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¿Por qué es tan difícil comprometerse?

LA PAREJA DEBE SER ENTENDIDA COMO UN PROCESO Y NO COMO UN OBJETIVO

Comprometerse son palabras mayores. Es cuando ya se habla de un noviazgo formal, que implica la construcción de una realidad futura.

Comprometerse son palabras mayores. Es cuando ya se habla de un noviazgo formal, que implica la construcción de una realidad futura.

El Universal

En los tiempos que corren, formar pareja, conseguir un novio formal, pareciera ser todo un logro.

¿Conoces la teoría del huevo y el jamón para explicar la diferencia que existe entre involucrarse y comprometerse con una persona? Pues bien, es muy simple y gráfica: para hacer un omelette de jamón se necesitan dos ingredientes principales: huevos y jamón, obvio. El primero lo aporta la gallina y el segundo, el cerdo. La cuestión central del asunto está en que para lograr el omelette, la gallina se involucra, pero el cerdo, se compromete.

Esa es básicamente la diferencia entre las parejas cuyos miembros sólo están involucrados y aquellas donde están comprometidos.

Involucrarse comprende el desligarse sin problemas y existen muchas fórmulas hoy para denominar ese tipo de relación: amigovios, amigos con derechos, amigos cariñosos o free, entre otras.

Comprometerse, en cambio, son palabras mayores. Es cuando ya se habla de un noviazgo formal, que implica la construcción de una realidad futura.

Para hacer pareja hay que aceptar al otro y eso significa renunciar a querer cambiarlo. Para ello es importante detectar cuales fueron las características de nuestro amorcito que nos atrajeron y de paso, reconocer aquellas que no nos gustan. Y, sobre todo, tener claro que esa es nuestra realidad y que con ella deberemos vivir.

Cuando se acepta al otro tal cual es, entonces se puede comenzar a establecer una verdadera intimidad.

Hoy muchas parejas se forman sabiendo de antemano que no van a construir un proyecto común y por eso no es difícil encontrarse con mujeres profesionales que no les importa salir con un hombre casado y convertirse en “sólo” su amante. Ellas quieren estar involucradas, pero de ninguna manera comprometidas.

La pareja debe ser entendida como un proceso, no como un objetivo; se debe vivir intensamente cada etapa y para eso es necesario voluntad y decisión.

Espacios únicos

Se deben dar varios pasos conjuntos para poder mantener vivo el amor.

Las parejas debe tener sus espacios propios e inviolables que les permitan desconectarse de las múltiples interferencias diarias como el trabajo y los hijos.

La primera crisis de una pareja es cuando la mujer deja de serlo para convertirse sólo en mamá, o sea, deja de ser la mujer de su esposo en primera instancia.

Los matrimonios se han convertido en los soportes financieros de una familia y en padres, pero han dejado de ser amantes o amorosos unos con otros.

Es común que algunas mujeres se quejen de que el marido no les reconoce que le tienen la casa limpia, le cocinan rico, cuidan a los niños, les planchan la ropa y, bueno, cuando quieren sexo, a veces, ceden. Pero advierte que en esos casos, el hombre puede decir que para tener todo eso basta con pagar una nana y una sirvienta, que lo quiere es una mujer.

Al respecto, sostiene firmemente que en el plano sexual el deseo se tiene y se vive mientras se practica.

Otro elemento importante a considerar es la necesidad de poner límites a los hijos. Además, la pareja debe perdonarse, es decir, tanto pedir perdón como otorgarlo, para seguir funcionando.

Dar testimonio

Quizá uno de los aspectos más importantes es que la pareja debe dar testimonio de serlo.

Los matrimonios enfrentan hoy una gran contaminación social que se expresa cuando uno dice que lleva 20 años de casado y los otros le contestan que eso es posible sólo porque ya se convirtieron en costumbre uno para el otro; o, cuando alguien comenta que tiene problemas y la mayoría de los consejos que recibe es que se separe.

Tiene que tomarse la decisión de amar al otro y eso requiere voluntad; ésa es la estructura más débil de esta sociedad, donde hacer un esfuerzo es visto como una estupidez.

La pareja debe construirse todos los días y debe tener presente que este modelo es el que aprenderán sus hijos. Si sólo pelean, se quejan o reclaman será imposible que los “retoños” vean al matrimonio como una alternativa atractiva, de forma que establecerán todas sus relaciones desde el punto de vista de involucrarse y no de comprometerse.

La voluntad debe ser testimonial frente a los hijos. No se puede llegar al final con la pareja si no hay fuerza de voluntad.

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