Resulta sorprendente cómo los políticos se desviven en declaraciones y muy poco en acciones. De todo hablan, siempre prometen solucionar los múltiples problemas que afecta a la sociedad, sin embargo pocas veces sucede.
Los políticos acostumbran dejar pasar los problemas, sólo hasta que las “pequeñas bombitas” les explotan retoman el tema, y nuevamente prometen que ahora sí llegara la tan anhelada solución.
Algo así le sucedió al alcalde de Torreón, José Ángel Pérez, con el problema de los asentamientos irregulares en la Zaragoza Sur. Tuvieron que pasar once meses y un nuevo incendio, para que el alcalde recordara el peligro latente que significa en esta colonia que todos sus habitantes estén “colgados” a la luz, por lo que el riesgo de un cortocircuito es permanente.
Hace un año la tranquilidad propia del Viernes Santo (14 de abril) se vio abruptamente trastocada por el incendio que redujo a cenizas cerca de 150 jacales, afectando a casi 750 personas. En aquella ocasión según las autoridades de Protección Civil, el fuego inició por un cortocircuito. Las llamas alcanzaron rápidamente un tanque de gas de treinta kilogramos lo que aunado al viento provocó una reacción en cadena que alcanzó cuatro manzanas. Afortunadamente no hubo muertes que lamentar.
La ayuda inmediatamente llegó, pero como siempre se limitó a ser un “mejoral” y no una verdadera solución al problema. Se organizaron brigadas de salud, se llevaron alimentos, e incluso los priistas llevaron madera y cartón a los afectados para que reconstruyeran sus jacales. Pero nadie impidió que tras reconstruir sus casas, nuevamente los habitantes de la Zaragoza Sur se volvieran a “colgar” de la luz.
En esa ocasión, hace once meses, el alcalde José Ángel Pérez declaró que iba a atender el problema de asentamientos irregulares en la colonia Zaragoza Sur. Afirmó que pedirían al Gobierno del Estado ayuda para resolver el problema de posesión ilegal de los terrenos. “Lo más importante”, dijo el 17 de abril de 2006, “es que la desgracia no vuelva a repetirse”, sin embargo el pasado miércoles 14 de marzo la historia se repitió.
Es cierto, ahora el incendio fue menor, sólo se quemaron 27 jacales, pero el peligro de que ocurra una tragedia mayor está latente. Hace un año el titular de Protección Civil, Nelson Lozada, dijo que Zaragoza Sur era una bomba de tiempo porque la mayoría de sus habitantes estaban “colgados” de la luz, un año después el funcionario realizó la misma declaración. En síntesis muchas reacciones mediáticas pero pocas acciones en concreto.
En un año el Ayuntamiento hizo muy poco para solucionar el problema. Tampoco la Comisión Federal de Electricidad tomó cartas en el asunto y el Gobierno del Estado afirma que durante este tiempo han mantenido negociaciones con el propietario de los terrenos de Zaragoza Sur, Raymundo Becerra Martín, para que se formalice un contrato de compra-venta con los posesionarios. Sin embargo hasta el momento no ha pasado nada.
Salvador Hernández Vélez, subsecretario de Desarrollo Regional de La Laguna, dijo que la solución al problema podría llegar en quince días. Esperemos que así suceda, ya que también a los funcionarios les gusta fijar plazos que nunca cumplen, prueba de lo anterior es el procurador de Coahuila, Jesús Torres Charles, quien hoy declara y mañana también, que ya se van a girar las órdenes de aprehensión contra los presuntos responsables de la tragedia de Pasta de Conchos.
Es cierto que el problema de la Zaragoza Sur es difícil de resolver, ya que por su condición de ilegalidad ninguna instancia gubernamental puede hacer algo hasta que el propietario de los terrenos los venda a los posesionarios.
Sin embargo, esta situación no exime a la autoridad de su responsabilidad de prevenir una tragedia. Hay que recordar que la mayoría de los asentamientos irregulares fueron creados por “paracaidistas” que invadían un terreno para fundar alguna colonia, con la aprobación simulada de las autoridades. Y es que muchas de estas invasiones fueron promovidas por líderes identificados principalmente con el PRI.
Históricamente las colonias marginadas han servido al tricolor como un bastión para conseguir votos en los diferentes procesos electorales. De esta forma se aprecia cómo la desgracia es políticamente rentable.
Hace once meses muchas declaraciones se vertieron sobre el tema, pero pocas fueron las acciones. Es urgente que las autoridades municipales y estatales se avoquen a resolver el problema de los asentamientos irregulares, no sólo de Zaragoza Sur, sino de todos aquellos que representan un peligro por el riesgo de que se presente un incendio, la mayoría de las veces ocasionadas por un cortocircuito.
No es necesario que ocurran tragedias para que las autoridades recuerden sus promesas, de ahí la necesidad de que las declaraciones se conviertan en acciones y no sólo en slogans de campañas publicitarias.
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