Lic. don Miguel Cárdenas, Gobernador del Estado de Coahuila, que firmó el decreto para elevar a la Villa de Torreón, a la categoría de Ciudad, el 17 de junio de 1907, y se publicó el 12 del siguiente mes de julio, para entrar en vigor el día 15 de septiembre de dicho año. Era presidente municipal don Rafael Aldape Quiroz.
Llegada la fecha gloriosa para Torreón, se vistió con sus mejores galas. Don Juan Castillón, jefe político y las autoridades municipales encabezadas por el presidente don Rafael Aldape Quiroz, se leyó el Bando Solemne.
En el acto, don Carlos Viesca Lobatón, pronunció un espléndido discurso, que en parte dice (tomado de mi libro Cien Años de Presidentes Municipales en Torreón, 1893-1993), y dice:
“Conciudadanos: aunque la erección de una Villa en Ciudad no tenga actualmente la importancia práctica que en los antiguos tiempos, porque la mano niveladora de las ideas republicanas ha borrado del código de los egoísmos, los privilegios y los fueros; aunque el amparo de las leyes y los sentimientos de confraternidad hayan barrido el recinto tras el cual se apiñaba la multitud urbana orgullosa de sus templos y sus palacios, de sus monumentos y sus jardines, de sus costumbres y sus reglamentos, de sus honores, artistas, sabios, soldados gloriosos, muertos ilustres y dioses lares, bajo el punto de vista moral es altamente significativo y de trascendencia para el lirismo de sus apologistas, el plebiscito que con patriótico entusiasmo celebra dignamente el pueblo de Torreón y por el cual se transforma en Ciudad la antigua Villa, se declara la mayoría de edad de una agrupación, que por disposiciones especiales de la naturaleza y por el ardimiento de sus pobladores ha surgido del desierto como al llamado de mágico conjunto, fuerte y dispuesto para el triunfo como surgió Pallas Athenea del cerebro de Júpiter en uno de los más bellos días de la mitología helénica”.
“...Tiene pues, Torreón, su pueblo; tiene jardines y monumentos; se levantan en su recinto las fábricas de hilados, donde el huso en su constante “va y ven” devana la blanca fibra que produce la comarca, para vestir de gala a sus doncellas o envolver en blancos pañales a los recién nacidos; tiene sus fundiciones donde corre transformada lava de riqueza de nuestro suelo o el tronco modelador de las estatuas de nuestros héroes y grandes hombres. Ya no forjadas con los cruentos eslabones de las cadenas de esclavos, sino vaciadas con los vírgenes productos de las tierras; tiene sus palacios donde habita la justicia; el Foro y el Capitolio se dibujan su mañana; tiene sus templos, sus dioses, sus sacerdotes y tiene también sus poetas, ¡oh, ciudad! ¡Estás completa!
“Quédese para los apocados de espíritu espantarse ante la llaga que existiese detenerse por la herida que reciba, que éstas sólo han servido de acicate a los hombres de buena voluntad y a los pueblos libres para escalar el templo de la gloria”.
“Hoy ante el altar de la patria y ungida por la memoria de los héroes, la ciudad de Torreón el contingente de su esfuerzo y las autoridades en el bien procomunal, exigiendo en cambio únicamente, ya que tiene el derecho de exigir, en que se mantengan muy altos los fueros de la justicia y el honor...”.
