Querida Secretaria:
Siempre que entras en un lugar, tu atuendo, tus modales y manerismos están en desplegado. Los demás evalúan tu confianza propia. Como asistente ejecutiva, tienes tu propia firma de una presencia profesional. Es la energía que llevas a un lugar junto con la confianza e iniciativa que demuestras. Esto te proporciona una oportunidad de conectarte de inmediato.
La gente segura de sí, tiene un ritmo en sus movimientos y cierta energía en su porte. Una buena postura no tan sólo elimina diez años de edad y cinco kilos de peso también proyecta en un instante el aspecto de competencia. Una postura flácida con los hombros caídos y apariencia aflojerada, refleja derrotismo y cansancio.
Una sonrisa es una de las herramientas más importantes con que cuentas; no te olvides de usarla. El ritmo apresurado de los negocios y la intensidad de las situaciones en la oficina, muestra cierta ansiedad de las caras. Son estas ocasiones en las que necesitamos “aligerarnos”. No se trata de adoptar un gesto forzado de serenidad. Una sonrisa reflejada ordena cualquier situación.
Los asuntos son conducidos a un paso acelerado y las oportunidades van y vienen con rapidez, estableciendo una presencia física efectiva, que te proporciona una gran ventaja en el acelerado campo de los negocios en la actualidad.
Vivimos en un mundo imperfecto lleno de seres humanos imperfectos. Las personas a veces son descorteses. No podemos controlar su manera de comportarse. El señalar cada indiscreción, descortesía y ligereza, no tiene sentido, es una pérdida de tiempo y energía. Sin embargo, el tratar de elevar el nivel de comportamiento, hace la vida más placentera y también optimiza el profesionalismo.
Los buenos modales son uno de los sobresalientes de la presencia profesional. Es imposible ser considerada sofisticada, bien educada y competente si se carece de buenos modales.
Como mujer, ten presente los adjetivos de los negocios, acepta las cortesías de manera abierta, pero sin exageraciones. Uno de los retos, a veces en las oficinas, es la familiaridad entre los miembros del personal; para evitarla, hay que establecer barreras apropiadas.
Desarrollando un sentido de cuándo retener y cuándo volver a enfocar la atención en un asunto es vital. Esto se trata no de una cortesía, sino de una estrategia para mantener el poder y el control.
En los negocios es muy fácil que las cosas se salgan de orden. Los gritos y las carcajadas son molestas. Las bromas pesadas son contraproducentes.
Los buenos modales no son un ritual sin sentido, humanizan y armonizan las relaciones de negocios y promueven un poderoso espíritu de superación en nuestros ambientes de trabajo.
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