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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

La tibieza del corazón

DANTE, con seguridad, el poeta más perfecto que ha dado la humanidad, en el Canto III de su obra cumbre, La Divina Comedia, en su viaje al Infierno, se expresa dirigiendo sus palabras a su Maestro VIRGILIO, de la siguiente manera:

“Allí, bajo un Cielo sin estrellas, resonaban suspiros, quejas y profundo gemidos, de suerte que, apenas hube dado un paso, me puse a llorar. Diversas lenguas, horribles blasfemias, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas, acompañadas de palmadas producían un tumulto que va rodando siempre por aquel espacio eternamente obscuro, como la arena impelida por un torbellino.

“Yo, que estaba horrorizado, dije: -Maestro (dirigiéndose a VIRGILIO), ¿qué es lo que oigo, y qué gente es esa que parece dominada por el dolor?.

“Me respondió: -Esta miserable suerte está reservada a las tristes almas de aquellos que vivieron sin merecer alabanza ni vituperio: están confundidos entre el perverso caso de los ángeles que no fueron rebeldes ni fieles a Dios, sino que solo vivieron para sí. El Cielo los lanzó de su seno, por no ser menos hermoso; pero el profundo Infierno no quiere recibirlos por la gloria que con ello podrían reportar los demás culpables.

“Y yo supuse: -Maestro (o sea, VIRGILIO), ¿qué cruel dolor les hace lamentarse tanto? –A lo que contestó: Te lo diré brevemente. Estos no esperan morir; y su ceguedad es tanta, que se muestran envidiosos de cualquier otra suerte. El mundo no conserva ningún recuerdo suyo; la misericordia y la justicia los desdeñan: pero no hablemos mas de ellos, sino míralos y pasa adelante”.

Esta larga cita de DANTE, es, simplemente, impresionante. DANTE no solamente está considerado como el más perfecto poeta que jamás haya existido, sino que además, se le considera junto con HOMERO, PLATON, CERVANTES y SHAKESPEARE, uno de los más grandes constructores de la civilización de Occidente. En la cita que hemos transcrito, DANTE revela las tres características más importantes de los escritores que más han contribuido a la humanidad: primero, su enorme y genial inteligencia; segundo, su profunda sabiduría; y tercero, su esplendorosa belleza en su expresión escrita. Solamente cuando un autor goza de estas tres cualidades, es capaz de cambiar siempre para bien y de manera radical, el alma de un ser humano.

En primer término, DANTE en su viaje al Infierno, se horroriza por tantos lamentos de dolor que acaba de escuchar, y le pregunta a su Maestro, que es el poeta latino VIRGILIO, el por qué de tantos lamentos horribles y blasfemias. Y VIRGILIO le responde: “Está miserable suerte está reservada a las tristes almas de aquellos que vivieron sin merecer alabanza ni vituperio: están confundidos entre el perverso caso de los ángeles que no fueron rebeldes ni fieles a Dios, sino que solo vivieron para sí”.

Y posteriormente, VIRGILIO le dice a DANTE, refiriéndose a las mismas personas que exclaman lamentos y blasfemias: “El mundo no conserva ningún recuerdo suyo; la misericordia y la justicia los desdeñan”.

Esa gente reventando en suspiros, quejas, gemidos y blasfemias, se encuentra en ese estado, porque el Cielo los lanzó de su seno. Y los arrojó del Paraíso porqué no merecieron ni alabanzas ni vituperios; no fueron rebeldes ni fieles a Dios; no merecieron la misericordia ni fueron considerados por la justicia.

¿Cuál fue entonces la falta tan grande que cometieron? Su gravísima falta consistió en que no se comprometieron ni con el bien ni con el mal; su falta consistió en que no vivieron para el bien de otros, sino que su vida la reservaron para ellos mismos. Su falta consistió en la omisión del no compromiso, en elegir un camino intermedio y no definirse con ardor ni para el bien ni para el mal.

¿Qué, acaso, no recordamos lo que dice el Apocalipsis de la Biblia en 3.15: “Conozco tu conducta: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!” y también está escrito en Apocalipsis 16: “Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca”.

Que la inmensa sabiduría de DANTE y del Apocalipsis nos sirva de enseñanza: no solamente Dios vomita a los tibios, sino que toda tibieza de nuestro corazón es una muestra de falta de compromiso en nuestra palabra y obras. Y esta ausencia de compromiso, de definición por alguna persona o causa, revela cobardía de nuestra parte. A la cobardía le agrada la huida, le gusta el acomodo, el querer quedar bien con todos. En cambio, la valentía se decide por una postura determinada. La cobardía entibia nuestro corazón, mientras que la valentía lo enciende aún más.

La tibieza de nuestros corazones degenera nuestro carácter y causa el desprecio de los demás; en cambio, la bravura de nuestro corazón dignifica nuestro carácter y nos causa el respeto de los otros, y aún el de nuestros enemigos. De acuerdo a la Biblia y a la experiencia humana, Dios y los hombres prefieren a los corazones encendidos de un intenso rojo por la sangre caliente, y desprecian a los corazones de un rosa pálido que se nutre de sangre tibia.

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