Querida Secretaria:
JEFES PROBLEMÁTICOS
Trabajar para un jefe problemático es vivir una situación conflictiva, confusa, muy difícil de manejar. El punto clave en estos casos es que hay que tomar en cuenta que no son necesariamente malas personas. Lo que pudiera ser es que carecen de las habilidades necesarias para supervisar al personal. El abuso no es la manera de administrar una empresa y el respeto es un valor primordial en cualquier lugar de trabajo.
Aunque es imposible cambiar al jefe, hay algunas estrategias que se pueden emplear para lograr un mejor entendimiento en la oficina entre tú y un jefe retador.
EL JEFE CRITICÓN
Termina con tu seguridad propia. Parece que no importa lo bien o mal que haces algo, siempre recibirán el mismo resultado: su desaprobación. Aunque la crítica constructiva es recomendable, el estar oyendo constantemente que todo lo haces mal, realmente afecta tu productividad. No importa lo incisivo de sus comentarios, hay algo que puedes hacer.
Espera a sentirte calmada, serena, dueña de ti para confrontar al criticón, de esta manera te tomará más en serio. Explícale que podrás mejorar tu trabajo no siendo constantemente censurada. Procura que la situación parezca menos personal, dándole a tu jefe otro contexto qué pensar de la situación.
Si no mejora tu posición debes decidir si sigues trabajando bajo estas condiciones adversas o buscar acomodo en un mejor ambiente.
EL MICRO JEFE
Te mantiene en tensión, pues no deja de observar todo lo que haces. Esta supervisión constante te dificulta hacer tu trabajo bien. Este rasgo es parte de su personalidad y no un reflejo de la calidad de tu trabajo.
La mejor manera de cumplir con tus tareas es tratar de convencerlo que todo está bajo su control. No le des más oportunidades para que esté pendiente de ti, haciendo tus trabajos a nivel de excelencia. Coteja cuidadosamente tu ortografía, gramática... las fuentes de datos, tus investigaciones, etc. Que la perfección de tus tareas evite sus revisiones.
EL ACUSADOR
Cuando surge un problema, el inculpador está más preocupado en encontrar a quién culpar que en encontrar una solución. Su propósito es absolverse él mismo de cualquier responsabilidad.
Éstas son algunas maneras para defenderte:
Toma nota de todo. Teniendo documentadas sus disposiciones, te proteges de que te culpe de algo que tú no hiciste. No te disculpes sin necesidad ni te adjudiques algo ajeno a tus deberes. Por el contrario, aclara la situación. Recuerda que si te excusas por todo, tu jefe va a empezar a creer que eres culpable. Únicamente discúlpate por asuntos que son de tu responsabilidad.
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