Si yo pudiera saber todo o si pudiera resolver todos los problemas en el ejercicio de mi profesión, quizá nadie sufriría.
Como Médico Veterinario Zootecnista, me gustaría en algún momento penetrar en la mente de las personas que tienen una mascota y a las cuales presto mis servicios, para así poder decirles qué tan doloroso es para mí, el no saber todo, ni resolver todo y que siento una profunda tristeza casi frustrante cuando en una forma indirecta sufre una persona cuando muere su animal y no pude hacer más de lo que está a mi alcance, de mi conocimiento y sobre todo de mi afán de servicio y buena voluntad de intención.
Y sin embargo, a través de una simple mirada triste y dolorosa, pero a la vez silenciosa y penetrante, siento acusadoras palabras que dicen: ¡Tú fuiste! ¡Tú lo mataste!
Como médico veterinario, sólo sé que no fui yo quien provocó el problema inicial, que intenté resolver posibles complicaciones que agudizaran el problema e inclusive que sobreviniera la muerte y así restablecer la salud.
Lo más doloroso y aún más que la pérdida del animal, es ver y sentir tan cerca y tan profundamente la tristeza y sufrir de la persona que tanto amó a su mascota.
Quisiera decir: “yo no fui”, sin embargo al ver y sentir el dolor de la gente, o tal vez llevado por un sentimiento de respeto que invita en ese momento al silencio, uno es incapaz de decir “nada”, aceptamos y toleramos el haber tenido alguna culpa.
Repaso constantemente la situación en mi mente, tratando de encontrar respuestas, errores o negligencias y sin embargo sólo encuentro la necesidad de poder decir “lo siento”. Palabras que los demás no escucharán y que me hacen sentir aún más culpable.
Daría un poco de vida por no experimentar este sentimiento de culpa que en realidad es tan desgastante y tan profundo, para que en un momento dado uno pueda decir: “No sirvo para esta profesión”. Ahora creo que es parte de ella el vivir esta clase de situaciones que debe uno absorber más que con inteligencia, con paciencia, y sobre todo seguir ejerciendo con respeto y con amor tan bella profesión, en un silencio que tal vez nadie comprenda o sepa acaso que está ahí.
Estoy seguro que si recibiese en esos momentos una palabra de apoyo por parte de la persona afectada, ya sea un “no se preocupe”, “todo va a estar bien”, “Dr. yo entiendo, sé que así es la vida”, “yo sé que hizo usted todo lo posible”. O bien un sincero saludo y por qué no un caluroso abrazo, no pensaría en todo esto como un fracaso o tal vez sería menos doloroso, casi frustrante.
Sin embargo esto no sucede y hay que seguir adelante, tratando de lograr que todo este sentir de tristeza, permanezca como una experiencia y un hecho inolvidable, sin que nadie entienda o crea que realmente soy humano y me afecta mucho, el no dar los resultados esperados.
“Lo siento” tanto como usted, aunque nunca sea escuchado.
Atte. Un colega veterinario.