El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, realizó una visita sorpresa de seis horas a Irak, en donde compartió con las tropas estadounidenses y se reunió con el primer ministro Nuri al Maliki y otros funcionarios iraquíes. Se encontró también con jeques de tribus suníes y miembros de la gobernación de Anbar. (Fotografías de AP)
Señala el mandatario que es probable mantener el mismo nivel de seguridad actual con menos tropas.
El presidente George W. Bush dijo ayer que podría retirar algunas fuerzas de Irak si la situación de seguridad sigue mejorando como lo ha hecho en este otrora reducto de la insurgencia suní.
Pero el mandatario, que estaba flanqueado por el secretario de Defensa Robert Gates y la secretaria de Estados Condoleezza Rice, no manifestó cuántos soldados serían evacuados, ni cuándo.
Bush efectuó sus declaraciones tras un encuentro con el general David Petraeus, el máximo comandante militar de Estados Unidos en Irak, y el embajador norteamericano en Bagdad, Ryan Crocker, que la semana próxima presentarán ante el Congreso un informe sobre los efectos que ha tenido el envío de refuerzos.
“El general Petraeus y el embajador Crocker me dijeron que si el tipo de éxito que estamos buscando ahora continúa, será posible mantener el mismo nivel de seguridad con menos fuerzas estadounidenses”, manifestó Bush.
El presidente realizó sus comentarios en esa base militar ubicada en la región occidental del Irak, a unos 193 kilómetros (120 millas) al oeste de Bagdad. Instó al Congreso a esperar el testimonio de Crocker y Petraeus y ver un informe de la Casa Blanca que estará finalizado el 15 de septiembre, antes de juzgar el resultado de su decisión de enviar otros 30 mil soldados a Irak.
“Insto a los miembros de ambos partidos en el Congreso a escuchar lo que ellos tienen que decir”, sostuvo. “No debemos sacar conclusiones hasta (que sea presentado) el informe del general y el embajador”.
Bush se reunió con el primer ministro Nuri al Maliki y otros funcionarios iraquíes. Se encontró también con jeques de tribus suníes y miembros de la gobernación de Anbar.
“Les voy a reiterar que Estados Unidos no abandona a sus amigos”, dijo. Bush realizó la visita sorpresiva de seis horas a Irak en momentos que su Gobierno trata de justificar el envío de refuerzos militares.
En gran parte, el mensaje principal lo dio la forma en que se realizaron los encuentros: llevar a Al Maliki, un shii, al corazón de la provincia de Anbar -de mayoría suní- demostró a los críticos del Gobierno que el líder iraquí puede acercarse a los suníes, que gobernaron durante años con Saddam Hussein.
Bush presentó a Anbar como un ejemplo de los avances recientes, especialmente en el tema de seguridad, a pesar de que la provincia aún enfrenta problemas económicos y aún no es lo suficientemente estable.
La semana entrante, el general David Petraeus, máximo comandante estadounidense en el país árabe ocupado, y Ryan Crocker, el embajador estadounidense en Bagdad, serán interpelados en el Congreso.
La evaluación que darán, junto con el reporte que la Casa Blanca, determinará el curso de la guerra.
Estados Unidos no puede mantener indefinidamente el incremento de las fuerzas. Los demócratas están pidiendo la evacuación de los soldados y la cantidad de militares estadounidenses muertos en Irak ha llegado a tres mil 700, por lo que el presidente apenas puede darle a Al Maliki más tiempo para encontrar una solución política.
Bush se detuvo en Irak antes de visitar Australia para un foro económico de los líderes del Asia-Pacífico.
El viaje se mantuvo en secreto por obvias razones de seguridad. El presidente, que también estuvo en Irak para el Día de Acción de Gracias en noviembre de 2003 y en junio de 2006, debía salir rumbo a Australia ayer, pero el avión Air Force One despegó de la base aérea Andrews el domingo en la noche.
Entre quienes lo acompañaron figuraban su consejero de Seguridad Nacional Stephen Hadley. Junto a Gates estaban el general Peter Pace, jefe del Estado Mayor Conjunto y el almirante William Fallon, el comandante de mayor rango en Medio Oriente.
La misión fue compartida con un pequeño grupo de funcionarios de la Casa Blanca y la prensa, a quienes les dijeron que si trascendía la noticia del viaje, los planes serían abandonados.
Traspasa Ejército británico control de Basora
Las tropas británicas han completado el repliegue de su base en la ciudad de Basora, situada en un antiguo palacio de Saddam Hussein y han traspasado el control del complejo a las Fuerzas Armadas iraquíes, confirmó ayer el Ejército británico.
Un portavoz militar británico en Basora, comandante Mike Shearer, informó que a las 22:00 hora local iraquí (19:00 GMT) del domingo las fuerzas multinacionales destacadas en la base aérea de Basora emprendieron las tareas para garantizar la seguridad de la carretera para “el reposicionamiento” de las tropas presentes en el palacio.
Justo antes de las 01:00 hora local (22:00 GMT), comenzó el repliegue de los alrededor de 550 soldados que permanecían en esa base, pertenecientes al cuarto batallón “The Rifles” y que habían utilizado desde la invasión del país como su cuartel general, añadió la fuente, citada por la agencia de noticias británica PA.
“No hubo incidentes importantes durante la operación”, añadió Shearer, que explicó que todas las tropas estaban de vuelta para el mediodía de ayer hora local iraquí (09:00 GMT) en la base aérea de Basora, a 20 kilómetros al oeste de la ciudad.
“El control total fue entregado a los iraquíes cuando dejamos el palacio de Basora”, añadió el portavoz militar.
El Reino Unido tiene desplegados cinco mil 500 soldados en Irak, donde desde el comienzo de la invasión liderada por EU en marzo de 2003, han muerto 168 soldados británicos.