No todo es estudio y estar encerrados en los congresos escuchando los últimos avances de la ciencia veterinaria dedicada a las pequeñas especies.
Hemos tenido la gran oportunidad de asistir a diferentes congresos dentro y fuera del país durante los treinta años dedicados a la salud de los animales y una de las grandes experiencias es conocer las costumbres y lugares de las diferentes ciudades anfitrionas, máxime cuando hay una relación con los gobiernos de los estados y las asociaciones para dejar una grata impresión y regresar al próximo año, pero sobre todo la convivencia que realizamos con los colegas que nos hace transportar una vez más a una de las más bellas épocas de nuestra vida, cuando fuimos estudiantes.
Hace unos días asistimos al congreso anual en Puerto Vallarta, varios colegas de nuestra asociación asistimos, algunos de ellos viajaron en avión mientras que tres de nosotros preferimos viajar en automóvil e ir disfrutando y pernoctando donde nos diera en gena. Otra de las grandes ventajas de ir por carretera en la provincia, son las bellas artesanías que nos sacan de apuros para llevar regalos a la familia, pero sobre todo los agasajos gastronómicos que disfrutamos, afortunadamente coincidíamos en los antojos, los tres nos catalogamos de “buen diente”.
Una de las características que nos identifica a la gente de nuestra región, es el carácter alegre y hospitalario, nos gusta platicar con cualquier persona desconocida. Recuerdo que en el congreso mundial de España, en los intermedios de las conferencias, asistía a la exposición comercial de los productos utilizados en la clínica veterinaria, había cientos de pequeños locales exhibiendo los últimos adelantos a nivel mundial de tecnología y medicina, veíamos desde los importantes laboratorios de medicina, hasta las grandes compañía de aparatos de anestesia, rayos X, ultrasonidos, instrumental, libros, la mayoría quería sobresalir con sus obsequios para atraer la atención de los congresistas echando la casa por la ventana, había quien regalaba desde los sencillos bolígrafos, libros, botellas de vino, otoscopios, lámparas, medicina, todos atendidos por bellas edecanes, me llamó mucho la atención un local de un laboratorio que tenía una barra y bancos, ¡un microbar!, sobresalían las estiladas llaves que servían una espumosa cerveza de barril española y a un lado para degustar una deliciosa pierna de jamón serrano, hice amistad con tres colegas españoles que tenían una clínica en Badajoz, les agradaba escuchar las anécdotas de nuestros pacientes y sobre todo los chistes que para eso nos pintamos solos, también congeniamos con los colegas brasileños, bastante alegres, había colegas japoneses, australianos, ingleses, israelitas de todas partes del urbe, logramos entablar plática con algunos de ellos, pero definitivamente hubo mayor identificación con los hispanos.
En Madrid había una zona de viejos bares, “cuchilleros” donde uno se remonta a cientos de años atrás por su vieja arquitectura, nos sorprendimos al escuchar la música, esperábamos oír el clásico flamenco y cual fue nuestro asombro que la mayoría de las canciones eran de nuestro Juan Gabriel, lo cual nos daba mayor agrado y fue motivo de hacer nuevas amistades.
En una ocasión le comenté al colega con quien compartía el cuarto del hotel, miembro y amigo de nuestra asociación, el cuenta con una reconocida clínica en Gómez Palacio, nos encontrábamos en Granada, mañana me voy a Málaga le dije, se encuentra a una hora de aquí, incrédulo me preguntó que me iba a perder las conferencias de cardiología y gastro del siguiente día, también invité a otro colega de conocida clínica en Torreón que se encontraba en otra habitación del hotel, éramos los tres inseparables en las excursiones turísticas, también me dijo asombrado, ¡vas a perder las conferencias de mañana!, así es, mañana salgo a las seis de la mañana para aprovechar el día, si te animas me avisas. Al día siguiente a las seis de la mañana estaba por salir de la habitación y me dijo mi colega ¡siempre sí te acompaño! Cursos y conferencias los hemos tenido toda la vida, España sólo una vez.
En la estación de camiones, al ver los letreros de los diferentes destinos de las líneas de transporte era increíble, Francia, Portugal, Italia, Alemania, Suiza, algo a lo que no estaba acostumbrado. Estando en la playa de Málaga veíamos Marruecos, el Continente Africano a simple vista, y sobre todo el gran espectáculo que daban las malagueñas que se asoleaban placenteramente sin recato alguno, fue una experiencia que disfrutamos aún a nuestra edad, recuerdo muy bien ese día, era un cuatro de octubre, onomástico de mi colega y mío, así que no hubo motivo para no celebrar.
Al regresar en la noche nos fuimos directamente a un gran evento nocturno que habían preparado los anfitriones, al platicarle de al grata experiencia del viaje al colega que prefirió las pláticas de cardiología a irse de “pinta” con nosotros, que no lo culpo, nos dijo arrepentido, “hubiera ido con ustedes, vimos lo de siempre”, mañana vamos a la Alhambra, un hermoso palacio del siglo trece construido por los moros, tú sabes, ¡claro que me voy con ustedes!, pláticas y cursos habrá toda la vida.
Fue así como conocimos Toledo, Sevilla y Madrid. No creo que hayamos exagerado cuando le platicamos nuestras experiencias de Málaga a nuestro colega que se perdió de ese viaje, que regresó a España meses después precisamente a conocer la bella ciudad de Málaga.
Sólo espero que mis alumnos no sigan el mal ejemplo de “irse de pinta”, pero si lo hacen para irse a España, ¡creo que valdrá la pena!
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