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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

La carencia de sentido de la vida

El psiquiatra VÍCTOR FRANKL, en su importantísima obra, psicoterapia y existencialismo, nos dice: “La tarea del médico de ayudar al paciente a llegar a una visión de los valores y del mundo (¡que sea la propia del paciente!) es tanto más apremiante en una época como la actual, por cuanto que alrededor del 20% de las neurosis están condicionadas y causadas por un sentimiento de carencia de sentido que yo denomino el vacío existencial. A diferencia del animal, al hombre no le dice un instinto lo que tiene que hacer, y hoy día tampoco hay tradición alguna que le diga qué debe hacer; pronto ya no sabrá qué quiere realmente, y estará tanto más dispuesto a hacer lo que otros hacen (conformismo) o lo que otros quieren que haga (totalitarismo)”.

La anterior reflexión la publicó FRANKL en idioma inglés en el año de 1946. En aquel entonces, las estadísticas indicaban que un 20% de las neurosis eran causadas por “un vacío existencial” o en otras palabras, por una falta de un auténtico “sentido de la vida”. Recientemente, en muchos países desarrollados como Francia, Estados Unidos, y en países pobres, de África y de América Latina, las cifras que nos indican el porcentaje de la población que sufre por un “vacío existencial” son alarmantes: muy superiores al 20% a que se refería FRANKL en 1946.

Con una agudeza sorprendente, VÍCTOR FRANKL nos advierte que los seres humanos carecemos de un instinto que nos indique lo que forzosamente “tenemos que hacer”. La evolución como primates, nos llevó a tal grado, que tenemos conciencia de lo que hacemos, y de que podemos pensar acerca de lo ya pensado. El animal, en cambio, carece de libertad para actuar: claro, que siempre tratará de evitar el dolor y de alcanzar el placer, pero lo hará siempre por instinto, pero jamás podrán tener el más mínimo sentido de su libertad.

Nada es más difícil para un ser humano que ejercer su libertad con responsabilidad y con una plena conciencia, y desgraciadamente, los seres humanos que vivimos hoy en día, carecemos de un factor indispensable: la “Tradición”. Esta Tradición consiste en la transmisión de historias, noticias, narraciones, lenguaje, costumbres, etc.; Tradición formada por el paso de las generaciones que la asimilan, la hacen suya y la transmiten a las generaciones siguientes:

El hombre ha experimentado en los últimos 5,000 años, cuando menos, algunas etapas cumbres. La Antigua Grecia, la Antigua Roma, el Renacimiento en Florencia, las etapas brillantes de las culturas de Mesopotamia, las espléndidas culturas como la Inca, Maya, Egipcia, por citar sólo algunas estos pueblos. En estas etapas, guardaban a la Tradición de sus pueblos y naciones un respeto sagrado. Las costumbres de sus antepasados, los valores de sus ancestros, las gestas de sus héroes, los cantos antiguos, toda esa masa de símbolos y valores y una enorme cantidad de usos sociales, se respetaban en su totalidad. Por ejemplo, la firmísima vida de la familia de la Antigua Roma fue ejemplar en la historia de la humanidad.

Esa riquísima tradición constituía la fuente más rica y perdurable para todo niño y adolescente que se iniciaba en la vida. Para esos pueblos que sí contaban con una Tradición, resultaba casi imposible que pudieran surgir condicionantes para un “vacío existencial”. Las personas, dese niños, ya conocían y anhelaban las nobles tareas que les esperaban.

Hoy en día, el porcentaje de personas que sufren intensamente por su “vacío existencial” o “carencia de sentido de su vida”, es muy alto. Sólo en los Estados Unidos de Norte América, según declaraciones de ese Gobierno, cada día más de 45 millones de norteamericanos consumen una droga fuerte, diferente al cigarro, o al alcohol. El consumismo desenfrenado de quienes pueden gastar, no constituye más que un pobre paliativo para su “vacío existencial”.

Desgraciadamente, se ha creído muy equivocadamente, que la ciencia, la tecnología, y más dinero en el bolsillo le darían a las personas más bienestar y felicidad. Si exceptuamos, por supuesto, a los mil doscientos millones de personas que viven en la miseria y en la pobreza, de los seis mil seiscientos millones que poblamos el planeta, los que sí tienen con qué vivir, la ciencia, la tecnología, y más dinero, no han podido proporcionarle al hombre el equilibrio espiritual y emocional que tanto necesita.

Uno de los crímenes más perversos que se han cometido, es el crimen contra la extinción de las Tradiciones de los pueblos, de lo que gran parte se ha encargado el salvaje e inhumano sistema capitalista en que vivimos. Al no tener una referencia de nuestro pasado, por carecer de una firme Tradición, desconocemos los valores de nuestros mayores e ignoramos los símbolos y costumbres que pudieran darnos un sólido equilibrio; y al estar así, el hombre de hoy en día está perdido, ansioso y desconcertado: su brújula se imantó y ya no le señala dónde está el norte. Perdidos y confusos, seguimos a la gente, la que a su vez sigue a otra gente que manipula su conciencia: una publicidad grotesca, un mercado dirigido a un desenfrenado consumismo, lo que al final de cuentas arroja al hombre a un total “conformismo”, en el que ya él no es él, sino sólo un ser que se diluye en la masa.

Los estupefacientes, el dinero y el confort, no nos podrán dar jamás una vida satisfactoria, sino que sólo nos hundirán más profundamente en ese “vacío existencial” que nos mantiene medio vivos o medio muertos en vida.

CRITILO nos dice que le preguntemos a nuestro corazón cuál es el “sentido de nuestra vida”, y en un acto de enorme valentía, nos dediquemos a realizar las metas vitales para nuestro espíritu que nuestro corazón nos indique.

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