Acolman, que en náhuatl significa “En donde se hizo al hombre”, es la cuna de las posadas y en donde por primera vez se elaboró una piñata en el continente. (El Universal)
La elaboración de piñatas estuvo a punto de desaparecer por el poco interés de los artesanos y las autoridades.
El “dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino”, ya está aquí.
Y es en Acolman, municipio ubicado cerca de las Pirámides de Teotihuacan, donde los cánticos han comenzado a escucharse, o quizá nunca se han dejado de oír porque es aquí donde iniciaron las festividades navideñas de América Latina.
Es Acolman, que en náhuatl significa “En donde se hizo al hombre”, la cuna de las posadas y en donde por primera vez se elaboró una piñata en el continente.
Los monjes agustinos en 1587 fueron los primeros en fabricar una de ellas y 420 años después la tradición continúa.
Ya no con la misma intensidad que antes, pero se siguen elaborando tal como fue hecha la primera de ellas en el ex convento de San Agustín.
La olla de barro, cubierta con papeles multicolores y el engrudo son los elementos que no pueden faltar en uno de estos productos que ahora elaboran unas 200 familias en el municipio, cuenta María de Lourdes Ortiz Zacarías, presidenta de Exar de Aculmaitl (Expresiones Artesanales de Acolman).
Tan sólo esta agrupación de artesanos conformada por seis familias han realizado desde agosto a la fecha 11 mil piñatas, de las cuales ya vendieron 3 mil a mayoristas del Distrito Federal, Hidalgo, Estado de México, Puebla y Aguascalientes.
Ahora sus ojos están puestos en Europa y Estados Unidos a donde pretenden exportar su producto 100 % mexicano.
La elaboración de piñatas, reconoce María de Lourdes, estuvo a punto de desaparecer por el poco interés de los propios artesanos y de las autoridades.
Ese poco interés de propios y extraños, reconoce María de Lourdes, pone en riesgo la autenticidad de las piñatas porque los productores mexicanos no han registrado la patente.
“Cualquier persona en el mundo puede registrarla y hacerla como suya, en México nos quedaríamos sólo mirando”, advierte.
En uno de sus viajes a China el viajero Marco Polo vio una de ellas y la llevó consigo a Italia en donde recibió el nombre de pignatta y se le dio un sentido religioso, ajustándola a las fiestas de la cuaresma.
A México llegó en el Siglo XVI y desde entonces es parte de la cultura nacional.
No obstante que estuvo en peligro de perderse esa milenaria tradición, de unos años a la fecha la piñata ha renacido de sus cenizas como el Ave Fénix.
Ahora María de Lourdes se dedica a enseñar el arte a los residentes de Acolman para que no se pierda esa costumbre colonial.
Un solo requisito tienen que cumplir los que quieren aprender a fabricar las piñatas tradicionales: ser nativos de Acolman.
“No aceptamos a quienes son de otros municipios, porque la intención es que la gente de aquí sepa hacer los productos originales y para que sea el sello de Acolman”, expresó María de Lourdes.
Esperanza Badillo Pérez y Libia Palma Romero, son dos de las discípulas de María de Lourdes quienes además de no dejar morir esa actividad han encontrado una fuente de ingresos para el sostenimiento de sus familias.
Esperanza, quien tiene dos años fabricando piñatas no deja de sentirse orgullosa por no dejar que se muera una costumbre ancestral.
“Además de todo es una buena fuente de ingresos, aunque nada más en esta temporada porque la mayor parte del año no hay muchas ventas”, narró.
Su marido quien trabaja en una fábrica por las noches y su hija que estudia la preparatoria se han sumado a estas familias de piñateros que han aumentado en los años recientes.
Tradición que se hereda. A Raúl Juárez López, nada lo pone más feliz que ver a su pequeña hija de cinco años haciendo su primera piñata.
“Desde pequeña le ha llamado la atención y ahí va poco a poco y paso a paso aprendiendo una bonita tradición mexicana”, expone orgulloso.
En la bodega de Exar de Aculmaitl, localizada en la cabecera municipal, hay casi 8 mil piñatas de diferentes formas, colores, tamaños y de diversos precios; desde 25 hasta mil 500 pesos, esperando a sus compradores.