El costo de una perla está determinado por la intensidad del brillo, grosor del nácar (el delgado se quiebra con facilidad), textura, defectos e imperfecciones, color natural del cuerpo, forma y perfección de la esfera y tamaño.
Nada más dulce y sutil que una perla. A través de los siglos han representado realeza, elegancia, esplendor y belleza natural.
Toda mujer debe poseer al menos una en su colección de joyas; son piezas que nunca pasan de moda y perduran por siempre, además de una amorosa herencia para cualquiera.
Un toque discreto se logra con un par de aretes simples cuyas formas son dos círculos que encierran sendas flores primaverales. Sus pétalos son luminosos gracias a mini diamantes y al centro dos perfectas perlas de Tahití en tono azulado. Las monturas son de plata ultra brillante.
Una perla nace cuando un pequeño cuerpo extraño se introduce en una ostra y llega al cuerpo del molusco.
Cuando ello ocurre éstos empiezan a producir una capa de carbonato de calcio -lo que conocemos como nácar- para envolver al objeto, el resultado es la preciada pieza. Esto ocurre muy de vez en cuando, así que cuando hablamos de perlas cultivadas éstas fueron logradas gracias a que la mano del hombre insertó tales cuerpos a las ostras.
Estos son algunos tipos de perlas finas cultivadas.
Agua dulce: Su origen son los lagos o ríos de China. Suelen ser blancas o rosadas, asimétricas y brillantes. Su tamaño oscila entre los 3.5 y 7.0 milímetros.
Tahití: Estás son muy cotizadas por su escasez. Su color es negro a grisáceo o verdoso.
Las más grandes, de unos 13 milímetros, suelen ser cultivadas en atolones volcánicos y los arrecifes de Tahití. Son esféricas y muy brillantes.
Surgen de las aguas saladas de China y Japón. Son esferas perfectas de entre 6 y 8.5 milímetros. Son las más brillantes de matices que van del crema al rosa pálido.
Mar del Sur: son de gran tamaño, de unos 13 milímetros, cultivadas en Australia, Indonesia y Filipinas. Los colores van del blanco al negro y pueden ser redondeadas o asimétricas.
El costo de una perla está determinado por la intensidad del brillo, grosor del nácar (el delgado se quiebra con facilidad), textura, defectos e imperfecciones, color natural del cuerpo, forma y perfección de la esfera y tamaño.
Algunos cuidados para estas joyas consisten en ponérselas al final del arreglo personal para evitar que tengan contacto con algún cosmético o químico, guardarlas por separado envueltas en paños suaves y limpiarlas con agua sin jabones ni químicos. En cuanto a los collares, se sugiere hacerles un cambio de cordón cada cinco años, según el uso.
Estas joyas fueron favoritas de personajes como la reina Isabel I, Coco Chanel, Marilyn Monroe, Rodolfo Valentino y Audrey Hepburn. Recientemente, Cindy Crawford adquirió un espléndido collar en Bora Bora, valuado en unos 10 mil dólares.
Hoy en día las perlas se llevan con todo, lo mismo con atuendos de gala que con estilos casuales, incluso los hombres ya usan al cuello colgantes decorados con unas cuantas de estas piezas.
