La industria editorial mexicana se enfrenta a un comercio informal que aprovecha bajos costos en insumos, no paga derechos de autor, ni traductores, correctores de estilo o tipógrafos. (Archivo)
El decomiso este año, de más de un millón de textos apócrifos, toca apenas la punta del iceberg de una industria cada vez más especializada.
Ante la “piratería” de libros la batalla parece perdida. En 2007, el Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (Cempro) decomisó cerca de un millón 200 mil libros apócrifos que representan sólo 3% del total de ediciones que circulan en todo el país.
Los editores saben que es una cifra mínima, pero simbólica: “Lo más que podemos aspirar es que sea tan caro para los ‘piratas’ operar que ya no sea un negocio”, asegura Gerardo Gally, presidente de Cempro, organismo que se ha apoyado en la Procuraduría General de la República (PGR) para realizar 12 operativos durante 2007.
La industria editorial mexicana se enfrenta a un comercio informal que aprovecha bajos costos en insumos, no paga derechos de autor, ni traductores, correctores de estilo o tipógrafos.
Se ha planteado vender en puestos callejeros, pero no puede competir en precios con los “piratas”, quienes no pasan por todo el proceso de producción y copian el libro acabado.
No han podido hacer conciencia entre la gente que los libros “piratas” son ilegales y no son tan baratos. Gally dice que en el mercado ilegal los libros “están 20% o acaso 30% abajo del precio de lista, significa que ofrecen 10% menos que las librerías de descuento”.
El representante de los más de 80 editores y autores que conforman la sociedad de gestión colectiva, asegura que antes sólo se pirateaban los best sellers, pero hoy en día se copian todos aquellos libros que venden y tiran 5 mil ejemplares.
La mecánica es sencilla: agarran la lista de los 10 libros más vendidos de cualquier librería y los reproducen de manera ilegal. Eso ha llevado a que 80% de las ediciones “piratas” que hay en el mercado sean de interés general y el 20% restante sean libros de texto que se mueven sólo durante el periodo escolar.
Gerardo Gally reconoce que las casi 300 toneladas de libros representan alrededor de 120 millones de pesos de pérdidas de una industria que se ha especializado mucho.
“En cada industria necesitas de gente que sepa de producción de libros, seguramente los que ‘piratean’ libros son ex empleados de la industria editorial o gente que sabe de libros. Están logrando buena calidad, son buenos industriales, hacen bien su trabajo pero es ilegal”, señala Gally.
Para el presidente de Cempro, los comerciantes que hacen discos, DVD y libros “piratas” casi son los mismos, en número, que los productores legales, ya que 60% de lo que se compra en México es ilegal y el 40% restante está en regla. Asegura que la industria editorial está en esa proporción, pero la del video y la música representa mucho más negocio.
Fundación y logros
A pesar de que Cempro se fundó en 1998, fue hasta 2007 cuando los editores crearon el Fondo de Lucha contra la “Piratería”; con el dinero que aportan —acorde al tamaño de la editorial y los libros que les “piratean”—, pagan a la agencia de investigadores que conforma la averiguación que ellos presentan ante la PGR y con la que el Ministerio Público libera la orden de cateo en bodegas o en los operativos de calle.
Sus logros en 2007, al incautar con apoyo de elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI), casi 300 toneladas de libros, supera por mucho las 22 toneladas logradas en 2006; sin embargo, la industria enfrenta un problema social: a los mexicanos les encantan los tianguis y temen entrar a librerías.
Gerardo Gally enfatiza: “Somos un país al que le gusta la compra por impulso, nos encanta encontrarnos con los libros, sentir que compramos barato. Nos gusta esa sensación y el mercado informal nos la da, si entramos en una librería no sentimos que conseguimos la ganga, excepto en librerías que dan descuentos”.
En su batalla contra la “piratería”, Cempro ha recibido apoyo de la PGR, del Ministerio Público y de la AFI; en 2007 dieron un curso a 20 peritos para que aprendieran a detectar libros apócrifos entre los legales.
A pesar de todos sus esfuerzos y operativos no hay detenidos y menos sentenciados; en la calle todos son puesteros que no saben nada —casi todos menores de edad—, y en las bodegas jamás detienen a nadie. Cuando alguien cae en la cárcel la pena es menor a cinco años y salen bajo fianza.
Sin delito qué perseguir
A lo anterior, se suma que la reproducción ilegal de libros no es un delito que se persigue de oficio, requiere de una denuncia de parte; es ahí cuando entra Cempro en representación de los editores, algunos de los cuales temen hacerlo porque han recibido amenazas, gente que les dice: “¿Quieres mucho tu libro, más que a tu familia?”. Buscan una modificación en la legislación vigente, pero no la han logrado.
Su logro es haber demostrado a los editores que la “piratería” les “está dando muy duro” y aunque las acciones de 2007 fueron buenas, sólo han tocado la punta del iceberg.
“No hemos llegado a las imprentas, no hemos llegado a todas las bodegas, sólo a unas cuantas; debemos llegar a todos los puntos de venta, en eso trabajaremos el año entrante”, explica Gally.
La meta de Cempro, sociedad de gestión colectiva que también lucha por reducir la repografía de libros y concede licencias para poder hacerlo de manera legal, es llegar a la base del iceberg.
Gerardo Gally dice que “hay que ir con los productores y son ellos a los que no hemos podido agarrar; estamos tratando de llegar también a las principales bodegas”.
Su propuesta para 2008 es ampliar los operativos al resto del país, alcanzar otros centros de distribución, como son Guadalajara, Monterrey, Tijuana, Querétaro. Recorrer el Bajío donde saben que hay una red que va de Querétaro a Guanajuato, Michoacán, Guadalajara y llega al norte de la República.
Las investigaciones que han pagado con dinero de su propia bolsa, les confirma que en las ferias de libro municipales o locales casi todo el libro que se vende es “pirata”; a esos espacios no han podido llegar, se han concentrado en puestos de calle de la Ciudad de México y bodegas de la zona metropolitana ubicadas en Iztapalapa, Tlalnepantla y Chalco.
Las cerca de 300 toneladas de libros apócrifos decomisadas en 2007, permanecerán bajo resguardo de la PGR hasta que concluya el proceso legal que determine que son ediciones “piratas”, entonces se destruirán y podrán donar el papel.
Los más ‘pirateados’
Títulos que la PGR encontró en cantidades importantes
Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, Jahn Gray
Harry Potter, J.K. Rowling
Las crónicas de Narnia, C.S. Lewis
Dios mío hazme viuda por favor, Josefina Vázquez Mota
Quiúbole, Gaby Vargas y Yordi Rosado
La reina del sur, Arturo Pérez-Reverte
Delirio, Laura Restrepo
Un grito desesperado, Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Juventud en éxtasis, Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Fortaleza digital, Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Sangre de campeón, Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
Aura, Carlos Fuentes
Toda Mafalda, Quino
Las enseñanzas de Don Juan, Carlos Castaneda
El señor de los anillos, J.R.R. Tolkien