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Pequeños dictadores

Federico Reyes Heroles

?El hombre es una imitación burlesca de lo que debe ser?. Schopenhauer

¿Drama o comedia? Farsa quizá, pero qué cara farsa. A los demócratas se les conoce en la derrota lanzó Rodríguez Zapatero condenando la insurrección postelectoral en México. Las derrotas provocan a esos pequeños dictadores que -por lo visto- muchos llevan dentro. La derrota desnuda a aquellos que en su fuero interno se niegan a asumir uno de los principios centrales de la democracia: la convivencia civilizada con el triunfador. No hablaré del pequeño gran dictador que en 2006 desde la derrota mandó al diablo a las instituciones. Allí nada es sorpresa. Lo que si asombra es el desfile posterior. ¿Será que su ejemplo provocó el descaro en serie? Primer caso.

Una militante de toda la vida del PAN, de convicciones particularmente afines con las posturas conservadoras, pierde la elección interna para la gubernatura en Yucatán. Historias hay muchas, que si el gobernador impuso a su candidato, que si manipularon el proceso, etc. Las mismas del priismo y del perredismo pero ahora en azul. Las lecciones de democracia no salen de la vida interna de los partidos. Furiosa la panista de hueso sale a la búsqueda de otras alternativas. La derrota la sacude hasta en sus amarres más profundos. Despotrica contra el PAN. Sin embargo dice, moriré siendo panista. El PRD, en el mejor de los arribismos, finge demencia. Los votos y las prerrogativas van primero. La convierte en su candidata. Se olvidan las infinitas críticas de la neocandidata a las posturas del perredismo y a su líder de facto. Nada importa. Cuando se es un derrotado -para la presidencia o una candidatura- se comparte un código de cinismo: todo se vale. ¿Dónde quedaron las convicciones democráticas, las profundas diferencias ideológicas?

Convertido en juez de jueces un senador perredista exige que les corten la cabeza a los consejeros del IFE. Desde la derrota blande sus lanzas en pos de venganza. Ya no son de confiar, hay que ir a la purga. Que las normas se vayan a la basura. Primero va el derecho de venganza de los derrotados. El PRI se suma.

Pero hagamos memoria. La ley electoral que hoy nos rige pasó por las manos del PRD. De hecho durante casi una década ese partido ha acudido a las elecciones aceptando de facto los principios que imperan en el código. Esa ley es la que les permitió obtener en sucesivas legislaturas decenas de diputados y senadores. Esa fórmula es la que les acredita los 14,683,927 de votos; por esa normatividad estuvieron a un tris de obtener la presidencia. Pero claro, desde la derrota surgen los ánimos dictatoriales: a cortar cabezas. El PRD decidió no participar en la designación de los actuales consejeros. Fue una opción política que les abría la puerta para las impugnaciones posteriores. Nosotros no participamos en el padrón, tampoco en la nueva distritación, etc. Vamos a la elección bajo protesta: si ganamos, la elección es buena, si perdemos, todo se vale.

Los pequeños dictadores asoman por todas partes. La ley que los llevó a sus actuales curules es buena para que cobren sus dietas pero no para garantizar elecciones limpias. Luego sus propias elecciones están bajo sospecha ¿o cómo debemos interpretar la desconfianza generalizada? Las deformaciones no podrían ser mayores: la ley se debe adaptar a los caprichos ¡Que corra sangre! Me ganaron, no puedo convivir sin venganza, necesito una reivindicación simbólica. A cortar cabezas. La fórmula de designación de los consejeros del IFE debe cambiar, es cierto. Los motivos son varios. Las cuotas partidarias siempre han terminado por imperar. Además se somete los deseosos a un proceso de lobbing frente a quienes serán sus futuros vigilados. Yo te escojo para que tú supervises mi actuación, es absurdo.

El actual Consejo cometió errores, sobre todo en la forma de comunicación de los resultados. Errores que provinieron de carácter inédito del proceso, de lo cerrado y de la inexperiencia inevitable cuando se es primerizo. Por eso es tan importante instaurar el relevo escalonado de los consejeros y de los miembros del Tribunal. Con todo y errores, de los cuales son parcialmente responsables los partidos al aprobar esa ley que desecha la experiencia, también es cierto que las cifras publicadas por el IFE sobre encuestas, PREP y resultados finales no dejan duda de la congruencia numérica del proceso que vivimos. Pero ese no es el punto de la discusión.

Toda institución y todo cuerpo colegiado pueden y debe ser perfeccionado. Pero en lo que no debe abrirse ningún margen de maniobra es en el fácil expediente de los pequeños dictadores de todos los frentes que son incapaces de aceptar que la dignidad democrática comienza por no cuestionar las normas pactadas para una contienda. Menos aún en buscar victorias simbólicas que intentan sembrar la duda sobre las personas y las instituciones para evadir la responsabilidad propia en la derrota. Lo deseable sería que en el proceso electoral de 2009 estén allí los mismos consejeros con la experiencia acumulada. Lo deseable sería que terminaran su encargo para no incurrir en el triste expediente de -por caprichos personales y contraviniendo el principio de permanencia de ese tipo de funciones- despedir funcionarios para dormir con un ego más inflado.

Ya ocurrió en la CNDH con la doctora Rocatti y su respectivo reflejo en las comisiones locales. Ya ha ocurrido en varios institutos electorales locales. Por ese camino, como hizo Chávez, vamos a terminar cortándole la cabeza a los ministros de la Corte cuando no nos gusten sus resoluciones. Que el mundo se adapte a mi, es el rezo nocturno del pequeño dictador.

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