En 2004 Ryszard Kapuscinski, fallecido el martes pasado, estuvo en Caracas para impartir un curso de periodismo. Al final, el maestro polaco aceptó que lo entrevistaran sus alumnos. Fue una de sus últimas entrevistas. Una de las alumnas del curso, la periodista mexicana Ana María Ávila, recogió las impresiones de Kapuscinski sobre Dios, el oficio de reportero, la soledad y, tras 24 libros publicados, el miedo a escribir un libro.
Después de reponerse a más de 20 guerras, también logró sobrevivir la soberbia. Para Ryszard Kapuscinski, la única manera de alcanzar el éxito en la vida es haciendo el trabajo con humildad. Después de todo, decía, ?un reportero vive de lo que los demás le cuentan, de su buena voluntad?.
Kapuscinski era experto en el tercer mundo. Lo recorrió toda su vida y narró las incongruencias e infortunios de sus naciones. A los 26 años ya recorría África y le tocó vivir la independencia de muchos de sus países. También vivió en Irán, México y Sudamérica. Escribió 24 libros sobre el tema.
Al final de sus días, además de seguir escribiendo, impartía cursos de periodismo en la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) de Gabriel García Márquez, que le llamaba ?maestro?.
A sus talleres llegaban periodistas ávidos de conocer las claves del oficio de parte de quien era considerado el mejor reportero del siglo XX. Pero al principio, el polaco decepcionaba. No iba a dar consejos prácticos, sino a escuchar y a soltar, de vez en cuando, perlas de filosofía.
Al final de uno de sus talleres en Caracas, Kapuscinski accedió a ser entrevistado. La plática fluyó como una asociación de ideas sobre lo que la vida le fue enseñando.
Sobre Dios y la religión: ?En La Odisea, Ulises encuentra que en sus recorridos toda la gente es hospitalaria con él. Y es que en aquella época los dioses se disfrazaban de personas comunes y no se sabía si aquel que llegaba era un simple mortal o un dios. Así hay que tratar a los demás. A cada uno como un dios porque el respeto a los otros es como honrar a Dios?.
Sobre el trabajo: ?Tengo que mejorar todo en mi. Como ser humano, en mis conocimientos, mi ciencia y mi experiencia. Hay que tratar de ser fuente de información, de opinión para los otros.
?En este oficio del periodismo tengo que saber diez veces más porque el que sabe, trabajó mucho para tener ese conocimiento. La gente que me va a leer está muy preparada, son especialistas y por eso yo tengo que saber diez veces más?.
Kapuscinski vestía muy sencillo, si acaso tenía una cena o una conferencia importante vestía un traje gris con camisa blanca. Tenía unos pies pequeños. Su voz era suave y pausada. Tenía una infinita paciencia. Firmaba cerros de libros, contestaba todas las preguntas, posaba para todas las fotos y sonreía aunque no estuviera de humor para hacerlo. Era un hombre de poco apetito, decía que era vegetariano en segundo grado, es decir que se quitó la carne roja y el pollo. Ocasionalmente comía mariscos y pescado. Siempre estaba observando y, en muchas ocasiones, tomando notas.
?Para ser periodista internacional no se puede ser arrogante. Se necesita un buen corazón porque este es un trabajo colectivo que se logra con la ayuda de los otros.
?Además, hay que estar interesados en otras culturas y tener respeto por ellas. No hay culturas superiores, el mundo es multicultural. Tampoco hay que olvidar que la cultura es un producto del ser humano.
?Hay que escribir sin odio, no pintar al otro como un diablo (...) ?Debemos tomar responsabilidad de todo lo que hacemos y decimos. Es lo único que podemos hacer y la vía para lograrlo es siendo humildes. Todos tenemos riqueza interna, sólo hay que sacarla?.
LOS MEDIOS
Cuando habló de los medios masivos de comunicación, dijo que hay un mar de palabras en la radio, televisión y prensa, pero dentro de este mar hay perlas, a las cuales hay que salvar y no dejar desparecer.
?Lo mismo pasa en los libros, siempre hay una o dos sentencias que valen la pena. A veces estas citas nos ayudan mucho en lo que escribimos, es como un diálogo de ideas. En esta profesión (del periodismo) no hay diplomas. Por eso tenemos que leer y leer para prepararnos. Cada libro es como escuchar a un buen maestro. El libro es mi escuela, mi aprendizaje, que es eterno.
?El periodismo no se puede definir de una sola forma. Tiene los mismos peligros que la cultura de masas: Caer en la superficialidad, manipulación e indiferencia. En el mundo totalitario el peligro principal es la censura. En las democracias el riesgo es la manipulación y la ignorancia.
?En cada conversación, el 95 por ciento de lo que se dice no sirve. Aunque siempre se debe poner atención para encontrar las perlas, Hay que tener memoria y hacer un esfuerzo por retenerlo todo, no tiene sentido poder recordar un discurso si no es importante. Lo mismo pasa con los ojos y lo que vemos. Hay que estar activo todo el tiempo, ver, oír, oler?.
LA SOLEDAD
Para Kapuscinski, su vida se dividía en dos. Una primera parte era viajar y otra que era la de Varsovia en donde que escribe. Le preguntamos sobre la soledad al estar recorriendo el mundo y dijo que no hay tiempo para eso.
?Cuando se entra en contacto con la vida de una persona no importa el lugar del mundo, uno no está solo. La mayor soledad está en las grandes muchedumbres, en los centros comerciales, en los aeropuertos internacionales. Ahí no hay ningún tipo de contacto, los momentos desaparecen, ríos de personas corren por el metro de Londres o París y no entramos en la vida de ninguna?.
Sin embargo, en libros como El Sha, Kapuscinski narra noches de soledad. Escribe sobre el estado de queda que vive en Irán. Al anochecer ya no puede dejar el hotel. Afuera se escuchan balazos. Su cuarto está lleno de papeles y recordatorios pegados en la pared. Por ejemplo, uno con un número telefónico que debajo dice urgente, pero Kapuscinski ya no recuerda ni de quién es ese teléfono. Está cansado y solo. Baja a tomar un café al lobby del hotel y los empleados juegan cartas. La televisión está encendida y el periodista les pregunta qué están diciendo. Con un parco inglés le responden. Después vuelve a subir al cuarto.
ESCRIBIR
En los viajes, Kapuscinski no grababa sus pláticas con la gente. Se adentraba en la cultura y vivía entre los nativos del lugar. Ébano fue escrito después de 14 años de viajar por África. Para el autor, escribir y viajar eran dos funciones que se contradicen. Viajar es la fuente de temas para escribir, pero cuando viajaba no escribía el libro, sólo tomaba notas.
?Preparar el libro en el viaje es un obstáculo porque eso requiere de una concentración enorme. Cuando se está de visita en otro país, uno quiere reunir el máximo de información posible y no hay tiempo para hacer un libro.
?Pero cuando escribo lo hago por seis meses y no me muevo porque requiere de una enorme concentración, de un ritmo propio, es un trabajo doloroso. Para escribir un libro se tiene que ver de otra manera, es otra arquitectura, otra forma de reconstruir el mundo?.
Kapuscinski contó que en el momento en que empezaba a escribir entraba en una enorme crisis. Le daba miedo saber si eligió un buen camino para el texto. ?Es una enorme tensión. Es un estado de miedo y de inseguridad por no saber bien a bien qué es lo que se está haciendo. Cuando uno se sienta con una hoja y un lápiz (todo lo escribía a mano) uno está muy solo, temblando. No sirve la fama, ni nada. Sudo cuando termino de escribir una hoja?.
Cada libro lo atacaba de manera distinta. ?Cada libro es un nuevo comienzo. No se puede pensar que porque salió bien el primer libro se puede aplicar la misma fórmula para el segundo. Existen miles y miles de libros inútiles y si no tengo la esperanza de que tengo algo nuevo que decir, es mejor que no lo haga.?
Opinaba que la televisión roba las imágenes a la prensa escrita y a los libros, entonces lo que queda es procesar el pensamiento, reflexionar. La justificación para escribir sobre un tema del que ya se ha hablado mucho es la profundización, la antropología, sociología, el otro punto de análisis.
Muchas universidades lo invitaron a impartir su cátedra. Muchos medios de comunicación buscaron contratarlo. Sin embargo, él siguió por la libre. No le gustaba estar condicionado a una silla o a un horario, ni tampoco a responder a un tiempo de entrega.
En La Guerra del Futbol narra lo difícil que era para él estar detrás de un escritorio. Hace un ensayo sobre los riesgos que se corren, entre ellos, el de la costumbre y el miedo a perder la autoridad detrás del escritorio o la seguridad que eso implica, es decir el tener un sueldo fijo y un trabajo seguro que no nos cueste ni la vida ni un mayor sacrificio.
?Claro que me da miedo ir a la guerra y siempre que sobrevivo a una lo considero un regalo, pero así tiene que ser. Entrar al fondo el infierno es la única manera de encontrar una buena noticia?.