamente. Y ocultan muy bien su sufrimiento, pues no se quejan, sino que son muy serviciales y amables, rasgos propios de caracteres subordinados.

Los grandes poetas han descubierto la cura para este mal: el remedio consiste en que están atrapados porque no se atreven y porque no actúan. Por ello, Critilo da dos reflexiones que de seguirse, estos seres que se sienten desamparados se curarían en altísimo grado si siguieran lo que aconsejó el poeta Griego PÍNDARO, quien escribió: “Atrévete, atrévete más, atrévete aún más… pero no demasiado”. Y el siguiente consejo de GOETHE: “El atrevimiento tiene genio, poder y magia”.

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