Un hombre condenado a muerte pidió antes de morir que se le reglará una pizza a un vagabundo de Nashville.
Philip Workman, condenado a muerte y ejecutado en Tennessee, EU., por asesinato, dejó un legado de pizza para todos los vagabundos que malviven alrededor de la prisión de Nashville en la que pasó los últimos días de su vida.
En realidad, pidió pizza sólo para uno, pero la generosidad de los vecinos de Nashville, hizo que las pizzas se multiplicaran hasta alcanzar a cientos de vagabundos.
En lugar de cumplir con la tradición de pedir el menú de su última cena, este hombre de 53 años solicitó a las autoridades que dieran su cena, una pizza vegetal, a uno de los vagabundos de la zona.
Pero se le negó el deseo porque, según informa la cadena de televisión CNN, la prisión no hace obras de caridad.
La negativa saltó a las noticias locales y fue escuchada por Donna Spangler, de 55 años, quien se puso manos a la obra.
Llamó a sus amigos e inició una colecta que rápidamente alcanzó los mil 200 dólares, con los que se compraron 150 pizzas que se enviaron al albergue más cercano.
Workman murió poco después tras recibir la inyección letal con la que cumplió su condena por asesinato. Pero su memoria estará viva durante mucho tiempo, al menos, entre los vagabundos de Nashville.