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Planes nacionales| Diálogo

Yamil Darwich

El presidente de México presentó el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012; lo hizo frente a gobernadores de los estados federales del país, el presidente de la Suprema Corte, representantes de todos los partidos políticos, líderes de los sectores sociales, del productivo y ante la presencia de periodistas de los distintos medios, dejando un claro mensaje a la nación: “todos los actores políticos debemos entendernos”; luego, agregó: “tengan la seguridad de que habrá la más absoluta disposición de mi parte para llegar a acuerdos por encima de diferencias partidistas, de región o de religión”.

El mensaje fue una clara alusión al serio problema nacional: la lucha por el poder que los partidos, diversos sectores y grupos minoritarios y económicamente poderosos sostienen por encima del verdadero interés general. Luego insistió: “Superar los desafíos no sólo es tarea del Ejecutivo, sino que incluye a todos los poderes, a los gobiernos en sus tres niveles, a los partidos, indígenas, sindicatos, mundo de la academia y a todos”. La cuestión es saber si encontrará fórmulas para lograr que se sumen a su esfuerzo, ¿o seguiremos siendo ejemplo clásico de “las tinas llenas de cangrejos”?, fábula en donde las de mexicanos están destapadas porque ellos mismo se impiden, unos a otros, escalar y salir.

La llama de esperanza se reavivó cuando vimos cómo logró sumar mayorías en su partido político, haciendo replegarse a aquellos que a todas luces tratan de alcanzar los objetivos de sus respectivas facciones por encima del partidario, los más radicales de ultraderecha.

Estableció una premisa importante: el desarrollo humano como prioritario, refiriéndose a la gravedad de la pobreza extrema, particularmente entre los grupos indígenas y campesinos del país, considerando a Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Tabasco y Veracruz como urgidos de atención inmediata e intensiva.

Mencionó cinco ejes del Plan Nacional, sobre los que pretende trabajar el resto de su mandato:

El primero, referente al establecimiento del Derecho como forma de vida y la seguridad social; ambos, graves deficiencias de México, al tener leyes fuera del contexto de la “Sociedad del Conocimiento” y una profunda anarquía, generada por el abuso del poder e impunidad de grupos que atentan contra la paz y orden de las comunidades; todo, con tal de alcanzar sus fines.

Va más allá en sus propósitos: recuperar el “monopolio de la Fuerza Armada”, que otrora fuera un privilegio sobreentendido del Estado, para asegurar el bien común y que es cuestionado con argumentos de violencia ejercida por grupos criminales.

Argumentó la necesidad de alcanzar una economía competitiva, generadora de empleo, objetivo que requiere de normas de relación obrero patronales diferentes y leyes hacendarias que apoyen a la productividad nacional, la estimulen y premien evitando castigarla, como hasta ahora sucede en muchos casos. No deje de analizar que se requiere acabar con abuso del concepto sindical, que le sirvió al Estado como apalancamiento en la manipulación de “bases y masas” para mantener el control del poder, que se han transformado en verdaderas pesadillas que no les importa impedir el avance hacia el desarrollo nacional con calidad.

En tercer término mencionó la igualdad de oportunidades, que esperamos se refiera al real ejercicio de la libertad, que sólo se logra a partir de la mínima solvencia económica de los mexicanos e instrucción con educación escolarizada para la toma de buenas decisiones, pudiendo así definir que queremos para nosotros y nuestros familiares en campos fundamentales como el educativo, salud, vivienda y alimentación. Difícil alcanzar el objetivo, al menos durante los próximos años, pero es absolutamente necesario empezar a trabajar desde ahora.

Habló de “sustentabilidad ambiental”, en referencia a la defensa de la ecología, con leyes claras, efectivas, en un estado estricto de aplicación del derecho y que sea igual para todos. Si Calderón ha mostrado su decisión para dar la batalla frontal contra el narcotráfico, esperemos que siga adelante, ahora con los taladores de bosques, destructores de la fauna, contaminadores de ríos, suelos y aquellos que, sin miramientos, causan daños al patrimonio de los mexicanos.

El quinto se refiere a la recuperación de la imagen nacional, a lograr con una política clara, congruente, de respeto y promotora de la paz. Es tiempo de volver a tomar el liderazgo en Latinoamérica, a partir de posturas racionales, acordes a nuestros intereses, sin ofender a los demás; sobre todo, dejando de “pelear batallas estériles” útiles para el lucimiento de caudillos extranjeros y/o algunos despistados mexicanos; dejemos a los que poseen el conocimiento hacer su trabajo sin presiones, prestemos atención a sus recomendaciones técnicas y profesionales, porque finalmente para eso se han preparado y fueron contratados.

Ningún gobernante puede solo; “para que México llegue a tiempo a su destino”, como dijo Calderón, requiere del cambio de actitud de todos. ¿Usted está dispuesto y con decisión para sumarse?

ydarwich@ual.mx

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