La Fiscalía de Moscú pidió hoy condenar a cadena perpetua al asesino en serie Alexandr Pichushkin, conocido como el "Maníaco del Martillo" y declarado culpable de 48 homicidios y tres intentos de asesinato.
"La acusación pide a esta corte que condene a Pichushkin a cadena perpetua, teniendo en cuenta la gravedad y el carácter macabro de sus crímenes", declaró el fiscal de la capital rusa, Yuri Siómin, al intervenir en el proceso celebrado en el Tribunal Moscú.
Añadió que, en opinión de la Fiscalía, los primeros quince años de la condena el asesino en serie debería cumplirlos en una prisión de alta seguridad, y recibir además tratamiento médico forzoso, a pesar de que no tiene perturbadas sus facultades mentales.
Horas antes, un jurado de doce miembros halló a Pichushkin culpable de todos los cargos y desestimó los alegatos de la defensa, que pedía su absolución en 18 episodios por considerar que su culpabilidad no había sido demostrada.
Pichushkin, de 33 años, inicialmente fue acusado de matar a 49 personas entre 1992 y 2006 en un parque de Moscú, aunque él mismo sostiene que asesinó a 63, con el objetivo de llegar a 64 víctimas, tantas como las casillas de un tablero de ajedrez.
De confirmarse la macabra cifra, superaría a Andréi Chikatilo, más conocido como el "Destripador de Rostov", el asesino en serie más famoso de la historia de este país, que mató a 52 niños y mujeres.
En un receso del proceso, Siómin confirmó que la Fiscalía investiga además otros presuntos asesinatos cuya autoría reclama Pichushkin, pero que hasta ahora no han sido confirmados, según las agencias rusas.
El jurado tardó casi tres horas en emitir su veredicto, pues la corte le había pedido pronunciarse sobre 105 preguntas, y en particular decidió que el asesino no merecía clemencia.
Familiares de las víctimas presentes en el proceso habían reclamado para el homicida la pena capital, a pesar de que Rusia adoptó una moratoria sobre la misma al ingresar en el Consejo de Europa en 1996.
Pichushkin fue detenido por la policía en su casa en julio del pasado año con el arma del crimen en la mano -un martillo de carpintería- y un tablero de ajedrez con casi todas las casillas cubiertas con monedas.
Durante el proceso confesó ser autor de todos los asesinatos y subrayó reiteradamente que no se arrepentía de ninguno de ellos.
Cometió la mayoría de sus crímenes en el mismo lugar, el parque de Bitsa, en el suroeste de Moscú, y casi siempre con la ayuda de un martillo, con el que golpeaba a sus víctimas hasta que éstas dejaban de dar señales de vida y las arrojaba a los pozos de alcantarillado.
Su primer asesinato lo cometió en 1992, cuando con 18 años recién cumplidos empujó por la ventana a un amigo del colegio, con el que se disputaba el amor de una compañera, y el último, en junio del pasado año, cuando acabó con la vida de una conocida.
La policía dio con su pista gracias a un mensaje de un contestador en el que una de las asesinadas le decía a su hijo con quién y adónde iba a pasear, y le daba el número de teléfono de quien sería su asesino.
En su mayoría, las víctimas eran alcohólicos a los que tentaba con el pretexto de compartir una botella de vodka en el parque de Bitsa.
"Si no me hubieran pillado, nunca habría parado. Nunca. Salvaron la vida de muchas personas", declaró el homicida durante el proceso.
Según confesó, seguía con fruición la cobertura de sus fechorías por la prensa y la televisión y se indignaba cuando éstos no recogían fielmente los pormenores de lo ocurrido.
Más de un centenar de testigos y familiares de las víctimas se habían mostrado dispuestos a prestar testimonio en este caso, que ha conmocionado a los moscovitas, acostumbrados a los ajustes de cuentas entre bandas criminales, pero no a los asesinatos en serie.
Una de sus antiguas vecinas aseguró a la prensa que habría que "empalarlo para que se muriera lentamente".
"Le arrancaría con mis propias manos los pies y las piernas, una tras otra, porque no tiene derecho de pisar esta tierra", señaló la hermana de otra víctima.
Según el estudio psiquiátrico hecho púbico durante el proceso, Pichushkin presentó problemas mentales en su infancia y siendo adolescente, pero actualmente no tiene perturbadas sus facultades mentales y estaba consciente de la gravedad de sus crímenes.
Al intervenir ante el Tribunal, el fiscal subrayó que Pichishkin "reconoce que se aprovechaba conscientemente del estado impotente de sus víctimas, y entendía que las hacía sufrir cuando arrojaba al pozo los cuerpos de algunas personas heridas pero todavía con vida".