El municipio de Lerdo está en el peor de los escenarios. Es el municipio más reacio a adaptarse a la modernidad en la zona conurbana de La Laguna, por lo tanto la de menor presupuesto; es la ciudad más importante que tenía la Oposición durante el trienio que termina el 31 de agosto; habrá cambio de siglas partidistas en la presidencia municipal y quizá lo peor de todo, los derrotados y salientes gobernantes son los peores perdedores.
La próxima semana se vence el plazo para que el Tribunal Federal Electoral resuelva la impugnación que el PAN hizo por la elección del pasado domingo primero de julio donde el delfín del clan Castro Lozano, Carlos Morales, fue derrotado por el folclórico priista Carlos Aguilera.
Con esos argumentos, el alcalde sustituto, Antonio Olivas Ibarra – siguiendo los procederes de Rosario Castro- se ha negado a realizar un proceso natural de entrega-recepción, aludiendo al litigio en la última instancia electoral, que se puede adelantar que validará por supuesto el triunfo de Aguilera, como lo hizo en la primera instancia el Tribunal Electoral del Estado.
Pero con esa estrategia digna de chicanas de leguleyos, lo único que querían era dificultar el inicio del trabajo de la nueva Administración, demostrando lo primitivo que es Acción Nacional en Lerdo y prácticamente en el resto del Estado de Durango. Quizá esa condición rústica del PAN sea una de las razones principales por las que el PRI se ha mantenido hegemónico, salvo el periodo del Partido del Trabajo en la capital, amén de los intereses en los inicios de la década de los noventa, donde Raúl Salinas de Gortari hizo de las suyas, bajo la presidencia de su hermano Carlos.
Si el PRI en Durango es lo que ha sido durante setenta años y no ha tenido que modernizarse como en el resto del país o a nivel federal, se debe en mucho a la pobreza en el proceder de los demás partidos políticos, especialmente del PAN, único con estructura real para competir a través de los años.
La cosa ha llegado a niveles sin precedentes. En lo ardido por su derrota y por ser despojados del botín que significa el poder, la presente Administración ha llegado a situaciones vergonzosas, como es el que la Comisión Federal de Electricidad les haya cortado el fluido eléctrico en el mismísimo edificio de la presidencia municipal.
La información disponible señala que el ayuntamiento de Lerdo, Durango, tiene un adeudo de alrededor de un millón seiscientos cuarenta y siete mil pesos a la compañía de luz. A ese crédito, hay que agregar uno más a la propia Comisión por parte del Sistema de Agua y Alcantarillado SAPAL, por siete millones doscientos mil pesos.
Además, los trescientos noventa y tres trabajadores del municipio no han recibido el ahorro, lo que habría que agregarle un millón 280 mil pesos. Hasta las patrullas se han quedado sin trabajar porque también se le debe dinero a la gasolinera que le vende combustible.
Pobrecito Lerdo en verdad, con molestia he escuchado en la capital de Durango que los laguneros son considerados como conflictivos, lo malo es que empiezo a creérmelo. La ciudad más pintoresca de la zona metropolitana lagunera ha decidido mantenerse en ese estilo antiguo en todo, pero con todo ello se movía paulatinamente al ritmo de las ciudades hermanas de Torreón y Gómez Palacio, pero el encono encendido entre los priistas del Gobierno del Estado, la mayoría de ellos cavernarios (por algo Durango es el estado más atrasado del norte del país) y lo lamentable, infantil e irresponsable de la reacción del panismo lerdense, tiene hoy a la tierra de Francisco Sarabia es un estado más que lamentable. Carlos Aguilera, alcalde electo tiene un gran recorrido por hacer.
eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx