Torreón se ha convertido en paso obligado de los migrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos. Tan sólo en la última semana de enero fueron aseguradas 57 personas en los patios de maniobras de Ferromex.
Las estadísticas muestran un incremento de hasta un 400 por ciento en el número de asegurados en enero de 2007 con respecto al año anterior. Para José Betancourt Solís, subdelegado del Instituto Nacional de Migración, el problema tiene su origen en la difícil situación económica que atraviesan países como Honduras y El Salvador. Estas personas tienen puestas todas sus esperanzas en Estados Unidos, como único medio de ?salvación? para acceder a un nivel de vida más digno.
En Coahuila en lo que va del año se ha logrado asegurar a más de 300 migrantes indocumentados procedentes de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Vaya, ni el frío ha logrado detener el flujo migratorio de personas que buscan llegar a Estados Unidos por la frontera de Coahuila, pues en años anteriores bajaba el número de indocumentados detenidos en la temporada invernal. En enero de 2005 se reportó el aseguramiento de 184 personas, en el mismo lapso de 2006 se detuvieron 269, mientras que en el presente año la cifra ya llegó a 300.
Las historias que cuentan los centroamericanos son similares a las vividas por paisanos que también van en busca del Sueño Americano. Los ?coyotes? abusan por igual de centroamericanos que de mexicanos ilegales, quienes pagan fuertes cantidades de dinero con la esperanza de cruzar la frontera.
Mucha es la indignación que nos causa como mexicanos el enterarnos de abusos cometidos por autoridades norteamericanas contra nuestros paisanos. Las historias de cazailegales o de excesos cometidos por la Patrulla Fronteriza provocan la irritación de los políticos, las páginas de los periódicos se llenan de declaraciones exigiendo un mayor respeto y un trato más justo.
Lo paradójico del asunto es que nosotros como mexicanos también damos un trato indigno a los migrantes centroamericanos que osan cruzar por tierras nacionales. Prueba de esto fueron las recomendaciones emitidas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos al Instituto Nacional de Migración tras documentar casos de maltrato físico y psicológico a indocumentados en Saltillo.
Algunos centroamericanos han denunciado ser golpeados por agentes del Instituto Nacional de Migración, además de ser amarrados de pies y manos para ser encerrados por varios días en un cuarto oscuro. Actualmente el organismo federal mantiene abiertas las investigaciones sobre el presunto abuso contra los migrantes.
El delegado del INM en Coahuila, Gerardo López Macías, aclaró que los abusos fueron cometidos por una empresa particular de seguridad de nombre Triplex, a la cual ya le fue rescindido el contrato. Más allá de estas explicaciones resulta preocupante el trato que damos a los migrantes centroamericanos, vaya, ¿con qué calidad moral exigimos un mayor respeto a las autoridades norteamericanas cuando somos los primeros en violar los Derechos Humanos en perjuicio de centroamericanos?
Durante mucho tiempo el obispo de Saltillo, Raúl Vera, ha denunciado el maltrato físico del que son víctimas los migrantes, donde incluso están coludidos elementos de diferentes corporaciones policiacas.
Organizaciones No Gubernamentales, como Frontera con Justicia, han denunciado agresiones en contra de migrantes y de trabajadores sociales por parte de elementos de la Policía Estatal de Coahuila, agentes del Instituto Nacional de Inmigración e incluso por elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI).
Recientemente en el marco de la reunión de Obispos Tex-Mex, Raúl Vera demandó junto a sus homólogos de Texas y de estados fronterizos frenar la impunidad con que operan criminales que dañan a los migrantes.
Y es que el secuestro de migrantes centroamericanos es una práctica común de extorsionadores protegidos por la Policía para exigir dinero a familiares radicados en Estados Unidos, lo que ya provocó que los Gobiernos de Guatemala y El Salvador solicitaran a las autoridades mexicanas investigar y desarticular las bandas que torturan y maltratan a sus connacionales.
En su intento por llegar a Estados Unidos, los migrantes centroamericanos utilizan el ferrocarril de carga como medio de transporte, teniendo diversas escalas, desde Chiapas a la frontera con Estados Unidos. Según el padre Francisco Fellizari, director de la Casa del Migrante en Nuevo Laredo, Tamaulipas, son muchas las bandas que secuestran o asaltan a los indocumentados a lo largo de esa ruta sin que ninguna autoridad haga algo para evitarlo.
Particularmente en Saltillo las historias de abusos son dramáticas. A un costado de las vías del ferrocarril los agentes de Seguridad por años han actuado con total impunidad, provocando incluso muertes. Como muestra de estos abusos, tan sólo un botón: fue el 14 de abril de 2005, cuando Maritza Barrios, guatemalteca de 20 años, perdió una pierna cuando la tiraron de un tren de carga en movimiento. La mujer se defendía de un grupo de trabajadores de la empresa Consultores Profesionales en Seguridad Privada (Copssa) que antes la habían robado y la habían intentado violar. A pesar de haber interpuesto la denuncia, Maritza sigue esperando justicia.
El trato indigno contra los migrantes centroamericanos empieza cuando al ser asegurados son llevados a la cárcel como si fueran delincuentes. Ante la falta de estaciones migratorias en la mayor parte del país las cárceles municipales son habilitadas para esta función.
Es necesario que las autoridades y la sociedad civil en su conjunto, tomen conciencia del trato que damos a los migrantes centroamericanos. El no detener los abusos a los Derechos Humanos contra estas personas nos inhabilita automáticamente para exigir un mejor trato a nuestros paisanos que buscan el Sueño Americano, finalmente el buen juez por su casa empieza.
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