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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Con el fuego se prueba el oro y con la miseria a los hombre fuertes

Los romanos asimilaron lo más grandioso del pensamiento Griego, pero además, añadieron su enorme creatividad y una gran sabiduría forjada en las batallas dificultosas del vivir de cada día. Hoy hablaremos del tema de la Fuerza como los romanos la concebían.

SÉNECA escribió: “Con el fuego se prueba el oro y con la miseria a los hombres fuertes”. Nuestra actual civilización proclive a la actividad laboral frenética, también tiende a la blandura del ánimo y al espanto de los problemas. Nuestra civilización que se empeña en querer tener una rápida solución para cada problema financiero, científico, de salud, ha sido totalmente incapaz de enseñar el sosiego y la resignación a un alma aterrada por las dificultades.

Y es que resulta absolutamente imposible que la ciencia y la tecnología capaciten a las personas a resistir y aceptar las grandes dificultades que la vida nos presenta. La ciencia y la tecnología no actúan sobre el espíritu, al menos que creamos (equivocadamente) que las drogas, el alcohol y los sicofármacos constituyan curaciones para el espíritu.

Un hombre nos puede parecer muy grande cuando está encumbrado en el poder político, social o económico, pero su verdadera grandeza sólo la podremos comprobar cuando se encuentre en un estado miserable de salud o soportando una carga abrumante de adversidades. Esto nos recuerda lo que un pensador griego escribió: “No hay espectáculo más grande para los dioses, que contemplar a un hombre luchando ante las grandes adversidades”. Un espíritu así, de pie ante el infortunio, es realmente un hombre fuerte.

La Fuerza tiene su polo positivo y su polo negativo. Muy frecuentemente queremos retener a la Fuerza (la Fuerza de la súplica, de una nueva oportunidad, de las lágrimas, del chantaje, etc.,) a una persona que nos es muy importante en nuestra vida: un ser amado, principalmente y que ya desea huir de nosotros. Su aviso de fuga puede conmocionarnos. Por lo general, nuestro miedo y tristeza nos impelen a hacer todo lo imposible por retener a esa persona. La consideramos nuestra posesión, nuestra propiedad y la luz de nuestra vida. Pero lo que no advertimos, es que entre más queramos retenerla, más pronto le abrimos las alas, abrimos la ventana y la empujamos a que vuele y escape. Esta idea la captó admirablemente el profundo pensador romano PUBLILIO SIRO, al haber escrito: “Se invita a escapar a quien por la fuerza se retiene”. Es como la mariposa a la que debes dejar volar; si regresa es tuya y si no, es que nunca lo fue.

Y lo triste de esto, es que esa persona seguramente no se hubiera ido de nuestras vidas, pero nuestra fuerza Negativa de querer retenerla le demostró nuestra poca valía, lo desilusionó porque nos creía fuertes y nos vio miserablemente autocompadecidos; nos creía dignos y advirtió nuestra indigna postura.

CRITILO nos dice que los sabios de todos los tiempos nos han aconsejado que jamás ejerzamos la Fuerza para retener a alguien ¿Quién no recuerda el refrán popular? “A fuerza, ni los zapatos entran”.

SÉNECA en una ocasión escribió: “No crece mejor la planta que con frecuencia se trasplanta”. GOETHE nos advertía que una de las causas más comunes de nuestros fracasos consiste en mudar frecuentemente de propósito. Y esto lo avaló el Premio Nobel de Medicina, el neurólogo español SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL, quien en uno de sus libros en los que da consejos a los investigadores de las ciencias, nos decía que solamente el ejercicio de nuestro esfuerzos concentrados por largo tiempo en el estudio de una materia o en la solución de un problema, es lo único que le permite a nuestra anatomía cerebral poder crear una serie de interconexiones neuronales que es lo que le da una poderosa Fuerza a nuestro entendimiento.

Si trasplantamos una idea o un proyecto en lugares y tiempos distintos y lo hacemos con frecuencia, sucede lo mismo que con las plantas: no terminan las raíces de penetrar con fuerza en la tierra y así poder fortalecer a la planta y obtener los nutrientes necesarios.

Un refrán romano dice: “El más fuerte no es siempre tan fuerte que pueda ser siempre el más fuerte”. La Fuerza en nuestra posición social, económica, intelectual, de salud, etc., o nuestra Fuerza física o la Fuerza que nos dan determinadas circunstancias favorables, no es algo fijo, inamovible, sino algo muy frágil, pues el tiempo, el lugar, el modo y las condiciones cambian lo débil en fuerte y lo fuerte en débil.

El que gocemos de una gran Fuerza que nos da una determinada circunstancia, el más ligero cambio de esa circunstancia puede alterar el eje de su equilibrio y hacer girar las circunstancias a tal grado que nos pone en un estado de debilidad; y también sucede lo contrario.

CRITILO nos quiere advertir que día a día debemos pensar que ni siempre la buena Fortuna va a estar de nuestro lado, ni tampoco la mala Fortuna nos va a golpear siempre; de ambas cosas se cansa esta caprichosa rueda. Lo que sucede, es que no queremos aceptar el irremediable hecho de que la vida nos va a dar de todo y que los males y los bienes vienen entreverados, revueltos y cambiantes. Lo que más necesitamos es fortalecer nuestro espíritu para gozar y luchar contra todo lo bueno y lo malo que la vida nos mande.

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