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Periférico| Pasta de Conchos, a un año de la tragedia

Luis Guillermo Hernández Aranda

Hoy se cumple un año de la tragedia de Pasta de Conchos, donde perdieran la vida 65 mineros. Hasta el momento únicamente han sido rescatados dos cuerpos, sin embargo la esperanza de los familiares se mantiene firme: quieren los cuerpos de sus seres queridos para velarlos y sepultarlos. Pero también exigen el retiro de la concesión a la empresa Industrial Minera México para que siga explotando la mina.

La explosión de la mina no sólo causó conmoción en Coahuila, la noticia llamó la atención de los medios internacionales. Durante esa semana de febrero los medios de comunicación estuvieron al pendiente de las labores de rescate, se tenía la esperanza de que los mineros sobrevivieran a la tragedia, por desgracia no fue así.

Mucho se ha escrito durante un año acerca de la inseguridad con la que trabajaban los mineros, así como las posibles causas del accidente. En diversos reportajes se ha documentado que la Delegación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social fue un obstáculo para realizar inspecciones sobre las condiciones en las que se trabajaba en la mina. La gran conclusión es que la tragedia se pudo evitar.

Diecinueve meses antes de la tragedia de Pasta de Conchos, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) detectó 34 irregularidades que ponían en riesgo la salud y la vida de los obreros, pero fue hasta siete meses antes del accidente, cuando la dependencia exigió a la compañía que realizara diversas adecuaciones al yacimiento; 34 fueron las recomendaciones hechas por STPS al Grupo México, algunas de ellas eran: activar los paros de emergencia a lo largo de las bandas transportadoras del interior del yacimiento, reparar lámparas del sistema de iluminación, reforzar el sistema de fortificación en el cielo del inclinado de banda, seis metros antes del crucero número dos, colocar las tapas protectoras faltantes del sistema de alumbrado del diagonal tres de la mina, eliminar las vigas dañadas y reparar escalones dañados. Las reparaciones nunca se efectuaron y las consecuencias de esta negligencia ya todos las conocemos.

A un año de la tragedia, los familiares de los mineros caídos siguen reclamando justicia. El pago de una indemnización con el objetivo de acallar las voces resulta inmoral. Es cierto, nada va a regresar la vida de los mineros, pero el reclamo de las viudas es justo: debe aplicarse la justicia e imponer severas sanciones a la empresa Industrial Minera México (IMMSA) concesionaria de la mina de Pasta de Conchos.

Para Maribel Rico, quien perdió a su hermano en la tragedia y una de las principales activistas, una forma de hacer justicia es pegarle a Industrial Minera México ?donde le duele, en el dinero y el peor castigo que las autoridades le pueden dar es el retiro de las concesiones que tiene para explotar los yacimientos de carbón?.

Antes de la tragedia ocurrida el 19 de febrero, la generación y producción de unas 45 mil toneladas de carbón mineral redituaba a IMSSA y a su controlador Grupo México 12 millones de dólares de utilidad neta, según los reportes de la firma a la Bolsa Mexicana de Valores, de ahí que los familiares demanden el retiro de la concesión, pues para ellos es difícil ver que la empresa trabaja como si nada hubiera ocurrido.

Durante un año el problema ha sido por demás politizado. En una primera instancia el Gobierno Federal para muchos minimizó la tragedia, cuando el entonces presidente Vicente Fox nunca visitó la zona de desastre lo que provocó el enfrentamiento con el gobernador, Humberto Moreira. Para muchos la postura del ejecutivo estatal reclamando acciones por parte de la Federación fue la correcta en primera instancia, sin embargo el enfrentamiento se alargó con declaraciones espectaculares que parecían tener más como objetivo sólo aparecer en las primeras planas de los periódicos.

Lo que es innegable, es que en el momento de la tragedia, Moreira inmediatamente se trasladó a Pasta de Conchos y estuvo en vela con los familiares. Este apoyo moral de parte del gobernador no lo han podido olvidar los habitantes de esa región de Coahuila.

Muchas cosas han ocurrido a partir de la tragedia, el Gobierno Federal acusó de corrupción al líder minero Napoleón Gómez Urrutia, colocando en su lugar a Elías Morales, lo que generó un severo conflicto minero que hasta la fecha permanece. Para algunos analistas la persecución a Gómez Urrutia no fue más que una cortina de humo para desviar la atención.

En un año las páginas de los periódicos se han llenado de declaraciones de diferentes actores políticos que prometen justicia. Se habla de que las investigaciones van muy avanzadas y que ya algunos ex funcionarios federales han sido citados a declarar, pero mientras esto sucede las historias de dolor en Pasta de Conchos persisten. Y es que a partir del 19 de febrero de 2006 la vida en esta zona de Coahuila ya no es igual.

Elvira Martínez es una de las viudas de Pasta de Conchos y no sabe cómo explicarle a sus tres hijos que nunca volverán a ver el cuerpo de su padre, tal vez sólo puedan apreciar un ataúd para darle sepultura a los restos que se logren rescatar.

Elvira es la única viuda que no aceptó el pago de la indemnización. Ya que a la semana siguiente de la explosión la empresa extendió 65 cheques, uno para cada viuda por 750 mil pesos por concepto de apoyo humanitario, cantidad independiente a la indemnización legal y al resto de las ayudas.

Elvira justifica su postura: ?Mi argumento para no recibir el dinero es la dignidad y el respeto a mi marido. No pueden comprarme el dolor con dinero. Nosotros no estamos aquí por dinero y desde el principio la empresa quiso manejar esto con dinero, pensaron que con dinero nos podían callar y yo no he accedido a ese recurso más que todo por dignidad. Cómo era posible que nos dieran dinero cuando lo que yo les estaba pidiendo era a mi esposo y hasta la fecha sigo en la misma postura, porque no estamos aquí para sacar un beneficio económico, estamos aquí porque los queremos a ellos?.

A un año de la tragedia muy poco se ha hecho para cambiar las condiciones de trabajo en San Juan de Sabinas, donde las únicas opciones para sus habitantes son trabajar en las minas o emigrar. Debemos aprender de la tragedia de Pasta de Conchos para que no se repita una historia similar, este es el mejor homenaje que se podría hacer a los mineros caídos.

lharanda@elsiglodetorreon.com.mx

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