Existe en EU una campaña para incrementar el número de casos en que se divide un hígado antes de trasplantarse, con autorización del paciente.
AP
WASHINGTON, EU.- El cirujano tenía una buena noticia para Maggie Catherwood, una joven en estado crítico: había un hígado donado disponible para transplantarle. Pero luego le preguntó a la paciente si permitiría que los médicos cortaran una parte de su nuevo órgano para compartirlo con una bebé, también muy enferma.
“No puedo imaginar que exista alguien que hubiera dicho que no”, dijo Catherwood, estudiante universitaria de 21 años, cuando conoció a Allison Brown, la niña de ocho meses.
Catherwood, con lágrimas en los ojos, cargó a Allison cuidadosamente para evitar que se rozaran las heridas suturadas de las dos pacientes.
En realidad, pocas personas tienen la opción de compartir su hígado. Pero la red nacional de trasplantes podría cambiar pronto esa situación.
Existe una campaña para incrementar el número de casos en que se divide un hígado antes de trasplantarse, con autorización del paciente.
“Creo que (con estos cambios) podríamos eliminar con seguridad los fallecimientos de niños en la lista de espera para un trasplante pediátrico de hígado”, dijo Thomas Fishbein, del Hospital de la Universidad de Georgetown, quien operó a Allison.
ÓRGANO DIFERENTE
El hígado es distinto a cualquier otro órgano. Una parte de un hígado saludable puede crecer para formar el órgano completo en aproximadamente un mes. Por ello, algunas personas reciben trasplantes de fragmentos de hígado, tomados de donantes vivientes.
Así, también es posible que el hígado tomado de un cadáver se divida para salvar dos vidas con un solo trasplante.
No es algo muy frecuente, pues representa sólo entre dos y tres por ciento de los seis mil trasplantes anuales de hígado. Apenas 123 trasplantes compartidos se realizaron en Estados Unidos el año anterior, de acuerdo con la Red Unida para Compartir Órganos, que coordina el sistema de donación.
Según Fishbein, resulta todavía más extraño que un adulto acepte compartir un hígado que de acuerdo con las reglas de la lista de espera le pertenece por entero. Cuando se llega a dividir un hígado, la causa más común es que resulte demasiado grande para un niño, de modo que resulta necesario cortarlo. Los cirujanos, a fin de no desperdiciar el resto, lo suelen ofrecer al siguiente candidato de la lista.
“Ni siquiera sabía que fuese posible dividir un hígado”, dijo Catherwood, cuya primera pregunta después de la operación quirúrgica fue: “¿Cómo está la bebita?”
“El hecho de que alguien más estuviera dispuesto a ceder parte del hígado que tanto necesitaba me pareció asombroso”, dijo Terri Brown, madre de Allison, durante el emotivo encuentro con Catherwood, doce días después de los trasplantes.
“¡Dios mío, es adorable!”, exclamó Catherwood en su silla de ruedas cuando Brian, el padre de Allison, le puso la niña en los brazos.
DESAFÍOS TÉCNICOS
No todos los centros de trasplantes tienen la experiencia ni los incentivos para dividir hígados, especialmente aquellos que atienden sólo a enfermos adultos. La operación presenta algunos desafíos técnicos, así como un riesgo ligeramente mayor de complicaciones postoperatorias, en parte porque es un poco más difícil mantener la irrigación sanguínea adecuada para que sobreviva el órgano.
No todos los hígados donados pueden dividirse. Debe tratarse de un órgano saludable. Pero un cálculo somero de la red señala que más de mil hígados donados cada año podrían compartirse. Fishbein es parte del comité del organismo que busca alentar la división de órganos para salvar a más niños.
Entre el diez y el 13 por ciento de los niños pequeños con padecimientos hepáticos fallece mientras está en la lista de espera, incluidos 41 bebés el año pasado.
Las propuestas pendientes ordenarían que todos los centros de trasplantes fuesen notificados cuando se dona un hígado susceptible de ser dividido y que la búsqueda de un receptor de ese órgano identifique a las personas dispuestas a compartirlo.
“Es un tema de suma importancia”, dijo George Mazariegos, jefe de trasplantes en el Hospital Infantil de Filadelfia, quien señaló que la división de hígados en la actualidad depende demasiado del criterio de los cirujanos.
“Queremos llevar el asunto hacia... cierto tipo de iniciativa nacional, donde siempre se piense en esto”, añadió.
Los síntomas de Catherwood comenzaron a finales del año pasado, cuando tuvo problemas digestivos. Un día después de cumplir 21 años, se enteró que sufría el padecimiento de Wilson -su hígado no podía eliminar adecuadamente el cobre en la comida-. La acumulación de ese elemento estaba destruyendo el órgano.
A comienzos de febrero, la paciente, originaria de Sterling, Virginia, se sumó a las 17 mil personas que estaban en la lista de espera.
Allison tenía tres meses y medio cuando los médicos descubrieron que su ictericia se debía a un problema de atresia biliar: la niña de Waldorf, Maryland, carecía de ductos biliares mayores. Ingresó a la lista de espera a comienzos de diciembre y los ojos se le tornaron de un amarillo intenso mientras pasaban los meses y su hígado moría.
PACIENTES PRIORITARIOS
En los trasplantes se da prioridad a los pacientes más enfermos. La noche del 27 de febrero Cal Matsumoto, médico de Georgetown, recibió la noticia de que la red de trasplantes había elegido a Catherwood para recibir el hígado de un adolescente que había muerto recién. La red sabía que Allison era compatible con ese órgano, por lo que sugirió la división.
La mayoría de los cirujanos insiste en dividir ellos mismos los órganos para cerciorarse de que se haga correctamente. Fishbein está habituado a desplazarse en la noche a hospitales lejanos para recuperar un fragmento.
Esta vez el órgano fue llevado a Georgetown para que Fishbein y Matsumoto lo dividieran. El lóbulo izquierdo -poco menos de 20 por ciento- fue para Allison y el resto para Catherwood. Las dos pacientes estaban en quirófanos contiguos.
Los cirujanos calcularon minuciosamente la cantidad mínima de hígado saludable que un paciente necesita durante el mes que tarda la regeneración. De hecho, el ligero riesgo asociado con los trasplantes compartidos se debe a la posibilidad de no recibir una parte suficientemente grande, a problemas con la forma en que el órgano fue dividido o a retrasos en el trasplante, explicó Mazariegos.
Un hígado puede también dividirse en 60 por ciento y 40 por ciento para dos adultos, como se hace con los donantes vivientes. Pero los trasplantes compartidos entre dos adultos son controversiales, pues resulta más difícil calcular los volúmenes adecuados antes de que el órgano se deteriore.
Con Catherwood y Allison el trasplante parece funcionar, aunque ambas presentan el mismo riesgo de rechazo a largo plazo, como cualquier receptor. Catherwood se recuperaba en su casa y Allison permanecía en el hospital bajo observación, aunque la ictericia iba desapareciendo.
“Es emocionante ver sus ojos ahora”, dijo su padre. “Tuvimos mucha suerte”.