Califica el sacerdote de San Antonio de Padua a la gente de Cuencamé como buena en general.
CUENCAMÉ, DGO.- Aunque los robos a la Parroquia de San Antonio de Padua cesaron, el vandalismo sigue presente en Cuencamé, un mal que en los últimos años afecta a todos los pueblos.
El párroco Pascual Lisardo manifestó que el problema de los robos en la iglesia de San Antonio de Padua terminaron básicamente con el cambio de chapas, no así el vandalismo, aunque por un tiempo la Policía los dispersó con los recorridos de vigilancia.
El sacerdote comentó que en Cuencamé, en general, se puede catalogar a la gente como buena; sin embargo, como en todos lados hay algunas excepciones, lo que le tocó vivir a su reciente llegada a esta ciudad del semidesierto.
Recordó que anteriormente, cuando pastoreaba en el Santuario de Guadalupe, también se presentaron varios robos a la iglesia, incluso, el ambiente delictivo era más denso que ahora que está en la ciudad de Cuencamé.
La vagancia de la juventud se presenta en todo tipo de comunidades, sean grandes o chicas, en mayor o menor nivel, pero siempre hay algo que se puede hacer para persuadir a la juventud de no caer en los vicios y delincuencia.
Comentó Pascual Lisardo que en la Parroquia de San Antonio de Padua actualmente hay tres grupos de jóvenes que toman apostolado y estudios relacionados con los aspectos religiosos, familiares y morales.
Estos grupos no solamente trabajan en la cabecera de Cuencamé, sino también en las localidades del medio rural, donde también hay una necesidad apremiante en la juventud de dirección, mencionó el párroco.
