Benedicto XVI denunció ayer durante el tradicional Mensaje de Navidad que cada vez hay más emigrantes, refugiados y deportados en el mundo víctimas de las guerras, las tensiones étnicas y el terrorismo, pero también debido a calamidades naturales, muchas de ellas consecuencias “de preocupantes desequilibrios ambientales”. (AP)
Insta Benedicto XVI a los fieles a reservar en sus vidas un tiempo para Dios y para los necesitados.
El Papa Benedicto XVI hizo en la Navidad un llamado a los dirigentes políticos del mundo a hallar “la sabiduría y el valor” para poner fin a los conflictos en Dafur, Irak, Afganistán y el Congo.
Tras su discurso, el Pontífice ofreció un saludo navideño en 63 diferentes idiomas, entre ellos el guaraní, el mongol, el finés, el árabe, el hebreo, el swahili y el birmano.
El Pontífice clamó por el fin de esos conflictos en su mensaje tradicional “Urbi et Orbi” (A la ciudad y al mundo) desde el balcón central de la Basílica de San Pedro al tiempo que bendijo a los millares de fieles reunidos en la plaza, iluminada por un Sol brillante de invierno.
Ataviado con vestimenta bordada en oro y con la toca episcopal rica en joyas (o mitra), Benedicto XVI apremió a los feligreses a regocijarse por la celebración del Nacimiento de Jesús y expresó la esperanza de que la Natividad lleve consuelo a toda la gente “que vive en la oscuridad de la pobreza, la injusticia y la guerra”.
Mencionó en particular a quienes viven en las “regiones torturadas” de Dafur, Somalia, el norte del Congo, la frontera de Eritrea y Etiopía, Irak, Líbano y la Tierra Santa, Afganistán, Pakistán, Sri Lanka y los Balcanes.
“Que el Niño Jesús lleve alivio a quienes sufren, y conceda a los líderes políticos la sabiduría y el valor para buscar y encontrar soluciones humanas, justas y duraderas”, expresó.
Más allá de esos conflictos, Benedicto XVI dijo que sus pensamientos para las Navidades estaban también orientados hacia las víctimas de otras clases de injusticia, y citó a las mujeres, a los niños, a los ancianos, así como a refugiados y víctimas de desastres ambientales y de tensiones étnicas y religiosas.
El Pontífice señaló que tenía esperanzas de que la Navidad trajera consuelo a “aquellos a los que todavía se les niega sus aspiraciones legítimas a una existencia más segura, a la salud, a la educación, a un empleo estable, a una plena participación en responsabilidades civiles y políticas”.
De acuerdo a Benedicto XVI, la injusticia y la discriminación están destruyendo el tejido interno de muchos países y agriando las relaciones internacionales.
Al expresar su preocupación por el medio ambiente, el Papa dijo que la cifra de inmigrantes y de personas desplazadas ha aumentado en todo el mundo debido a “los frecuentes desastres naturales, en ocasiones causados por trastornos a la ecología”.
Horas antes al celebrar la Misa de Gallo por la Navidad, la madrugada de ayer, en la Basílica de San Pedro, el Papa instó a los fieles a reservar en sus vidas un tiempo para Dios y para los necesitados.
Benedicto insistió en un tema que ha planteado varias veces, la preocupación sobre un mundo cada vez más laico, y dijo que muchas personas actúan como si no hubiera espacio para los asuntos espirituales en sus vidas.
“El hombre está tan preocupado por sí mismo, tiene una necesidad tan urgente de todo el espacio y de todo el tiempo para sus propios asuntos, que no deja nada para los demás, para su vecino, para los pobres o para Dios”, dijo el Pontífice.
El jerarca católico aprovechó también la homilía para vincular el mensaje de Navidad con el interés cada vez mayor de la Iglesia con el medio ambiente. Mencionó a los primeros teólogos que interpretaron el papel de Cristo también como un sanador de la Tierra y el universo.
“Él vino a devolver belleza y dignidad a la creación, al universo: Esto es lo que comenzó en la Navidad y hace que los ángeles se regocijen. La Tierra es devuelta al buen orden por virtud del hecho de que está abierta a Dios... Así la Navidad es la fiesta de la creación restaurada”.
En su homilía en italiano, frente a miles de feligreses que llenaron la basílica, Benedicto pidió que los católicos hagan un espacio para Dios, así como para los menos afortunados.
Celebran la Navidad en Belén y Nazaret
La minoría cristiana de Tierra Santa y miles de peregrinos de todo el mundo festejaron ayer la Navidad tras la misa de Nochebuena celebrada la noche del lunes en Belén por monseñor Michel Sabah, patriarca de la comunidad católica de Tierra Santa.
Sabah, oriundo de la ciudad israelí de Nazaret, concelebró la misa en la iglesia franciscana de Santa Catalina en Belén, y durante su homilía hizo un llamamiento en favor de la independencia del pueblo palestino en presencia de su presidente, Mahmoud Abbas.
Peregrinos y turistas que no pudieron visitar el lunes los abarrotados santuarios de Belén, recorrieron ayer desde la fría, pero soleada mañana la Basílica de la Natividad, junto a la iglesia, y descendían hasta la gruta en la cual, según la tradición, estuvo el pesebre donde se alojaba la Sagrada Familia al nacer Jesús.
María y José llegaron huyendo desde el norte de Tierra Santa. “Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén (Bet Léjem, Casa del Pan en hebreo)”, relata San Lucas en su evangelio.
Además de la Basílica de la Anunciación en Nazaret -el templo cristiano más grande de Oriente Medio-, los peregrinos y visitantes se concentraban ayer en el pozo de agua donde, según la tradición, la Virgen María recibió la anunciación del nacimiento de Jesús por boca del arcángel Gabriel, y otros santuarios del “Mar de Galilea”.
Por primera vez desde la visita del Papa Juan Pablo II en el año 2000, las calles de Belén estuvieron colmadas el lunes y seguían estándolo ayer para satisfacción de los hoteleros, la industria y el comercio, cuya subsistencia depende casi exclusivamente del turismo.
En el último siglo, decenas de miles de palestinos cristianos de Belén emigraron, muchos a países de América latina, entre otras razones debido al violento conflicto árabe-israelí, y a rencillas interreligiosas. En la actualidad los palestinos de la comunidad musulmana son mayoría entre los 35 mil habitantes de la ciudad.
Con motivo de las festividades navideñas, la Oficina Central de Estadísticas de Israel informó que los cristianos residentes en el país son 152 mil, un 2.1 por ciento de la población general.