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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

El envidioso adelgaza con la opulencia ajena

En la obra de SHAKESPEARE, Como Gusteis, EL DUQUE SENIOR, personaje en esta obra, dice: y bien, compadres y hermanos de exilio, ¿No ha hecho el largo hábito más dulce esta vida que la de la pompa maquillada? ¿No están estos bosques más libres de peligro que la envidiosa Corte? Aquí no sentimos el castigo de Adán, ni la diferencia de las estaciones, como el helado colmillo y el hostil escalofrío del viento invernal, pues cuando muerde y golpea mi cuerpo, incluso cuando me encojo de frío, sonrío y digo: ‘No es adulación. Son consejeros que me persuaden honestamente de lo que soy’. Dulces son los usos de la adversidad, qué, como el sapo, horrible y venenoso, lleva sin embargo en la cabeza una joya preciosa; y esta vida nuestra, exenta del embrujo público encuentra lenguas en los árboles, libros en los arroyos desatados, sermones en las piedras y bien en todas partes” .

SHAKESPEARE en esta reflexión nos dispara una ráfaga tupida de la más pura sabiduría. El personaje de esta obra de nuestro poeta, EL DUQUE SENIOR no desea consolar a sus compadres y hermanos, por encontrarse en el exilio y fuera de su patria. Sus palabras no consuelan, sino que curan las almas afligidas que están en el exilio. Primero que todo, los quiere desengañar del engaño en el que han vivido siempre: el hábito de estar exiliados les proporcionará una vida más dulce que la propia pompa maquillada.

La “pompa maquillada” es esa vida que se vive en la corte del Palacio. Está maquillada porqué no responde al verdadero rostro. Se maquilla cuando se quieren ocultar las arrugas y colores deslucidos de la cara. En Palacio todo se maquilla, pues en ese tiempo de Inglaterra, al igual que sucede ahora, los cortesanos todos lo fingen y disimulan, y lo que parece verdad es simple postura falsa. Nada causa más envidia que la vida de los cortesanos del Palacio del Rey, pues todos viven atemorizados de caer de la gracia del Soberano, y las envidias son el pan de cada día, pues cada ascenso de uno es la desgracia de otro. ¿No nos sucede a nosotros muchas veces lo mismo, donde el triunfo de otro nos pinta la cara del verde de la envidia? Qué razón tuvo el poeta Romano HORACIO cuando escribió: “El envidioso adelgaza con la opulencia ajena”. Como nos curaría el alma si hiciéramos caso del consejo del inmenso SAN PABLO: “No seamos codiciosos de vana gloria, imitándonos unos a otros, envidiándonos los unos a los otros”.

Para SHAKESPEARE esa vida del exilio es dura; “el helado colmillo y el hostil escalofrío del viento invernal” es una cuestión de la naturaleza, y siempre es preferible a la “adulación” de la vida del Palacio. Para entender plenamente esta idea, tenemos que acudir al sabio GOETHE, quien nos dice que el error no nos disgusta, y en cambio sí nos enoja la Naturaleza, y ello por la siguiente razón: la Naturaleza es la verdad, y nos descubre nuestras limitaciones, mientras que los errores nos engatusan con sus adulaciones haciéndonos creer que gozamos de cualidades de las que carecemos. Y por el contrario, la Naturaleza nos dice cuáles son nuestras pobres, limitaciones.

Pues bien SHAKESPEARE afirma con toda verdad, que es mejor sufrir las inclemencias de la Naturaleza a sufrir las “adulaciones” de la vida palaciega que más nos hunde en nuestros errores y nos oculta las verdades que tanto podrían lastimarnos.

Para SHAKESPEARE “Dulces son los usos de la adversidad, que, como el sapo, horrible y venenoso, lleva sin embargo en la cabeza una joya preciosa”. La realidad de nuestras existencias es a veces tan dura que se parece a los sapos horribles y venenosos, sapos que llevan en la cabeza una joya preciosa. Esta joya preciosa es la verdad de la realidad y las enseñanzas que podemos obtener de una realidad que muchas veces no queremos ver ni aceptar por el gran dolor que conlleva. Pero si nos armamos de valor y nos asomamos a la realidad por más dura que sea, nos quedaremos con la joya preciosa de ese horrible y venenoso sapo, que es la verdad, la realidad desnuda, entera y completa, que tanto sufrimiento puede causarnos, pero como dijo CRISTO: “Sólo la verdad nos hará libres”.

¡Qué acertado estuvo el poeta HORACIO cuando nos aconsejó!: “La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la prosperidad hubieren permanecido dormidos”; y que sabio el consejo de SÉNECA: “ La desgracia es ocasión para la virtud”.

¡Claro que podemos encontrar lenguas en los árboles, libros en los arroyos desatados, sermones en las piedras y bien en todas partes, tal y como lo dice SHAKESPEARE¡

Todo consiste en que veamos a la Naturaleza como una madre amorosa dispuesta a enseñarnos lo mejor de la vida. CRITILO nos pide que hagamos del estudio y contemplación de la naturaleza nuestra mejor y más útil ocupación. La Naturaleza es nuestra suprema maestra, con tal y que seamos dóciles a ella. Recordemos lo que dijo el Romano JUVENAL: “La ciencia y la naturaleza siempre están de acuerdo”; y tener presente el sabio consejo del clásico latino CICERÓN: “Todo lo que secunda las leyes naturales debe considerarse bueno”.

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