Los fertilizantes y herbicidas utilizados en ciertos cultivos están acabando con los corales.
Los arrecifes de coral del Parque Nacional Marino Ballena (PNMB), en el Pacífico sur de Costa Rica, se encuentran seriamente amenazados debido a la gran cantidad de sedimentos que llegan al mar y la contaminación.
Un estudio del biólogo Juan José Alvarado indica que el PNMB posee en total 18 especies de coral, que sirven de criadero de una gran variedad de especies, pero que el acelerado desarrollo agrícola y turístico en tierra, podría hacer se perdiera por completo en un corto plazo.
"Según las mediciones, el parque se encuentra en una zona de sedimentación de severa a catastrófica para el desarrollo coralino", destaca el estudio, y agrega que otro factor de riesgo es la presencia de nutrientes como fosfato y nitrato, en "niveles similares a los de aguas cercanas a centros urbanos".
"La alta sedimentación y el enriquecimiento por nutrientes son la consecuencia del deterioro de los cerros en las cercanías del parque y de la cuenca del río Térraba (uno de los principales de Costa Rica) por deforestación de las laderas y malas prácticas agrícolas y urbanísticas", explica Alvarado.
El especialista llamó la atención sobre el impacto de las actividades como el cultivo de café, piña, caña y banano, en áreas aledañas al Parque Nacional, pues utilizan fertilizantes y herbicidas que contienen sustancias dañinas para los corales.
Damián Martínez, biólogo marino, dijo que "es necesario que la gente entienda que para proteger el mar y sus especies es indispensable poner atención a las actividades humanas en tierra, pues no son áreas independientes, sino que están íntimamente relacionadas".
Alvarado subrayó que "de continuar esta tendencia, de altas descargas de nutrientes y sedimentos en las aguas del PNMB, las comunidades coralinas poseen muy bajas probabilidades de sobrevivir debido al poco tiempo que tienen para recuperarse".
Otro elemento que afecta a los corales es el calentamiento de las aguas debido al fenómeno de El Niño, sin embargo, los biólogos coinciden en que el mayor problema no es este factor temporal, sino el impacto de las actividades humanas en el océano.