Querida Secretaria:
(Continuación)
RELACIONES EN EL TRABAJO
Un famoso autor dice que toda mujer, no importa cuál sea su profesión, está convencida que siempre va a encontrar a otra mujer que estará decidida a intervenir en su vida. Obviamente esta aseveración es una exageración, pero muchas asistentes piensan que así es.
Por supuesto que el trabajo diario puede resultar tedioso sin la camaradería de la oficina. Es natural que quieras tener una conexión en el lugar donde trabajas. Sin embargo, sé cautelosa para depositar tu confianza en alguien. Procura no platicar mucho de tu vida personal, ni excederte en detalles de tu vida sentimental. Haz amistades estando siempre atenta a los parámetros que deben regir estos vínculos.
Algunas veces es difícil saber cuáles son los parámetros de una amistad “normal” en la oficina. Las siguientes son algunas señales que pueden indicar ciertas anomalías:
*¿Pasas más tiempo socializando que trabajando?
Con una amistad profesional sana y productiva debería ser al revés.
*La energía emocional que gastas en tus amistades en la oficina te distrae de tus obligaciones.
*Te sientes constantemente lastimada y marginada por tus compañeras. Estás involucrándote emocionalmente; es necesario marcar una distancia.
Probablemente las formas más aberrantes y destructivas de jugar sucio entre las mujeres son las murmuraciones.
Cuando tengas un problema con una compañera o con tu jefe, no vayas a quejarte con una tercera persona. Hazlo directamente con quien estás teniendo el conflicto. Esto evita el triangular el asunto o involucra a alguien que no tiene relación con el caso. Si tienes como política no murmurar, gozarás de muy buena reputación en la oficina.
El trabajar con mujeres mayores de edad resulta muy beneficioso por lo que puedes aprender de ellas. No obstante en algunas ocasiones se suscitan choques de culturas generacionales. Una de las causas de estas tensiones es que las jóvenes no valoran las experiencias que estas personas tienen.
Gall Evans autora del libro “She wins, you win”(Ella gana, tú ganas) nos dice: “Las mujeres necesitamos empezar a pensar que por cada mujer que triunfa, yo triunfo un poco y por cada mujer que fracasa, yo fracaso un poco. Es preciso estar en el mismo equipo, algo que aún no hemos hecho”.
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